«Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo». Eduardo Galeano La semana del 10 al 17 de abril tuvo lugar en Ezeiza, en las afueras de la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el VI Congreso de la CLOC-Vía Campesina (Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo). El inicio del Congreso estuvo […]
La semana del 10 al 17 de abril tuvo lugar en Ezeiza, en las afueras de la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el VI Congreso de la CLOC-Vía Campesina (Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo). El inicio del Congreso estuvo marcado por el homenaje al escritor uruguayo Eduardo Galeano, recordado por sus hermosos aportes a la revisión crítica de la Historia latinoamericana.
La lucha de la CLOC, movimiento que une a múltiples organizaciones campesinas de América Latina en la defensa de sus derechos, comenzaba hace ya 20 años con la resistencia al proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas que el sistema capitalista neoliberal quería imponer para todos los países de la región. Hoy, dos décadas más tarde, la CLOC reevalúa su situación actual y busca un hilo conductor de las luchas campesinas para el próximo periodo. Sin duda los procesos de resistencia en América latina no son algo nuevo ni del último siglo, puesto que desde hace más de 500 años los pueblos de Abya Yala llevan resistiendo los ataques y saqueos imperialistas. La unidad de los pueblos originarios, afrodescendientes y campesinos de América Latina ha sido y es la estrategia para la defensa de sus derechos frente al capitalismo patriarcal.
En Ezeiza se reunieron más de mil personas delegadas de todos los países del continente. Además de las reuniones de los grupos de trabajo temáticos, los encuentros intra-regionales (Centroamérica y Caribe, Andina, Cono Sur) y los espacios de plenaria, se replicaron la Asamblea de la juventud campesina y la Asamblea de las mujeres. Se trata de espacios diferenciados que fortalecen el movimiento, donde tanto los y las jóvenes como las mujeres, de manera separada, trabajan sus demandas específicas y construyen sus agendas propias, con el fin de incorporarlas a la agenda colectiva campesina.
Desde sus orígenes, los objetivos de la CLOC son claros: la lucha en defensa de la tierra, de los recursos naturales y de la identidad campesina. La CLOC reivindica la consolidación de un proceso de Reforma Agraria Integral, para construir un nuevo mundo basado en nuevas relaciones, reivindicando el carácter socialista del cambio en el continente. En las plenarias se reclamó la actual pertinencia del enfoque de la lucha de clases, y las demandas de unidad en la diversidad frente a un enemigo común: el capital transnacional, puesto que está demostrado que las mismas grandes empresas son las culpables de la depredación en los diferentes países del continente. Según las organizaciones campesinas, este proceso explotador de la Naturaleza por el Capital está íntimamente relacionado con la instrumentalización de la subordinación de las fuerzas de trabajo y de las mujeres.
Para hacer realidad este proceso de construcción de un mundo nuevo, el Congreso definió como una de sus prioridades establecer alianzas entre el campo y la ciudad, ya que este «otro mundo» debe construirse bajo el paraguas de la lucha colectiva. En este mismo sentido, y enarbolando la bandera de la equidad entre hombres y mujeres, otra de las reivindicaciones clave fue la de abogar por un feminismo campesino y popular, siendo uno de los lemas del Congreso «Sin feminismo no hay socialismo».
Las organizaciones de la CLOC reivindican la agroecología como el método para alimentar al mundo, para luchar contra el cambio climático y para poner freno a la devastación del planeta. Frente a la revolución verde y a la imposición de transgénicos y agrotóxicos, la agroecología es la base tradicional de la agricultura campesina e indígena. Es necesario mantener y recuperar la agricultura agroecológica sin caer en la trampa de quienes ven en ella posibilidades de negocio y lucro, e intentan implantarla como una moda elitista. En las antípodas de esa interpretación, se trata de defender una agricultura campesina para alimentar al mundo con alimentos sanos, locales y diversos.
Quienes tuvimos la suerte de asistir como aliadas al Congreso y estar presentes en los interesantes debates, pudimos constatar la importante participación de la juventud, signo del valor que la CLOC le está dando al relevo generacional. En este sentido, una de las iniciativas más hermosas y con fuerte contenido simbólico fue la celebración del «Ier Congresito». Un espacio destinado al aprendizaje de los y las más pequeñas, las futuras generaciones campesinas del continente, que a través de actividades lúdicas reflexionaron sobre temas como la integración latinoamericana o la agricultura campesina e indígena. Con una caravana de canciones, los niños y niñas participantes recibieron en una emotiva entrega simbólica la semilla y el legado de lucha de parte de algunas personas dirigentes históricas del movimiento.
Las acciones simbólicas y las místicas constituyeron una parte fundamental del Congreso. Estos fueron espacios espirituales de encuentro y de construcción colectiva de la memoria y cultura campesina, de intercambio de tradiciones, de músicas y bailes. Momentos cargados de energías, de abrazos, de emociones, que dotan de fuerza al movimiento.
De toda una semana de reflexiones y de debates se pueden extraer algunos retos que la CLOC pretende enfrentar en los años venideros. Principalmente, la consolidación de la unidad continental y la construcción de alianzas con otros movimientos, para mantener la resistencia frente a los embates del neoliberalismo, que en estos momentos se materializan concretamente en los intentos de imposición de nuevos tratados de libre comercio. Otro reto es reforzar los lazos solidarios entre países para resistir la represión generalizada: la ofensiva del gobierno de los Estados Unidos y de los medios de comunicación pro- sistema contra el proceso bolivariano en Venezuela, la necesidad de defender los Derechos Humanos ante los ataques gubernamentales y militares en Paraguay, en Honduras, en México. Al grito de «Vivos se los llevaron, vivos los queremos» se recordaba a los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, y se reclamaba el fin de la represión contra los movimientos campesinos.
El día 17 de abril, día internacional de luchas campesinas por la tierra y la reforma agraria, se daba por cerrado el Congreso con una gran manifestación final por la capital argentina. Ese día se conmemora el aniversario de la masacre de Eldorado dos Carajás (Pará, Brasil) en 1996. No sólo en Buenos Aires sino en muchos lugares del mundo, cientos de organizaciones de La Vía Campesina salen a la calle anualmente a reivindicar sus derechos. Al grito de «¡Globalicemos la lucha, globalicemos la esperanza!» campesinas e indígenas se movilizan para demostrar ante el resto del mundo que la lucha frente al neoliberalismo, y la esperanza en un mundo mejor, continúa.