Escribo el 7 de mayo, domingo por la mañana. Cuando las lectoras (y lectores) lean estas líneas conocerán el resultado de las presidenciales francesas. Yo solo conozco esta reflexión del periodista e historiador de La Vanguardia Rafael Poch de Feliu (¿no existe un premio de las y los lectores?): «Esta alternativa [la de MLP] desagrada […]
Escribo el 7 de mayo, domingo por la mañana. Cuando las lectoras (y lectores) lean estas líneas conocerán el resultado de las presidenciales francesas. Yo solo conozco esta reflexión del periodista e historiador de La Vanguardia Rafael Poch de Feliu (¿no existe un premio de las y los lectores?): «Esta alternativa [la de MLP] desagrada al 70% de los franceses. Por eso, de los 47 millones de ciudadanos llamados hoy a las urnas, se espera que alrededor del 25% no acuda, que otros tres millones voten en blanco o nulo, y que la mayoría del resto acuda movido mucho más por un emitir un voto de rechazo hacia el candidato al que quiere eliminar que de adhesión y simpatía hacia el que favorece. Un cuadro sin precedentes en Francia». Me parece muy acertada; yo, de ser francesa, estaría entre los tres millones. No es ese, en todo caso, el motivo de esta nota. Es este
«La peligrosa apuesta de Mélenchon» es el título de un artículo de Sami Naïr publicado el pasado sábado 6 de mayo en el global-imperial. Lo destacado en la edición digital: «Su postura es espantosa; no elegir entre los dos candidatos es favorecer a Le Pen.» Líneas más abajo: «Mélenchon establece una simetría entre la dirigente de extrema derecha, encarnación del odio y de la demagogia, y Macron, candidato antirracista y que defiende el Estado de derecho.
Unas observaciones al texto y una previa de entrada. La previa: ¿alguien de nosotras no ha aprendido nada de los artículos y libros de Sami Naïr? Que levante la mano, por favor. Ninguna mano levantada; estoy segura. La mía no, por supuesto que no. No he parado de aprender de él durante años y años. Y no sólo, aunque también, por sus argumentos políticos y sus excelentes puntos de vista sino también, y en primer lugar y plano, por su sensibilidad, por su forma de hablar de temas migratorios y de racismo, por su forma de «estar en el mundo» independientemente de sus posiciones y decisiones políticas en el ámbitos de la política institucional partidista
El articulo al que he hecho antes referencia sorprende. Mucho. Veamos, son cinco puntos. El primero: « Es un hombre de izquierdas, valiente e «insumiso «, que no teme quedarse solo por defender una posición que cree justa». Vale, de acuerdo. «En un par de años ha conseguido algo apreciable: convertirse en el eje de la izquierda frente a un Partido Socialista destruido y unos Verdes incapaces de alejarse del poder». También de acuerdo. Pero hoy, señala, «más allá de su arrojo, no se puede pasar por alto que Mélenchon defiende, para la segunda vuelta de las presidenciales, una posición peligrosa: no quiere elegir entre Emmanuel Macron y Marine Le Pen , aunque haga hincapié en su oposición total al voto para la líder de la extrema derecha». No es sólo Mélenchon, claro está, es la Francia insumisa y algunas otras formaciones políticas. Vale la pena retener el punto destacado por Naïr: oposición total al voto para la líder de la extrema derecha, de la derecha dura, Marine le Pen. ¿Por qué peligrosa sabido lo que sabemos?
Segundo paso del texto: «Es un terremoto para muchos. Jean-Luc Mélenchon establece, de este modo, una simetría entre la dirigente de extrema derecha, encarnación del odio y de la demagogia, y Macron, candidato obviamente de poco contenido, que no podrá gobernar fácilmente (con estas elecciones, Francia entra en un ciclo de parálisis) pero es antirracista y defiende el Estado de derecho «. ¿Qué simetría establece si no olvidamos las palabras destacadas? Ahora bien, continúa Naïr, «esta simetría es propiamente irresponsable; supone que la extrema derecha no amenaza seriamente a la democracia cuando, en realidad, abre culturalmente el camino a la deslegitimación del Estado republicano». A ver, a ver. El antirracismo, no sólo de palabra, y la defensa real del Estado de Derecho defendido por Macron no son datos de partida, no son nociones comunes indiscutibles. Pero no es este el punto. ¿Por qué habla Sami Naïr de simetría insisto? ¿Sólo Le Pen abre el camino a la deslegitimación del Estado republicano? ¿Sólo la derecha dura o derecha extrema? ¿Es un disparata pensar que más Macron-Mercadon (también derecha dura y más que dura en términos económicos) implica, a la corta y a la larga, más Le Pen-derecha dura? ¿Quién es el irresponsable si pensamos más allá del corto plazo? ¿Alguien cree que Macron, si las elecciones legislativas próximas le son favorables, va a favorecer una política alejada de los «principios» y políticas neoliberales?
Tercer fragmento: «No es necesario recordar los daños que esta estrategia ha causado históricamente, en especial en Alemania, durante la crisis de la república de Weimar que desembocó, en las elecciones de 1933, en la victoria de Hitler». Victoria no en términos absolutos. Prosigue: «Por supuesto, está claro que Mélenchon no piensa que Francia se encuentre en una situación comparable». Y piensa bien. Y es probable, señala (es decir, más que probable) «que Marine Le Pen no gane. Pero lo que Mélenchon subestima son los objetivos reales de la dirigente del Frente Nacional: ella quiere imponer la hegemonía de su retórica xenófoba, antieuropea e insolidaria como identidad de la sociedad francesa, es decir, dinamitar los fundamentos del pacto republicano y conseguir, mas allá de las presidenciales, un gran bloque de diputados en el Parlamento para apremiar tanto a la derecha como a la izquierda.» ¿Dónde está escrito, qué permite pensar que Mélenchon, la Francia insumisa, subestimen los objetivos reales del Frente Nacional, incluida su más que probable estrategia parlamentaria a partir de las elecciones de junio? ¿No será que otros, en cambio, subestiman la destrucción del Estado asistencial y «el más de lo mismo», más derechos sociales y obreros liquidados. que significa la candidatura de Macron-Mercadon? ¿No leemos, no vemos, no hemos visto las reacciones de los mercados? ¿No ha yotras formas de dinamitar los fundamentos del pacto republicano?
El cuarto paso: «Podrá alcanzar este último objetivo à défaut, es decir, negativamente, con un alto nivel de abstenciones». Con lo cual, señala Naïr inadecuadamente, «no elegir entre los dos candidatos es favorecer a Marine Le Pen cuyo electorado movilizado y homogéneo no se abstendrá». Tampoco el de Macron por supuesto. «Si este domingo supera el 35% de votos, podrá conseguir hasta más de 100 diputados en el Parlamento en junio». No es mecánico, admite, «pero es una posibilidad real». Hay más. «La situación es, por tanto, realmente grave. El escenario de bloqueo político que se perfile, herencia del incalificable quinquenio de François Hollande, puede degenerar claramente en explosiones civiles larvadas, porque las víctimas potenciales de una extrema derecha tan potenciada no están dispuestas a dejarse engullir como corderos». Ni las víctimas potenciales de la derecha dura ni tampoco las víctimas también reales, que engloba a los anteriores, de las políticas que encabeza Macron. Por lo demás, ¿no es herencia del «incalificable quinquenio de François Hollande» el aumento de los simpatizantes o, mejor dicho, votantes del FN, muchos de ellos trabajadores (confundidos) que no tienen nada que ver con el fascismo o con el racismo?
El último paso: «En este contexto, la postura de Mélenchon es espantosa». ¿Espantosa diciendo lo que ha remarcado? «Su escore de la primera vuelta le da la posibilidad de convertirse en el marcador de la oposición de izquierda. Su «ni-ni» actual debilita esta suerte». No es exactamente un ni-ni y Naïr lo sabe. El único voto civilizado, afirma, este domingo 7 de mayo «es para Emmanuel Macron, incluso para preparar contra él el futuro de la izquierda». Puede entenderse la opción de Naïr, la misma que hace años permitió el triunfo aplastante de Chirac, pero, ¿cómo se puede afirmar, insisto, que la posición de Mélenchon es espantosa? ¿Cómo se puede caracterizar, insisto también, su posición como ni-ni teniendo en cuenta lo que ya hemos visto y lo que el mismo Naïr ha reconocido? ¿Dónde está demostrado que el único voto civilizado el domingo 7 sea el voto para Emmanuel Macron?
En síntesis: algunos matices muy importantes de la posición de Mélenchon y la Francia insumisa se han perdido en este comentario crítico (y en, mi opinión, injusto) del siempre admirado Sami Naïr. Y matiz, como dijo una viejo maestro, un filósofo que conoció muy bien la cultura y la política francesa, Manuel Sacristán, matiz, decía, es concepto.
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