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Varoufakis, político a regañadientes

Fuentes: Cuarto Poder

«¡Que cambie todo a fondo! / ¡Que de las raíces de la humanidad surja el nuevo mundo! / ¡Que una nueva deidad reine sobre los hombres, que un nuevo futuro se abra ante ellos! (‘Hiperión’, Friedrich Hölderlin) Decía Mariano Rajoy el 5 de julio: «Si gana el «sí», Varoufakis tendrá que dimitir». Si Rajoy de […]

«¡Que cambie todo a fondo! / ¡Que de las raíces de la
humanidad surja el nuevo mundo! / ¡Que una nueva
deidad reine sobre los hombres, que un nuevo futuro
se abra ante ellos! (‘Hiperión’, Friedrich Hölderlin)
Decía Mariano Rajoy el 5 de julio: «Si gana el «sí», Varoufakis tendrá que dimitir». Si Rajoy de estadista no tiene mucho, viendo lo sucedido posteriormente, tiene menos de analista y adivino. Seguramente, se estará preguntando cómo ha sido posible el triunfo del «no» y por qué dimite el ministro de Finanzas griego, precisamente tras la victoria. No entenderá nada, alguien que no ha dimitido habiendo tenido tantas razones para hacerlo.

El referéndum griego no deja lugar a dudas: ha sido un rotundo triunfo del gobierno de Syriza y toda una lección de democracia a Europa. Efectivamente, las urnas son peligrosas para aquellos que desprecian la democracia. Las duras negociaciones entre la troika y Grecia no avanzaban, el memorándum de recortes y sacrificios sociales era inaceptable, y el gobierno heleno decidió dar la palabra a la ciudadanía. A pesar de la campaña del miedo emprendida contra los griegos, el 61,3% de apoyo al gobierno es una bofetada a las políticas de austeridad. Por segunda vez en menos de medio año el pueblo griego no ha cedido al chantaje ni a la intimidación. Han colocado su dignidad por encima del nivel del miedo con que les amenazaba la troika y han salido del envite mucho más unidos. Y qué envidia para España que el pueblo haya decidido, si recordamos la modificación de la Constitución Española (artículo 135) que hicieron PSOE y PP sin ningún debate, para obligar al país a pagar la deuda como absoluta prioridad.

El resultado del referéndum se cobró una primera dimisión con Andoni Samarás, líder de Nueva Democracia y defensor del «sí». Pero lo aparentemente insólito es la dimisión del ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, claro vencedor -junto con Tsipras- del referéndum. El propio Varoufakis, ante las presiones de algunos países de la Eurozona que planteaban su «ausencia» en futuras negociaciones y con el fin de facilitar las negociaciones a Tsipras, decide dimitir. Y explica en un escrito que «las personas de la izquierda sabemos cómo actuar colectivamente sin atención a privilegios burocráticos»(…) y «me enfrentaré al odio de los acreedores con orgullo».Sin que nadie lo supiera entonces, también se despidió la tarde del referéndum con un discurso muy aplaudido en la plaza Syntagma, avisando a la troika de que ¡Esto es Esparta!

Varoufakis ha sido un carismático ministro de Finanzas. La ausencia de corbata, la moto o las camisas entalladas son singularidades para afirmar su libertad que no afectan al fondo del asunto: su capacidad técnica y política para combatir la esclavitud por deudas a la que se somete a Grecia. Es profesor universitario, especialista en la teoría de juegos de Nash, brillante economista de sólida formación, marxista heterodoxo, bloguero y prolífico articulista. Su aparente arrogancia se debe a sus profundas convicciones, al atrevimiento de tratar de tú a los ídolos de madera de la troika y a la contundencia de sus argumentos: «la austeridad es terrorismo«, por ejemplo, como declaró en una de sus últimas y más interesantes entrevistas.

Precisamente en la noche del 5 de julio la Sexta reponía una entrevista a Varoufakis de Jordi Évole. Este excelente periodista quedó como un alumno simpático y prejuicioso ante la inteligencia y elegancia del griego. El entonces ministro dijo una idea que puede ayudarnos a entender su dimisión y por qué no le ha debido costar ningún trabajo: él era un ciudadano, un profesor y los políticos tienen que serlo a regañadientes (…) se debe desconfiar de los que se ofrecen enseguida a ocupar cargos, porque buscan hacerse con poder, a cualquier nivel. Una concepción de la política en el sentido más clásico griego, como servicio a la ciudadanía, como una obligación con el país cuando las cosas están mal, un desapego al poder y a la profesionalización de la política.

Fue también muy interesante su afirmación de que no tenía presente a los electores durante las negociaciones, no le importaban nada, solo la gente y sus problemas. Nada fatuo, muy respetuoso con todo el mundo, incluidos sus adversarios, demostraba un gran desarrollo personal, imprescindible para la política y para todo en la vida. Toda una lección cuando, en general, el enanismo político y moral es desolador en Europa.

Syriza está demostrando iniciativa, velocidad en la toma de decisiones y que tiene banquillo y repuestos. El nuevo ministro Efklidis Tsakalotos es otro economista prestigioso, formado en Oxford, que ya había relevado a Varoufakis en las negociaciones desde abril. Con un estilo diferente, pero con la misma firmeza: un puño de hierro con guante de seda. Aunque la dimisión de Varoufakis es un inteligente sacrificio a corto plazo, también puede ser una inversión en un político con una alta potencialidad de futuro. En un momento histórico en que la política es un monstruo que devora demasiado rápidamente a sus hijos, siempre se acaba recurriendo a las leyendas. Si no, al tiempo.