Estamos ya en el reflujo de un proceso electoral que ha corroborado, una vez más, que nuestro sistema electoral es uno de los menos democráticos del mundo, fallos que deberían poner en debate las causas de deterioro de la democracia representativa. Mencionaré algunas razones que dan cuenta de esa situación: Poco antes de la primera […]
Estamos ya en el reflujo de un proceso electoral que ha corroborado, una vez más, que nuestro sistema electoral es uno de los menos democráticos del mundo, fallos que deberían poner en debate las causas de deterioro de la democracia representativa.
Mencionaré algunas razones que dan cuenta de esa situación: Poco antes de la primera vuelta el Jurado Nacional de Elecciones se atrevió a vetar a dos candidatos con una norma aprobada un par de meses antes del inicio de la contienda. Lo que distorsionó los resultados de la primera vuelta, obteniendo como segundo lugar al 18,12% de votos nulos y/o blancos. Pero además el ausentismo fue de 18,14%, cuya suma da como resultado el 36,26% de ciudadanos y ciudadanas que o bien rechazaron el proceso electoral, éste no los satisfizo o al menos les fue indiferente.
Sin embargo el sistema electoral peruano permite que esos resultados carezcan de relevancia y en lugar de llamar a nuevas elecciones, pasa a la segunda vuelta el tercer lugar, PPK (17,23%), candidato que por un estrecho margen (2,31%) logró imponerse sobre su más cercano perseguidor. El resultado final en segunda vuelta, el mismo candidato con muy pocas probabilidades de ganar, por lo menos antes y en medio del proceso, increíblemente termina haciéndose con la victoria gracias a un 0,24% de votos, algo menos de 40 mil votos de diferencia. El relativismo ensombrece a la democracia representativa, la cual parece ser tan aleatoria como cualquier juego de azar.
Reconocer esa débil legitimidad con la que se ha formado el nuevo Poder Ejecutivo es mantenerse con los pies en la tierra, sabiendo que el día después de conocer los resultados oficiales era necesario fortalecer y legitimar la débil democracia peruana, así ocurrió. Por tanto, lo que se espera de la nueva administración es retribuir con gestos de apertura a propuestas concretas de otros bandos políticos.
En el caso de Fuerza Popular se espera terminar de admitir su derrota, esto significa que su lidereza salga a debatir a los medios, pero ademas además reconocer (aunque sea por dentro) que la representación obtenida en las elecciones legislativas, no refleja del todo lo que quiere el pueblo, en vista que Fuerza Popular obtuvo el 24% de los votos emitidos, sin embargo, consigue el 56% de los curules, donde una vez más los votos nulos y/o blancos (35%) no se consideraron, pero ademas superaron los votos válidos obtenidos por listas partidarias de las elecciones legislativas.
Ese resultado también debió llevar a convocar nuevas elecciones legislativas. Sin embargo errores del sistema electoral nos fuerza a legitimar, por lo menos formalmente, una mayoría absoluta para FP, de esto poco se ha hablado, pero sin duda que traerá problemas cuando desde distintas partes de nuestro país se pida intermediarios o representantes legítimos para resolver conflictos sociales antiguos o nuevos que se activen.
En conclusión, si no pretendemos engañarnos el Poder Ejecutivo y Legislativo empezaran sus funciones con una cuestionada legitimidad ¿cuál es el papel del sur andino en ese escenario? específicamente Puno votó mayoritariamente por fuerzas de izquierda (Frente Amplio 38.57% y Democracia Directa 19,96%) pero además con un alto voto nulo y/o en blanco (32.48%) y también un alto ausentismo. Sin embargo desde esa posición la región de Puno logró equilibrar la representatividad a nivel del Congreso, puesto que 3 representantes de los 5, son del Frente Amplio, ninguna región logró esa representatividad desde la izquierda; por otro lado 2 congresistas vienen de Fuerza Popular que en el papel será la principal oposición del nuevo gobierno.
Esta vez el Legislativo no tendrá puentes directos con el Ejecutivo, al menos para Puno; esto dificultará la agenda inmediata; pero también abre la posibilidad para que dos bloques se organicen (FP y FA) y quizás construyan una agenda en común para Puno, todo un reto para el pobre trabajo que históricamente han tenido los congresistas elegidos en esta región, pero a la vez una responsabilidad para esos cinco representantes que con una correcta vigilancia de la ciudadanía quizás puedan cumplir sus promesas y obligaciones.
Finalmente, este escenario de accidentada legitimidad en el Poder Ejecutivo, configura una oportunidad para que otras fuerzas sociales se posicionen en la región, esto dependerá de una estrategia seria y responsable que permita empoderar a esos movimientos sociales, indígenas, de campesinos, comerciantes y población en general. La construcción de un diagnóstico del nuevo Poder Ejecutivo en relación con la región de Puno, debe considerar en primer orden el continuismo de las políticas económicas, algo con que el electorado puneño es bastante crítico.
Lo claro es la urgencia de construir un diagnostico y a su vez una agenda consensuada entre las diversas fuerzas sociales y políticas de la región, para establecer un Sur claro que oriente el rumbo de la región.
Luis Hallazi es abogado y politólogo, investigador en derechos humanos
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