1. En el Capítulo V de nuestro libro El papel desempeñado por las ideas y culturas dominantes en la preservación del orden vigente (editorial Dunken, Buenos Aires, 2015) escribíamos: …» Cada vez es más evidente que el mito de la democracia «representativa» o «democracia delegativa» como la llaman algunos, se encuentra en estado de descomposición […]
1. En el Capítulo V de nuestro libro El papel desempeñado por las ideas y culturas dominantes en la preservación del orden vigente (editorial Dunken, Buenos Aires, 2015) escribíamos:
…» Cada vez es más evidente que el mito de la democracia «representativa» o «democracia delegativa» como la llaman algunos, se encuentra en estado de descomposición avanzada. Dicha democracia consiste en que periódicamente los ciudadanos son convocados a elegir entre distintos nombres que figuran en las boletas electorales y optan por quienes creen -previo lavado de cerebro sufrido durante la campaña electoral- que serán las personas que representarán mejor sus intereses y opiniones, delegando en ellos -sin limitación ni control posterior algunos- el poder de decidir sobre todo lo que puede afectar de una manera u otra su propia existencia… …»El voto ciudadano sufre el condicionamiento de la propaganda electoral vehiculizada por los oligopolios mediáticos gubernamentales o al servicio de los sectores de la burguesía opositores al gobierno de turno, medios donde las propuestas alternativas de algunos movimientos de izquierda prácticamente no aparecen. «Y el resultado electoral está también con frecuencia contaminado por la compra de votos y/u otras formas de fraude. No pocos ciudadanos pobres no se sienten en absoluto motivados para votar y tienden a abstenerse. Hasta que aparece una motivación cuando se les propone que voten por determinado candidato a cambio de dinero o de un bono para hacer compras en un supermercado. Votando saben que no incidirán en absoluto sobre las políticas del futuro gobierno, pero por lo menos monetizando su voto podrán llenar una vez, aunque sea parcialmente, el carrito del supermercado. «Por regla general, los elegidos harán lo contrario de lo que prometieron. Porque -como piensan los políticos profesionales y algunos lo dicen en voz alta- una cosa es hacer campaña electoral y otra muy distinta es gobernar. «Hace ya unos cuantos años que muchos ciudadanos han dejado de creer en este sistema y lo manifiestan absteniéndose de votar (las cifras de abstencionistas son cada vez más altas en todo el mundo) o declarando muy mayoritariamente en distintas encuestas su total desconfianza en los políticos y en los partidos políticos en general. Esto último se refleja también en la caída vertical del número de afiliados a los partidos de todas las tendencias. «Como sustituto a la partidocracia surgen movimientos heteróclitos de «indignados» que terminan extinguiéndose o se organizan más o menos «horizontalmente» sin reglas o con reglas más o menos informales. Y pueden desembocar en un partido, como es el caso de Podemos en España. La «horizontalidad» y la falta de reglas formales de funcionamiento claramente establecidas conduce a que el liderazgo lo asuman, con un consenso implícito mayoritario o unánime, los que se expresan y comunican mejor. Es el caso de Pablo Iglesias, diplomado en ciencias Políticas y en Derecho, con estudios realizados en España y en otros países europeos, profesor en España y animador de emisiones de TV. El resultado es que el «horizontalismo» inicial se ha convertido en verticalismo de hecho. Y los disconformes con tal giro y con sus consecuencias políticas no tienen otra alternativa que buscar la puerta de salida. Como ocurre en la partidocracia tradicional. «La conclusión se impone: hacen falta reglas claras formalmente establecidas que incluyan mandatos cortos, rotación de los dirigentes, revocación en cualquier momento, etc. «Otro elemento que muestra la progresiva degradación de la democracia representativa es el análisis de la composición social de los parlamentos -la supuesta «representación popular»- donde nunca estuvieron representadas las clases populares, y en particular los trabajadores, en proporción a su peso demográfico. Y en los últimos decenios la curva de dicha representación es descendente hasta ser actualmente, en lo que se refiere a los trabajadores, casi nula. Las tasas más altas correspondieron, en algunos países, a los períodos en que los Partidos Comunistas tenían una bancada parlamentaria numerosa que incluía a muchos trabajadores y en que los partidos socialdemócratas tenían en sus filas una proporción relativamente alta de trabajadores, lo que se reflejaba parcialmente en su representación parlamentaria. «Ahora los Partidos Comunistas están reducidos a la mínima expresión y ha culminado el divorcio entre los partidos socialdemócratas y las clases trabajadoras. «Por ejemplo en Francia, en la primera Asamblea Nacional de la posguerra, donde el partido Comunista tenía 150 diputados sobre 522, los obreros y empleados representaban el 18,8% de los diputados, la tasa más alta desde la creación de la Asamblea Nacional en 1871. Ya en 1958 esa tasa había disminuido al 4%, en 1967 subió al 9% y en 2012 era del 2%. «Mientras que en la sociedad francesa los obreros y empleados constituyen casi el 50% de la población activa [1].
«Alrededor del 80% de los diputados franceses que entraron al Parlamento en 2007 y 2012 venían de las categorías superiores de la población (industriales, jefes de empresas, profesiones liberales, cuadros superiores, etc.) categorías que constituyen entre el 13 y el 14% de la población[2]. «En el Parlamento Europeo sobre 766 diputados el 0,4% son obreros y el 1,4% empleados (http://geopolis. francetvinfo. fr/qui-sont-les-766-deputes- europeens-26227). «En Argentina, el pico más alto de presencia obrera en la Cámara de Diputados se alcanzó en 1973 con el 6,7% y en 2010 era del 1 por ciento (http://www.icso.cl/images/Pap
II. Las elecciones en Francia
Las recientes elecciones en Francia son un verdadero arquetipo, con ribetes caricaturescos, de la «democracia representativa» del Estado burgués contemporáneo. Macrón, catapultado por el capital financiero con la complicidad de algunos líderes políticos del Partido Socialista y de la derecha tradicional y con el apoyo incondicional de los medios de comunicación y de sus patrones, en la primera vuelta de la elección presidencial obtuvo el 32 % de los votos emitidos y el 16% de los inscriptos en el padrón electoral, pues hubo un 50% de abstenciones. En la segunda vuelta, donde se enfrentaron Macrón y Marine Le Pen del Frente Nacional, un tercio de los electores optaron por no votar ni por uno ni por el otro, ya sea absteniéndose, votando blanco o nulo. Macrón ganó cómodamente con el 66% de los votos positivos, motivados sobre todo por impedir el triunfo de la extrema derecha. En las elecciones legislativas que sucedieron a las presidenciales se presentaron 7878 candidatos de más de una docena de partidos. 135 de ellos (el 2%) declararon como profesión obreros. Entre los partidos con alguna posibilidad de tener diputados electos, presentaron 7 u 8 candidatos obreros el Partido Comunista, el Frente Insumiso, el Frente Nacional y los Ecologistas. Los partidos de centro derecha y el Partido Socialista no presentaron ningún candidato obrero y En Marcha uno.
Todos los candidatos obreros, que ocuparon candidaturas en los distritos donde su respectivo partido tenía menos posibilidades, fueron eliminados en la primera o en la segunda vuelta y el resultado es que en el nuevo Parlamento no hay NINGÚN diputado obrero. Pese a que constituyen el 20,5% de la población activa de Francia[5].
En cuanto a la representatividad formal de los diputados se puede hacer el siguiente cálculo: en la segunda vuelta votaron sólo el 43% de los inscriptos (hubo un record histórico de abstenciones: 57%). Los ganadores obtuvieron en general en torno al 55% de los votos. De modo que se puede decir que los diputados representan el 25% del padrón electoral. En lo que se refiere a la representación parlamentaria por partido, el sistema de elección uninominal por distrito produce resultados aberrantes: En Marcha de Macrón que en mejor de los casos representa un tercio del electorado tiene el 60% de lo diputados. La mayor parte de ellos pertenecientes al mundo empresario. Los medios de comunicación destacan que los diputados de En Marcha provienen de la «sociedad civil». Lo cual es cierto si nos atenemos a la definición que dio Gramsci, siguiendo a Hegel y a Marx, de «sociedad civil»: el gran capital, los medios de comunicación controlados por aquél, la parte de la intelectualidad y de las diferentes organizaciones sociales al servicio del sistema dominante, funcionando junto al Estado pero fuera de él como aparatos de dominación económica, hegemonía ideológica y control social. Hegel a veces la denominaba sociedad civil y otras, más claramente, sociedad burguesa (bürgerliche Gessellschaft). Lyon, 20 de junio de 2017.
Notas
[1] De quel milieu social viennent les députés? Observatoire des inegalités, 2013. Cabe agregar que hace decenios buena parte de los principales dirigentes del PC francés eran de origen obrero. Actualmente no hay trabajadores entre sus cuadros dirigentes ni ocupando cargos electivos en representación del PC. Véase en Le Monde Diplomatique de enero de 2015, Comment un appareil s’éloigne de sa base.
[2] Daniel Gaxie, Questionner la répresentation politique. Université de Paris I, Centre Européen de Sociologie et Science, en Savoir/Agir. Nº 31, mars 2015. Démocratie
[3] Constanza Moreira, Entre la protesta y el compromiso. La izquierda en el gobierno. Editorial Trilce, Uruguay. 2009. pág. 117.
[4] Lenin, El Estado y la Revolución, 1917.
[5] Nos remitimos a lo que escribimos más arriba: …»Se puede decir entonces que la tasa de representación de las capas socio-económicas en los parlamentos está invertida con relación a la realidad social. Dicho de otra manera, las capas sociales más ricas y menos numerosas están sobrerrepresentadas y las más modestas y numerosas están subrrepresentadas. Hay pues, para el ejercicio de la función parlamentaria, un proceso de reclutamiento selectivo y de clase que pasa por las instancias políticas (tanto de derecha como de izquierda) y por los grupos corporativos económicamente más fuertes»…
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.