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La cultura del Alba

Fuentes: Rebelión

La cultura del Alba, tal y como lo explica José Gregorio Linares, es la utopía posible de la Causa Social, proyecto político de Simón Rodríguez con sus tres bastiones: la Educación Popular como instrumento, la Economía Social como medio material y el pueblo como sujeto protagónico. De allí la máxima «Una revolución para que sea […]

La cultura del Alba, tal y como lo explica José Gregorio Linares, es la utopía posible de la Causa Social, proyecto político de Simón Rodríguez con sus tres bastiones: la Educación Popular como instrumento, la Economía Social como medio material y el pueblo como sujeto protagónico. De allí la máxima «Una revolución para que sea irreversible debe ser cultural». El legado del Libertador Político de América es el axioma genético de cualquier transformación profundamente social tal y como se gestan las revoluciones cubana, sandinista, bolivariana, indígena, ciudadana. Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Ecuador transitan el camino que va de la cultura de la resistencia a la ofensiva cultural que tiene en «los poderes creadores del pueblo», como decía el poeta venezolano Aquiles Nazoa, su estandarte por excelencia.

Estos cinco países junto a Antigua y Barbuda, Dominica, Granada, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, y San Vicente y las Granadinas son de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos, plataforma de integración de los países latinoamericanos y caribeños que, como dice su portal alba-tcp.org «pone énfasis en la solidaridad, la complementariedad, la justicia y la cooperación, que tiene el propósito histórico fundamental de unir las capacidades y fortalezas de los países que la integran, en la perspectiva de producir las transformaciones estructurales y el sistema de relaciones necesarias para alcanzar el desarrollo integral requerido para la continuidad de nuestra existencia como naciones soberanas y justas».

El 14 de diciembre de 2004 nace formalmente el Alba en La Habana de la mano de dos bolivarianos y martianos: Hugo Chávez y Fidel Castro, Libertador de Cuba. Y digo que nace formalmente porque ya el 3 de febrero de 1999 en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela el Presidente del Consejo de Estado de la República de Cuba fue invitado de honor de esta casa de estudios. Allí dio el discurso «Una revolución sólo puede ser hija de la cultura y de las ideas». El Orfeón Universitario «Patrimonio Artístico de la Nación» cantó La Bayamesa, Himno de Cuba. El caballo, como se le conoce, en su rol de visionario habló del fin del Alca y del nacimiento del Alba antes de la concreción de ambos acontecimientos:

«Hablaba de la necesidad de unidad no sólo de Suramérica sino de Centroamérica y del Caribe, y es un momento especial para afirmarlo, a la luz de lo que está ocurriendo en Venezuela. Han querido dividirnos. La gran potencia del Norte lo que quiere es ALCA y nada más; Acuerdo de Libre Comercio y fast-track -fast-track quiere decir rápido, tengo entendido, ¿no? Paso rápido. Sí, también estoy recomendando un fast-track para nosotros, paso rápido para unirnos. La respuesta latinoamericana al fast-track del Norte debe ser el fast-track del Centro y del Sur».

Y habló también del Sucre, antes del nacimiento de este Sistema Unitario de Compensación Regional:

«Pensamos en la necesidad de avanzar en los contactos, la concepción, la concertación y cuantos pasos prácticos se puedan ir dando en esa dirección, antes de permitirnos el lujo de entrar a considerar la creación de una moneda común. Elaborar ideas y conceptos es, a nuestro juicio, en ese terreno, lo más que podemos hacer en lo inmediato. Mientras tanto, evitar a toda costa el suicidio político y económico de sustituir nuestras monedas nacionales por la moneda norteamericana, cualesquiera que fuesen las dificultades y fluctuaciones que nos haya impuesto el orden económico actual».

El 3 de febrero de 2006 nuevamente en La Habana, los dos gigantes de América firman la Ley Aprobatoria del Convenio Cultural entre el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y el Gobierno de la República de Cuba, en el que ordenan en su artículo 1 «Crear el Fondo Cultural del ALBA como una sociedad mercantil con domicilio social en Caracas, Venezuela, y al amparo de la legislación venezolana, cuyas ganancias se revertirán en los propios proyectos culturales de la entidad».

En este Decreto en sus artículos 3, 4, 5, 6 y 7, taxativamente ordena que el Fondo Cultural del ALBA:

· «creará una editorial, denominada ‘Ediciones ALBA’;

· «favorecerá la creación de un sello discográfico que tendrá por nombre ‘ALBA’;

· «trabajará en la promoción y comercialización de las artes plásticas y aplicadas de sus respectivos países y de Latinoamérica»;

· «trabajará en función de desarrollar un plan de producción de películas, documentales y seriales de televisión, que fortalezcan la identidad cultural de los dos países y de la región en general;

· «estimulará acciones de promoción cultural orientadas a diversos segmentos de público, entre los que tendrán la máxima prioridad los niños y jóvenes de nuestra América, los estudiantes universitarios y las personas recién alfabetizadas e incorporadas a las distintas modalidades de superación educacional».

En su artículo 9, se especifica que Venezuela y Cuba «consideran a la radio y a la televisión nacionales» de ambos países «como importantes beneficiarios y vías para difundir los mensajes culturales y promovidos por el Fondo Cultural del ALBA».

El 22 de enero de 2007 se concreta este mandato cuando es presentada en Caracas el acta fundacional de la Asamblea de Accionistas ante el Registro Comercial de la Empresa Fondo Cultural del ALBA. El 20 de julio de ese año se inscribe en el Registro Nacional de Contratistas. «La Sociedad tiene por objeto la promoción y la comercialización de la obra de creadores artísticos para favorecer el desarrollo cultural en el Continente Americano sobre la base de la defensa de la autenticidad de los valores de los países que lo conforman, mediante la realización de todo tipos de actividades relacionadas con:

A.- Editar, producir, publicar y comercializar libros, folletos, postales, revistas y otras publicaciones.

B.- Efectuar la grabación, edición y comercialización de obras musicales.

C.- Fijar el contenido, reproducir, fabricar, maquilar, distribuir, almacenar, alquilar, intercambiar y en general, comercializar discos compactos, discos en acetato o en cualquier otro formato, cintas, cassettes, obras audiovisuales contenidas en videogramas, videocintas y otros soportes similares que existan o puedan existir en el futuro.

D.- Producir y comercializar obras audiovisuales en cualquier forma, formato o soporte que existan o pudiesen existir en el futuro.

E.- Producir en Multimedia obras de creadores artísticos, así como promocionar y comercializar, mediante las tecnologías de la información y el comercio electrónico, productos y servicios culturales y artísticos.

F.- Promover y comercializar obras de las artes plásticas y aplicadas, las artes gráficas, la artesanía y las artes decorativas, así como de reproducciones de estas obras y productos con valor artístico incorporado.

G.- Operar centros culturales para la comercialización de productos y servicios de carácter artístíco-cultural, desarrollo de actividades promocionales, producción de espectáculos, presentación de artistas en vivo, conferencias, eventos y otras acciones dirigidas a la promoción de la cultura y el arte.

H. Producir y comercializar presentaciones en vivo y espectáculos de artistas de la música, (a danza, el circo y el teatro.

I. Representar a personas jurídicas nacionales y extranjeras para la realización de operaciones de negocios en productos y servicios vinculados a la industria cultural.

J.- Efectuar la representación y la dirección general de escritores y artistas de cualquier manifestación cultural de todos los géneros y formatos.

K.- Representar y comercializar derechos de autor en las diferentes manifestaciones artísticas.

L- Comercializar servicios técnicos profesionales consistentes en cursos, talleres y proyectos especializados de la cultura, asesoramientos técnicos, postgrados, consultorías especializadas, adiestramiento, programas de desarrollo cultural, materiales didácticos para el desarrollo de programas, eventos, talleres y festivales en las diferentes manifestaciones de la cultura.

LL- Organizar y comercializar eventos, ferias y exposiciones.

M.- Producir y comercializar productos y servicios publicitarios en materia de arte y cultura.

N.- Desempeñar las actividades de agencia de viajes y turismo, tales como, organización, promoción, representación, y comercialización del servicio turístico en el campo del turismo cultural tanto nacional como internacional, incluidas las actividades siguientes: estudio, organización, promoción, operación y comercialización de eventos, festivales, giras, excursiones, cursos, talleres en el territorio nacional o en el extranjero, bien sean organizadas por la empresa o por terceros. reservacion y venta de boletos aéreos. Reservacion y comercialización de boletos para espectáculos artisticosculturales. Representación comercial de otras empresas dedicada a la prestación de servicios turísticos.

Ñ.- Importar, exportar y actuar como distribuidores de productos y servicios culturales y artísticos, así como de materiales, equipos y medios para la creación y la producción artística y cultural.

0.- Contratar con personas naturales y/o jurídicas para el cumplimiento de su objeto.

P.- En general, dedicarse a cualquier actividad de lícito comercio e industria necesaria para llevar a cabo el objeto social enunciado en los literales que anteceden.

Q. En general realizar todo acto de lícito comercio.

El Alba/TCP; como alianza cultural, política, económica, y social en defensa de la independencia, la autodeterminación y la identidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños, a sabiendas que la cultura es el gen de los pueblos; propone la cultura como alternativa a la contracultura, es decir, a la cultura hegemónica capitalista subdesarrollante que transgrede las raíces de los pueblos. Esta cultura integracionista, anfictiónica, unionista, sintetiza el ideal bolivariano por el que lucharon los venezolanos Miranda, Rodríguez, Sucre, Zamora, el peruano Viscardo y Guzmán, el santaluciano Jean Baptiste Bideau, el chileno O´Higgins, el argentino San Martín, el haitiano Petion, el hondureño Morazán, la chilena Gabriela Mistral, el cubano Martí, el mexicano Hidalgo, los uruguayos Artigas, Ugarte y Trías, el nicaragüense Sandino, entre otros.

La cultura del Alba tiene en la Revolución Bolivariana un inmenso árbol de tres raíces del cual se desprenden cinco ramas: las tres raíces son: Simón Bolívar, Simón Rodríguez y Ezequiel Zamora, el tronco es Hugo Chávez y las cinco ramas son los cinco objetivos históricos. Este árbol; que es radicalmente opuesto a la «civilización» impuesta por Domingo Faustino Sarmiento y Jorge Isaacs, entre otros; tiene en la «Carta de Jamaica» y el «Discurso de Angostura» de Simón Bolívar, «Defensa de Bolívar», «Sociedades Americanas» y «Luces y virtudes sociales» de Simón Rodríguez y «Alocución a la poesía» de Andrés Bello, la inauguración de la independencia cultural de Nuestra América. Sobre esto dice el escritor cubano Roberto Fernández Retamar, Premio Alba 2008, «Cuando Sarmiento y pensadores como él propusieron la imposición de la «civilización», lo que hicieron fue sencillamente convertirse en escuderos de la explotación ejercida por los países subdesarrollantes. Pero no fueron así todos los pensadores latinoamericanos. No fue en absoluto, por ejemplo, el caso de Bolívar».

La cultura del Alba es la cultura anfictiónica, la auténticamente americana y original, la viviente, la liberadora, tal y como lo expresa el escritor venezolano Luis Britto García, Premio Alba 2010, «Americana, hija de nuestra contradictoria fusión histórica había de ser nuestra cultura. Original, vale decir única y novedosa en sus valores y soluciones. Viviente, como proceso continuo surgido de la totalidad del pueblo y de su cotidiana experiencia. Crítica, nacida de la incesante destrucción de lo caduco. Liberadora, instrumento de ruptura del orden de la dependencia impuesto en lo internacional y de la estratificación clasista implantada en el orden interno».

Esta lucha tenaz y a la vez desigual entre cultura y contracultura es, en palabras del escritor uruguayo Eduardo Galeano, Premio Alba 2012, «es una suerte de exorcismo colectivo de los viejos demonios. Y de algunos nuevos también. Uno de los que dejó la herencia colonial fue la cultura de la impotencia, que te mete la idea en la cabeza de que ‘no se puede’. Y eso vale para los países pobres y para los ricos. Porque Venezuela es un país objetivamente rico, tiene petróleo, pero tiene metido adentro ese concepto de la impotencia contra el que ahora se intenta luchar. Es difícil, porque la cultura del petróleo te entrena para comprar y no para crear. Te entrenan con la idea de que no hay que tomarse el trabajo de crear las cosas si se las puede consumir comprando. Es la cultura de consumo, no de creación. Nace de la cultura de la impotencia, que es la peor de las herencias coloniales. Te enseña a no pensar con tu cabeza, a no sentir con tu propio corazón, y a no moverte con tus propias piernas. Te entrena para andar en silla de ruedas, para repetir ideas ajenas y para experimentar emociones que no son las tuyas».

Esta cultura de consumo tiene en la industria cultural una potente herramienta. Cuando los sociólogos alemanes de la Escuela de Frankfurt Theodor Adorno y Max Horkheimer desarrollaron el concepto de industria cultural se referían a la capacidad de la economía capitalista, una vez desarrollados ciertos medios técnicos, para producir bienes culturales en forma masiva. Es decir, industria cultural es el sector de la economía que se desarrolla en torno a bienes culturales tales como el arte, el entretenimiento, el diseño, la arquitectura, la publicidad, la gastronomía y el turismo. Este concepto es acuñado en el artículo «La industria cultural. Iluminismo como mistificación de masas», escrito por ambos entre 1944 y 1947, y publicado en el libro «Dialéctica de la ilustración. Fragmentos filosóficos» conocido también, dependiendo de la traducción del alemán, como «Dialéctica del Iluminismo». En la Revolución Bolivariana y en los países donde se forjan importantes transformaciones sociales debemos entender que debemos hablar de la capacidad de la economía socialista, una vez desarrollados ciertos medios técnicos, para producir bienes culturales en forma masiva.

El escritor uruguayo Mario Benedetti, Premio Alba 2007, al respecto explica que «La cultura de dominación tiende al privilegio, a construir élites. Así como el capitalismo propone el poder desmesurado con base en el dinero, en la cultura burguesa se propone el renombre desmesurado con base en el talento individual, convenientemente apuntalado con la propaganda, y sobre todo el talento que, aunque revolucione el estilo, no contribuya a revolucionar el orden existente».

La cultura del Alba, es, en palabras de Frei Betto, Premio Alba 2009, «la cultura latinoamericana, mestiza, mulata, hecha de nuestras raíces ibéricas, indígenas y negras. Por eso tiene sentido hablar, aquí, de realismo mágico. En América Latina subvertimos las categorías cartesianas, pues nuestra lógica mezcla realidad y utopía, concretud y sueño, geometría y barroco. Esta es la riqueza y singularidad de nuestro patrimonio cultural». Explica este teólogo de la liberación brasileño que «Libros como «Cien Años de Soledad», de García Márquez, y «Grande Sertão: Veredas», de Joao Guimarães Rosa, jamás podrían ser escritos en Europa. Mientras Europa cultiva su pasado, aquí somos cultivadores del futuro. Nuestra nostalgia no es del pasado, es del futuro. La resistencia cultural no debe ser contra lo bueno que hay en el arte, en la literatura, la arquitectura, la filosofía. Pero sí debe hacerse contra esa industria made in USA del entretenimiento, que mcdonaldiza la cultura, con producciones de muy baja calidad, sin ningún sentido. Debemos oponer resistencia a la «hamburguerización» de la cultura, no a las producciones que son universales».

La labor de Chávez y Fidel fue darle continuidad a la obra integracionista de Bolívar. Este sueño anfictiónico tenía su base en la cultura. La obra de Simón Rodríguez es una ofensiva cultural. Sobre esto explica Juan Antonio Calzadilla: «La concepción y la acción educativa robinsoniana ya era una acción cultural de la mayor amplitud y minucia, que comprendía la transformación en lo técnico, lo económico y lo moral como condición de la nueva vida política: la de una sociedad organizada para la libertad y la participación universal, es decir, una verdadera República. El gran objetivo de la pedagogía política robinsoniana (‘formar ciudadanos para la república’) se esbozaba como el propósito grandioso y difícil de ‘crear un pueblo’. Para ello era necesaria una revolución cultural que Rodríguez pensó como una revolución de las ‘costumbres’ y los ‘caracteres'».

Por eso, dice el historiador venezolano José Gregorio Linares, «estamos convencidos de que Nuestra América es el espacio de la creatividad y la esperanza. Acá se están fraguando arrolladoras fuerzas liberadoras. Entre nuestros pueblos germina radiante una semilla que ha sido abonada con nuestra propia tierra. Somos un árbol de muchas ramas que se nutre de la savia de nuestros saberes originarios y de la cultura de la resistencia. Nuestras revoluciones no son frutos trasplantados de otras latitudes ni se orientan hacia cielos que no son nuestros. Andamos nuestros propios caminos y nuestras huellas dejan un rastro genuino. Nos alumbra el sol del universo que es para todas y todos, pero la fortaleza nos viene de nuestra gente, de la historia propia. Hemos aprendido de nuestra experiencia, con todo lo que ella tiene de tragedia y de lágrimas, pero con todo lo que tiene, también, de heroísmo y ternura».

La cultura del Alba es el ejercicio profundo de la identidad nuestroamericana, ella irrumpe con su canto, su música, su danza, su cine, su literatura, su artesanía, sus sabores, su ciencia, su tecnología popular, su pedagogía. La cultura del Alba es Mackandal transformándose en mariposa para renacer en cualquier momento de injusticia y opresión. Esta cultura la sintetiza Conny Méndez cuando nos cuenta que «hay una punt’e ganao que viene desde la sabana, el llanero encapotao cantando la va llevando porque hasta el buey te lo entiende si se lo dices cantando. La lavandera en el río y el jardinero regando, el albañil en su andamio todos cantan trabajando, los muchachos de mi pueblo todo el día andan silbando. Ya por el mundo se dice Venezuela habla cantando».

La cultura del Alba, es decir, la ofensiva cultural esparcida por Nuestra América Simón Rodríguez la sueña así: «¡ Esos campos! cubiertos de honrados y HUMILDES Labradores, encorvados, cobrando al suelo el tributo de los sudores con que lo riegan. ¡Esos montones de frutos! dones preciosos de la providencia, que van a esparcirse en los Poblados. ¡Poblados donde la infatigable industria del hombre hará crujir los talleres! ¡TALLERES! donde el laborioso fabricante, ayudado por VIRTUOSOS obreros, devuelve al seno del Comercio, las primeras materias que le confió; no ya en un estado informe, sino convertidos en útiles artefactos. ¡Artefactos! que adornando la suntuosa morada del rico, y cubriendo la desnudez del PROLETARIO, establezcan un perpetuo equilibrio entre las fuerzas productoras y consumidoras, hasta los últimos rincones del Globo».

¡Vivan los pueblos del Alba!

Alí Ramón Rojas Olaya. Profesor de la UPEL y Gerente General del Fondo Cultural del ALBA

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.