Coinciden los viajeros y los geógrafos en considerar que el triángulo de las Bermudas es una suerte de espacio maléfico. Situado entre las islas Bermudas, Puerto Rico y Miami; tiene un radio aproximado de 1,800 kilómetros, y es considerado uno de los más peligrosos lugares del planeta. Muchos aseguran que es una zona en la […]
Coinciden los viajeros y los geógrafos en considerar que el triángulo de las Bermudas es una suerte de espacio maléfico. Situado entre las islas Bermudas, Puerto Rico y Miami; tiene un radio aproximado de 1,800 kilómetros, y es considerado uno de los más peligrosos lugares del planeta. Muchos aseguran que es una zona en la que suelen desparecer barcos y aviones, sin dejar huella.
Entre los casos más «sonados» se cuenta que en 1909 desapareció en la zona un pequeño yate del aventurero canadiense Joshua Slocum; que en 1917 se hundió «Timandra», que se dirigía a Buenos Aires desde Norfolk (Virginia) con una carga de carbón y una tripulación de 21 personas; sin emitir señal de radio alguna; En 1919: se hundió la nave carguera USS «Cyclops», con 308 hombres a bordo, debido a un huracán; y en 1921: naufragó la nave carguera «Carroll A. Deering» al oeste de las islas Bermudas y unos 800 km al noroeste del triángulo.
Pues bien. En el Perú, recientemente apareció un «Triángulo de las Bermudas», es decir una estructura de tres puntas extremadamente peligrosa y dañina; y que, a fines de este año, el 2016, pudo haber marcado el fin de la gobernabilidad en nuestra patria, el virtual naufragio de una esperanza qaue asomara en el cielo peruano en junio pasado.
El «triángulo» al que aludimos, está compuesto por el Presiden te Kuczynski, el Cardenal Primado Juan Luis Cipriani y la ex candidata de Fuerza Popular, Keiko Fujimori; y asomò hace algunos días, en la residencia personal del purpurado, en medio de una «gran expectativa» artificialmente creada por la «prensa grande».
Para los medios de comunicación al servicio de los poderosos -y cuyos intereses encarna de manera cotidiana- la «Cumbre» -como fue denominada- nació como parte de la dinámica nacional. Obvian, por cierto, decir que esa «dinámica» fue creada artificialmente gracias al clamoroso fraude electoral ideado por la clase dominante y que tenía un solo propósito: entregarle todo el Poder a la Mafia en los comicios de este año ungiendo a la hija del «chinito de la yuca» como mandataria de la Nación.
Ante el fracaso de la iniciativa -bravamente resistida por la ciudadanía- debió conformarse con «una porción» del Poder y le adjudicó al Partido de la Mafia casi el 60% de la representación parlamentaria para que hiciera de las suyas desde el Congreso de la República. Así vino sucediendo desde julio de este año.
El propósito de esa política era simple: acorralar al Presidente Kuczynski hasta ponerlo de rodillas. Esta vez, lo hizo en la capilla personal del dueño de casa -el Primado de la Iglesia Católica- hasta lograr ubicarlo en una suerte de banquillo, como una manera de humillarlo, además de someterlo.
Todas las «formas» del «diálogo» de San Isidro corresponden a una parafernalia cuidadosamente montada. Como el Padre Valverde en la Plaza Mayor de Cajamarca pudo reunir al agresor y al agredido para acabar con la vida de este último; así Cipriani pudo juntar a PPK con Keiko después que la «mayoría parlamentaria» le cortara la cabeza al titular de educación en el marco de un debate nauseabundo ,y en el que se pusiera en evidencia la prepotencia y la mala fe de un sector de la «política» peruana.
Hay quienes aseguran que fue «una táctica» de PPK el aceptar ese diálogo. Pudo haberlo sido si éste se hubiese efectuado en Palacio de Gobierno -como correspondía a un encuentro con el Jefe del Estado- y si hubiese recibido el tratamiento formal establecido para estos avatares. Pero no fue así. Kuczynski se sometió a las condiciones que impuso «la chinita» aceptó pasivamente sumarse hasta conformar este curioso «triángulo» peruano que amenaza tan gravemente la vida nacional.
Gracias a él, el 2017 asomará en el escenario peruano como un año de peligrosas convulsiones sociales, de duras luchas de nuestro pueblo; y de «acuerdos» en la cúpula del Poder que favorecerán largamente los intereses de las fuerzas más reaccionarias.
En nombre de la «gobernabilidad» y argumentando que «por algo es» el Keikismo el «primer Partido del país», Fuerza Popular logrará consolidar su presencia en la estructura del Poder hasta apoderarse completamente de todos los segmentos, desde el Tribunal Constitucional hasta el Jurado Nacional de Elecciones, pasando por el BCR, la ONPE, la Defensoría del Pueblo y otros. Podrá. Igualmente, imponer -sin resistencia real- no solo sus políticas, sino también sus modalidades de gestión, incubadas de perfidia e inmoralidad.
En otras palabras, la Mafia campeará -sin contrapeso alguno- en todos los segmentos de la vida nacional en tanto que PPK permanecerá en el gobierno solo el tiempo que ella quiera. Si considera conveniente, lo hará concluir su mandato el 2021. O si juzga mejor para sus intereses, lo echara antes para arribar pronto a la conducción del país.
El «triángulo de las Bermudas» surgido en el Perú, a la luz del incienso, la mirra y el alcanfor; podrá ser más dañino que el conocen los catastrofistas de nuestro tiempo. Solo habrá una forma de detenerlo: la unidad y la lucha de todo el pueblo.
Gustavo Espinoza M. Colectivo de dirección de Nuestra Bandera
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