Empezó la campaña electoral y comienza, por todos lados, a invadirnos la propaganda y promesas de una multitud de candidatos que los hay para todos los gustos y como en botica. Como reza la vieja frase «no hay pan pero sí circo», detrás de la presente campaña, o aprovechándose de ella, el gobierno y la […]
Empezó la campaña electoral y comienza, por todos lados, a invadirnos la propaganda y promesas de una multitud de candidatos que los hay para todos los gustos y como en botica. Como reza la vieja frase «no hay pan pero sí circo», detrás de la presente campaña, o aprovechándose de ella, el gobierno y la patronal, con la cantaleta del «enfriamiento» de la economía, continúan aplicando su plan de ataques a los trabajadores y más pobres en beneficio de los que más tienen.
Humala ha puesto en venta Sedapal, con la que se encarecerá la tarifa de agua; ha firmado el TPP (Tratado Transpacífico, por sus siglas en inglés), con el que los precios de las medicinas monopolizadas por las multinacionales farmacéuticas, se irán por las nubes; mientras con el irrefrenable alza del dólar se encarecen los productos de la olla popular y los sueldos y salarios congelados pierden cada día su poder adquisitivo, ahondando la pobreza.
Al mismo tiempo, la patronal no cesa su ola de despidos y abusos. Decenas de miles de trabajadores sin protección laboral de pequeñas empresas, vienen siendo arrojados a la calle. En las grandes empresas con cualquier argucia se echa masivamente trabajadores: en Trébol (62), Comiccsa (15), en el Hospital Solidaridad; en la empresa de limpieza de Lima, Solvi Ambiental, 1600 obreros/ras están con un pie en la calle pese a sus más de 15 años de servicios; todo esto con la complacencia del gobierno. Los despidos afectan principalmente a los dirigentes y se producen en un marco de abusos y prepotencia, e incluso de juicios truculentos (Alicorp), que buscan desmoralizar y debilitar las organizaciones sindicales para dejarlas vulnerables ante el ajuste patronal y para no atender los pliegos, muchos de los cuales siguen sin solución.
Ante esto aún hay dirigentes que creen que hay que bajar los brazos y dejar los problemas en mano de los abogados, con lo que favorecen el crecimiento de la embestida patronal. Complementan así lo que desde la cúpula de la CGTP hacen los viejos dirigentes colaboracionistas, desconociendo que solo con la lucha logramos defender los derechos y ganar importantes conquistas, y que esa sigue siendo la tarea de los verdaderos dirigentes.
LAS ELECCIONES
Como telón de fondo discurre el actual proceso electoral que, no por casualidad, no despierta interés ni ilusiones en los trabajadores, pues los partidos patronales con «plata como cancha» hacen su festín y no identifican en él a nadie que de verdad los represente y defienda. Ni siquiera existe una candidatura representativa de la llamada «izquierda», desacreditada hasta los huesos por haber apoyado y sostenido primero a Susana Villarán y después a Ollanta Humala, y que en estas elecciones ni siquiera ha sido capaz de unificarse en torno a una candidatura. Protagonizando bochornosos escándalos con acusaciones de fraudes, peleas y pactos fallidos con partidos patronales etiquetados de «progresistas», han terminado dispersos y con muchos de ellos aupados a último minuto en el partido que hasta ayer denunciaban, por un lugar en sus listas al Congreso (Susana Villarán con el oficialista Urresti acusado del asesinato del periodistas Bustíos, entre muchos otros); desnudando así que lo único que los mueve es el más ruin oportunismo electoral.
En este contexto, el Frente Amplio (FA) de Verónika Mendoza y del cura Arana fue el único que quedó en carrera. Pero el FA tampoco ha sido capaz de elevarse por encima de esas mezquindades y peleas y constituirse en una alternativa unificada y de amplia convocatoria de la izquierda y los trabajadores, y ha impuesto su interés de grupo. Como si esto no fuera suficiente, su discurso y propuestas son más tibios de los que caracterizaron a Susana Villarán y más todavía a Ollanta Humala cuando fueron candidatos; y esto, pese a que muchos de sus componentes vienen del humalismo.
El FA cuestiona al modelo «neoliberal» pero al mismo tiempo ofrece 6% de crecimiento, como Alan García, aunque éste es más coherente porque ofrece acelerar el modelo minero exportador con nuevos «baguazos», Congas y Tía María. El FA propone «revisar» los Tratados de Libre Comercio y el propio Tratado Transpacífico que nos atan de pies y manos a los intereses de las grandes corporaciones imperialistas, pero sabe muy bien que dichos tratados son irrevisables y que ante ellos el único camino es la ruptura. Propone una «Nueva Constitución» consensuada con los patrones, pero todos sabemos que con los patrones no existen «consensos» y que todo lo que arrancamos con la lucha.
En lo laboral el FA propone una «nueva Ley General del Trabajo», propuesta de la dirigencia de la CGTP y de la CONFIEP, y hasta de la misma Keiko Fujimori, contra la que un gran sector del sindicalismo se puso de pie exigiendo se derogue primero toda la legislación laboral fujimorista y la misma Constitución que consagran la vulneración de los derechos laborales.
Todo esto se puede resumir de la siguiente manera: el FA se presenta como la «izquierda» domesticada y digerible que necesita la patronal para pintar de plural y democrático este proceso, como lo describe y reconoce desde su propio interior el viejo luchador Hugo Blanco. Es la verdad, aunque duela.
Por ello no hay ninguna razón para que los trabajadores apoyen la candidatura de Verónika Mendoza. No se trata de simpatías personales ni una cuestión de género, que son respetables, sino de la posición que defiende y representa. Hasta el mismo Mario Huamán, que no puede ser acusado de «radical» (nos declaró «enemigo» a los del PST por criticar su política conciliadora), pensando lo mismo, se propone llevarle la «agenda laboral» a cada uno de los candidatos incluido a la candidata del FA.
LOS TRABAJADORES NO TENEMOS CANDIDATOS
Lo mejor era contar con una alternativa electoral independiente de los trabajadores, con su programa y candidatos, pero aún no tenemos la fuerza para hacerlo por la enorme valla que impone la antidemocrática legislación electoral. Pero esto no es justificativo para que apoyemos a candidatos falsamente de izquierda, o a los llamados «progresistas», y menos que busquemos un sitiecito en sus listas. Con esta política oportunista la mayoría de la «izquierda» apoyó la elección de Fujimori contra Vargas Llosa en las elecciones de 1990; y apoyaron la elección de Susana Villarán y de Ollanta Humala con los resultados que todos conocemos.
Algunos pueden decir que no hay otra opción que con el razonamiento de que hay que elegir por el «más progresista» o el «mal menor».
No es fácil remar contra la corriente. Pero antes de reforzar falsas ilusiones para seguir la moda o para tentar algún cargo en el Congreso preferimos decirles la verdad a los trabajadores: no tenemos candidatos y no debemos apoyar a ninguno. Cuando el engaño es alentado por reconocidos luchadores como el mismo Hugo Blanco, que ni siquiera es candidato, es peor; y lo es más cuando, como cualquier candidato burgués, algunos, con el fin de obtener votos, ofrecen dictar desde el Congreso leyes favorable a los trabajadores, lo que jamás ha ocurrido, no ocurre ahora y menos va a ocurrir luego de estas elecciones que llenarán dicho recinto de tránsfugas, oportunistas y agentes del empresariado.
HAY QUE CONFIAR EN NUESTRAS PROPIAS FUERZAS
Por ello enfatizamos una sola idea que es la experiencia vivida por los trabajadores durante todos estos años: la única garantía para defender nuestros derechos y aspiraciones y parar los ataques de la patronal y los planes de este y del nuevo gobierno que vendrá, no está en el voto por algún candidato ni en la ilusión de que alguno de ellos resolverá nuestros problemas: está en las calles y en la confianza que debemos depositar únicamente en nuestras propias fuerzas y organizaciones y en las direcciones que debemos forjar al frente de ellas.
Respetamos cualquier postura y decisión política de los dirigentes y activistas, el mismo respeto que reclamamos para defender nuestras posiciones, en el marco de una confrontación fraternal de ideas. Pero lo que combatimos y combatiremos sin concesiones es el uso que se hacen de los organismos y espacios sindicales, que son de unidad y frente único, para usarlas como portátiles de campañas electorales, como combatimos el uso que hizo Mario Huamán de la CGTP para endosar apoyo a Ollanta Humala maniatando a los trabajadores.
En base a este principio urge unirnos en torno a un solo punto: retomar la coordinación y unificación de las luchas contra el abuso patronal, por la solución de los pliegos, contra los despidos, la criminalización de la lucha sindical y popular, los fallos amañados del poder judicial a favor de la patronal, la derogatoria del DS 013, etc.; con el único método que hemos conquistado en todo este tiempo: unidad para la lucha de todos y todas en torno a los organismos autónomos, independientes y democráticos de los trabajadores, la juventud y el pueblo pobre.
Ante la maniobra del gobierno y la patronal que pretende involucrarnos en el circo electoral para adormecer nuestras luchas con la idea de que nuestros problemas se resolverán después de las elecciones, o dedicándonos a hacer campaña por uno u otro candidato, decimos con firmeza que los problemas de hoy hay que enfrentarnos ahora y no esperar ni subordinarlos a las elecciones y sus resultados. Como la lucha que hoy han iniciado los jóvenes contra el TPP y en la que, no por casualidad, brillan por su ausencia todos los candidatos, incluida la del FA.
Freddy Salazar es periodista
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