Dictadores, asesinos y capos de la mafia pueden ser buenos socios si resultan útiles a los intereses de las élites europeas. Repasamos la historia de diez de estos líderes, que gozan del visto bueno de la Europa comunitaria. No corren buenos tiempos para los tan a menudo invocados «valores europeos». Mientras la Unión Europea (UE) […]
Dictadores, asesinos y capos de la mafia pueden ser buenos socios si resultan útiles a los intereses de las élites europeas. Repasamos la historia de diez de estos líderes, que gozan del visto bueno de la Europa comunitaria.
No corren buenos tiempos para los tan a menudo invocados «valores europeos». Mientras la Unión Europea (UE) lleva a cabo una subasta de refugiados, hay quien empieza a preguntarse si el viejo continente está empezando a olvidarse de la democracia, de la solidaridad y del respeto por los derechos humanos.
Como si la Unión Europea hubiera sido un garante de estos principios a lo largo del mundo y estuviera empezando a alejarse de ellos, el debate público trata de apelar a estos valores históricos que están en la esencia misma de la construcción europea.
Pero lo cierto es que la Europa comunitaria ha tenido históricamente la tendencia a aliarse con cualquier Gobierno que pueda garantizarle un acceso al abastecimiento energético, un lugar en el que volcar su excedentaria producción agrícola y manufacturera o una oportunidad para abrir nuevos mercados.
Algunos de los socios de la Unión Europea en el escenario internacional dejan mucho que desear. Dictadores, asesinos y capos de la mafia pueden ser buenos interlocutores si se avienen a respetar las normas del juego europeo y del libre mercado. Cualquiera puede convertirse en «uno de los nuestros» si se compromete a respetar los derechos humanos en el futuro. Sólo hace falta prometerlo.
Recordemos y descubramos algunos ejemplos de jefes de Estado que gozan del apoyo de las instituciones europeas, a pesar de no cumplir con algunos de los más elementales estándares en materia de democracia y derechos humanos.
Salman bin Abdulaziz (Arabia Saudí)
El Guardián de los Santos Lugares es, entre otras cosas, responsable de la ejecución de Nimr Baqr al-Nimr y 46 opositores chiíes en 2016.
Coronado el año pasado, el rey Salman bin Abdulaziz sigue la línea de su predecesor, su hermanastro, el rey Abdullah. Bajo la forma de una monarquía absoluta hereditaria, gobierna un país en el que se ejecuta a homosexuales, opositores y menores de edad, en ocasiones de forma arbitraria y sumaria, y no se permite conducir a las mujeres, aunque nada de eso le valga una condena oficial de la UE.
Arabia Saudí es el principal aliado en la región y forma parte del acuerdo de cooperación de la UE con los países del Golfo. España y Reino Unido le suministran armas con las que atacan civiles en Yemen (han muerto 6.000 hasta ahora). Los ataques saudíes, que no han golpeado ni una sola vez sobre objetivos terroristas, han dejado al 80% de la población yemení dependiente de la ayuda internacional y a Al-Qaeda fortalecida.
El Parlamento Europeo votó recientemente una resolución no vinculante de embargo de armas a Arabia Saudí, algo que no impide que España siga vendiéndole armamento. Como dijo el embajador saudí en España, hay que «mantener y fortalecer las ya excelentes y cálidas relaciones entre los dos países». El patrimonio del Estado saudí se confunde con el de su familia real en un país en el que la corrupción es endémica y sistemática.
Islam Karimov (Uzbekistán)
Las últimas elecciones uzbekas fueron en 1991. ‘Ganó’ Karimov, con el 90%, y es que hasta la oposición pidió el voto para él.
Uzbekistán no ha conocido otro presidente desde su independencia de la URSS en 1991. Karimov ganó las últimas elecciones con el 90% de los votos. El resto de candidatos pidió el voto para él. En su país, que la coalición internacional usó como base para atacar a Afganistán, se asesina y tortura a periodistas y opositores, se esteriliza a las mujeres y se fuerza a los niños a trabajar.
Nada de esto incomoda a las autoridades europeas: la británica British American Tobacco se hizo redactar una ley a medida para obtener el monopolio del sector a raíz de la privatización de la industria del tabaco y la española Talgo le vendió trenes por valor de 38 millones de euros.
Alemania tiene ahí una base militar y entrena al mismo ejército uzbeko, que abrió fuego sobre una protesta de la oposición matando a casi mil personas en 2005. Incómoda por este hecho, la UE impuso unas sanciones que retiró discretamente tres años después, aun cuando nada había cambiado en el país.
La UE es el mayor inversor extranjero en Asia Central, y Uzbekistán forma parte de la ruta de la seda de la energía y posee hidrocarburos y gas. La sueca H&M compra el algodón barato recolectado por trabajo esclavo infantil, mientras que las ayudas a la cooperación de la UE van directamente a la ONG de la hija del presidente Islam Karimov, que sigue prometiendo que respetará los derechos humanos.
Nursultan Nazarbayev (Kazajistán)
El parlamento kazajo sancionó en 2007 una curiosa ley: sólo Nazarbayev puede presentarse indefinidamente a la presidencia del país.
El «querido amigo» de Jean-Claude Juncker lleva más de 25 años en el poder. Ganó las últimas elecciones -fraudulentas según la OSCE- con el 97% de los votos. A pesar de las denuncias de que en Kazajistán se persigue, encarcela y tortura a periodistas y opositores, el Gobierno del PP intentó entregar a uno de ellos, Alexandr Pavlov, al presidente Nazarbayev, rechazando las peticiones de asilo. En febrero de 2015, el Tribunal Supremo español finalmente le concedió el asilo.
La economía kazaja se basa en la exportación de gas y petróleo a Estados Unidos, Rusia y la UE. La corrupción y la violación de derechos laborales en la industria extractiva es una constante en Kazajistán. El Parlamento Europeo lleva años pidiendo garantías para los derechos humanos y la democracia, pero Nazarbayev responde con leyes que atacan a las libertades.
Kazajistán contó con la asesoría de Tony Blair Associates por 17 millones de dólares. También con el apoyo del expresidente de la Comisión Europea Romano Prodi, del ex comisario europeo Marcelino Oreja y del excanciller alemán Gerhard Schroeder, entre otros.
El Gobierno kazajo usa la Interpol para perseguir y arrestar a sus opositores en Europa mientras eurodiputados preguntan a la Comisión si las autoridades europeas son conscientes de ello.
Mohammed VI (Marruecos)
Los inmensos activos económicos de Mohammed VI y Siger, su holding personal, llegan a todos los sectores de la economía.
A pesar de haber realizado reformas en 2011 en un intento por esquivar los efectos de la Primavera Árabe, el poder en Marruecos sigue en manos de la Casa Real y su entorno. La UE avala -aunque oficialmente se manifieste en contra-, la ocupación ilegal de los territorios del Sáhara Occidental por parte de Marruecos, mientras pesqueros -mayoritariamente españoles- operan en las costas saharauis en virtud de un acuerdo europeo con Marruecos, previo pago de 40 millones de euros.
Empresas británicas y francesas exploran esas mismas costas en busca de petróleo y gas con la complicidad marroquí. En Marruecos, cuya Constitución prohíbe discutir la política territorial del Gobierno, se condena a cadena perpetua a los saharauis independentistas y se encarcela a los homosexuales.
La protesta pacífica de Egdeim Izik en 2010 se saldó con varios muertos a manos de la policía marroquí y centenares de detenidos. La represión y la tortura siguen a la orden del día en la zona ocupada del Sahara Occidental, mientras que cerca de 90.000 refugiados viven desde hace 40 años en campamentos en pleno desierto en territorio cedido por Argelia.
Además de la explotación de los territorios ocupados, el papel de Marruecos en el control de la migración y del terrorismo islámico explican la complicidad de la UE con el Gobierno de Mohammed VI.
Hashim Thaçi (Kosovo)
‘Pez gordo’ de la mafia y del tráfico de heroína, armas y órganos humanos, fue primer ministro de 2008 a 2014. Es el actual presidente.
El exlíder guerrillero, apodado ‘Serpiente’ durante el conflicto con Serbia, es ahora presidente del país. Lideró el Ejército de Liberación de Kosovo, organización que combatió junto a muyahidines contra las fuerzas yugoslavas con el apoyo de la OTAN. Como primer ministro, declaró la independencia kosovar de Serbia en 2008.
Investigaciones de la OTAN y del Consejo de Europa lo consideran un ‘pez gordo’ del tráfico de heroína en los Balcanes y un hombre clave de la mafia albanesa. También se le atribuyen crímenes de guerra perpetrados durante y después del conflicto.
Para completar su catálogo de virtudes, el hombre al que Federica Mogherini, responsable de política exterior de la UE, felicitó la semana pasada por su elección, fue también responsable del tráfico de órganos extraídos de prisioneros serbios.
El pasado 1 de abril entró en vigor el acuerdo de asociación y estabilización entre la UE y Kosovo, con el objetivo de liberalizar la economía kosovar, y asegurar «el compromiso de las partes de respetar los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas que pertenecen a minorías y a grupos vulnerables».
Sin embargo, serbios y gitanos fueron perseguidos y asesinados por el grupo armado de Hashim Thaçi. Actualmente la minoría serbia vive segregada en Kosovo.
Paul Biya (Camerún)
Gobierna el país desde 1983. En 1992 aceptó elecciones pluripartidistas. No ganó, pero el Tribunal Supremo le declaró presidente.
El dictador de Camerún lleva más de 30 años en el poder. Es presidente desde 1982 de un país que, durante la independencia, vio cómo Ruben Um Nyobé, el líder sindicalista anticolonial, era asesinado. Su heredero político, Felix Moumié, también fue asesinado en 1960 por encargo de los servicios secretos franceses.
Durante esos años nacería el concepto de Françafrique, la doctrina según la cual las excolonias francesas se mantienen bajo la órbita de París. Fruto de ellos es la moneda común de 14 países, el Franco CFA, cuyo banco central se encuentra en Francia.
Las exportaciones de petróleo, café y cacao son las que permiten la entrada de divisas en las arcas camerunesas. Con una fortuna de 200 millones de dólares, Biya -el ‘presidente ausente’, tal como le llaman- es el hombre más rico de Camerún y pasa largas temporadas fuera del país: en sus vacaciones de 2011 gastó 40.000 euros en hoteles de lujo franceses.
En su país, la renta per cápita anual no llega a los 1.500 euros y el 40% es pobre. Pero los premios nunca cesan para Paul Biya: apareció en la revista People with Money como el presidente que más cobra del mundo, ha sido condecorado con la Gran Cruz de la Legión de Honor en Francia y es doctor honoris causa de la Universidad de Maryland en Estados Unidos.
Alí Bongo (Gabón)
Ser el hijo de Omar Bongo, el gobernante más longevo en el cargo de África (1967-2009) le puso las cosas fáciles a Alí para continuar la tarea.
Hay pobres que no heredan nada -la mayoría-, personas más pudientes que heredan una casa o un coche, y luego están los elegidos -la categoría de Ali Bongo- que heredan países.
Alí es el hijo de Omar Bongo, quien durante medio siglo gobernó el Gabón independiente, al menos en teoría. Omar tuvo siempre a los franceses de su lado: le rescataron de un secuestro en 1964 y le ayudaron a vencer a los movimientos en favor de la democracia en los 90.
El padre murió en una clínica de Barcelona en 2009, pero su estilo de gobierno se mantuvo con su hijo Alí: repartió la riqueza del país entre los ejecutivos de la petrolera francesa Elf y una pequeña élite que animaba la vida de los restaurantes de lujos y los hoteles de Libreville, la capital del país. Gabón, mientras tanto, no vivía demasiados cambios.
Alí Bongo lleva prometiendo reformas desde que llegó y eso le ha permitido ser recibido en la Casa Blanca por Barack Obama. El pasado agosto dijo que compartiría la riqueza de su padre con los jóvenes gaboneses, pero el presidente sigue sin responder cuál es el origen de esa riqueza.
Cuando murió Omar, Nicolas Sarkozy viajó a Gabón para asistir al funeral. El expresidente francés fue abucheado por los gaboneses. Los medios locales, sin embargo, explicaron que fue recibido entre aplausos. Todo en orden.
Faur Gnassingbe (Togo)
Fauré Gnassingbé ocupó la presidencia en 2005 tras un golpe de estado. Sucedió a su padre, quien gobernó el país de 1967 a 2005.
El amor de Omar Bongo por su hijo sólo es comparable a lo vivido en Togo. Allí gobierna Fauré Gnassingbé después de heredar el poder de su padre, Gnassingbé Eyadema, dictador desde 1967 hasta su muerte en 2005, en una sucesión calificada por la Unidad Africana, la ONU y la UE como un golpe de Estado.
El anticomunismo de Gnassingbé Eyadema le permitió ser referente de otros dictadores del continente, como Mobutu Sese Seko en el Zaire. Su país, rico en fosfatos, cacao y algodón, quedó arruinado, al igual que otros productores africanos de algodón, por las políticas proteccionistas europeas. Los países de la UE, sin embargo, hacen buenos negocios en Togo.
El expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero visitó el país en 2009. En ese momento, la empresa española Progosa se jugaba la concesión del puerto de Lomé, la capital del país.
Otro viaje, en este caso de Sarkozy, fue más fructífero: la compañía de Vincent Bolloré, empresario francés muy cercano al expresidente, consiguió adjudicarse la obra del puerto pese a las protestas de Progosa, que llevaba años denunciando la desestabilización por parte de los franceses.
En 2015, la UE dio el visto bueno a unas elecciones rodeadas de irregularidades. La dinastía de Gnassingbe Eyadema sigue teniendo el país bajo control.
Denis Sassou Nguesso (Congo-Brazzaville)
Sassou sabe cuidar a la familia. Su hijo tiene a su nombre la sociedad con el derecho exclusivo de exportación de petróleo del país.
El político más pragmático de la lista. Denis Sassou Nguesso fue escalando en el Partido del Trabajo del Congo, partido único del Congo comunista, hasta conquistar la presidencia entre 1979-1992. La retórica marxista convivía con el hecho de que Elf explotara el petróleo del país.
Cuando acabó la Guerra Fría, Europa exigió planes de «democratización» a las dictaduras africanas. La mayoría se resolvieron con elecciones que mantuvieron a los sátrapas en el poder, pero Congo-Brazzaville fue de las pocas excepciones. Sassou Nguesso quedó tercero con el 17% de los votos.
Tras cinco años en la oposición, recuperó el poder con una guerra que duró cuatro meses. En el bando de Nguesso estaban, entre otros, los interhamwe ruandeses, que venían de cometer el genocidio en su país, y el ejército angoleño.
Con la guerra ganada y con la fachada marxista ya en la basura, Sassou Nguesso ha acumulado millones y propiedades en Europa.
Hace un año, Le Monde destapó que una sociedad en Ginebra, a nombre del hijo del presidente, tenía el derecho exclusivo de exportación del petróleo congoleño. Su hijo, Denis-Christel, no descarta heredar el país: «Tengo los mismos derechos que los demás congoleños. No debe ser considerado como un acto ilegítimo que me presente».
Paul Kagame (Ruanda)
El cargo de presidente, que ocupa desde hace 20 años, le ha salvado de ser juzgado por delitos de genocidio y crímenes de lesa humanidad.
Paul Kagame, el hombre que gobierna de facto el país desde hace más de 20 años, no para de recibir elogios. Descrito como «uno de los mejores líderes africanos de nuestro tiempo» (Bill Clinton) o como «un visionario» (Tony Blair), ha sido laureado hasta por Starbucks.
Sin embargo, Kagame tiene a la única mujer que podría disputarle la presidencia, Victoire Ingabire, en la cárcel desde 2010.
El postgenocidio de Ruanda, con miles de hutus huyendo al Congo, acabó con Kagame inmiscuyéndose de forma continuada en el este del Congo, una de las zonas más ricas en minerales del planeta.
Las milicias apoyadas por Ruanda saquearon, violaron y asesinaron a miles de personas ante el silencio de la comunidad internacional. Susan Rice, responsable de asuntos africanos en Washington llegó a decir: «Kagame sabe cómo resolver el asunto de los refugiados, lo único que tenemos que hacer es mirar hacia otra parte».
Desde 1996 han muerto seis millones de personas en Congo. Tras varios informes de la ONU acusando a multinacionales occidentales de cooperar en la financiación de los rebeldes, Occidente ha empezado a mover ficha y denunciar verbalmente los excesos de Kagame.
Sin embargo, el pasado 8 de mayo, un representante de la UE en visita oficial a Ruanda destacó el rol que el país había jugado en «la estabilización de la región».
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/global/30174-amigo-dictador.html