Cuando amaneció el pasado lunes 5 de febrero, Costa Rica despertó con resaca electoral ante unos estrepitosos resultados de elecciones presidenciales, que demostraban que el discurso religioso había calado en lo más profundo y la realidad política y social nos reflejaba en el espejo a un país dividido, aunque muchas personas aún no quieran verlo […]
Cuando amaneció el pasado lunes 5 de febrero, Costa Rica despertó con resaca electoral ante unos estrepitosos resultados de elecciones presidenciales, que demostraban que el discurso religioso había calado en lo más profundo y la realidad política y social nos reflejaba en el espejo a un país dividido, aunque muchas personas aún no quieran verlo así.
Las y los costarricenses que lo decidan, tendrán que ir a votar en una segunda ronda electoral el próximo domingo 1 de abril en medio de una escalada de la agenda religiosa dizque pro-vida y pro-familia, impulsada desde los púlpitos y en las voces vociferantes de pastores en todo el país.
Los ánimos están revueltos porque en la segunda ronda un periodista y predicador evangélico llamado Fabricio Alvarado, del Partido Restauración Nacional, se enfrentará al candidato oficialista Carlos Alvarado, del Partido Acción Ciudadana. Dos posiciones opuestas en materia de derechos humanos y mucho más.
Pero no es sólo la disputa por la presidencia. El partido Restauración Nacional ganó 14 curules en la próxima Asamblea Legislativa y de ellas siete serán personas que se identifican como pastores y una predicadora.
Hace dos meses Fabricio Alvarado y su partido estaban por debajo del 3% en las encuestas de intención de voto. Pero el impacto del factor religioso fue tal que el domingo 4 de febrero fue favorecido con medio millón de votos o un 24,9%. Dos de los pilares de su agenda son oponerse a reconocer los derechos de la comunidad LGBTI y rechazar cualquier iniciativa para despenalizar el aborto.
Causas conservadoras aliadas con políticas económicas de derecha
Los grupos religiosos fundamentalistas están tiñendo la política con causas conservadoras aliadas con políticas económicas de derecha en varias partes del continente, atrayendo nuevos votantes mientras le pasan por encima a los movimientos sociales.
Por ejemplo, en Brasil la bancada legislativa evangélica es numerosa. Sin embargo, aunque defiende un discurso ultraconservador en términos de derechos civiles y a favor de las políticas económicas de austeridad, existe una diferencia entre lo que piensan sus bases y lo que se defiende en el parlamento. Así lo apunta un estudio de las Universidades Federal de Sao Paulo y Estadual de Sao Paulo, apoyado por la Fundación Friedrich Ebert. Según éste, un 77% de las personas evangélicas entrevistadas está a favor de que enseñen el respeto a la comunidad LGBT en las escuelas; un 70% cree que piropear a una mujer en la calle es ofensivo y un 92% está en contra del recorte en salud y educación pública. Qué interesante.
El alcalde de Rio de Janeiro es el evangélico abiertamente homofóbico Marcelo Crivella, quien es sobrino de Edir Macedo, fundador de la Iglesia Universal Reino de Dios. Esta iglesia es un fuerte grupo económico, dueña de un imperio televisivo, TV Record. En Brasil el avance de los evangélicos se vincula históricamente al régimen militar (1964-1985), que les apoyaron para neutralizar a la incómoda influencia de la iglesia católica que impulsaba la teología de la liberación.
Colombia, un país definido en su Constitución Política como laico, también se enfrenta este año a una elección presidencial donde se debate qué es la familia y si dos personas del mismo sexo tienen derecho a casarse. Y en el plebiscito por la paz, el «no» ganó en gran medida por la campaña que hicieron las iglesias. ¿ Por qué y para quién era conveniente esto?
El comediante cristiano evangélico Jimmy Morales ganó la presidencia de Guatemala en el 2015 con sus principios de «la familia» y «el temor de Dios». Justo esta semana viajó a Estados Unidos a un «desayuno de oración» y reuniones sobre temas de desarrollo donde abordará el Plan para la Alianza de la Prosperidad.
Y en Perú también se acrecienta la influencia política de la iglesia evangélica y se especula que para el 2021 ya estaría creado un partido político que participaría en las elecciones presidenciales y se llamaría Perú Nación Poderosa.
No sólo fue lo del matrimonio gay
En Costa Rica hay un factor que detonó gran parte de la polarización y que desató la mayoría de los discursos de odio y discriminación. Fue el pronunciamiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos el 9 de enero, que ordenó a Costa Rica garantizarles a las parejas del mismo sexo el derecho al matrimonio y todos los demás derechos de las parejas heterosexuales. Pero antes de eso, el 3 de diciembre, fue la Marcha por la Vida y la Familia, a la que asistieron siete de los candidatos presidenciales que condenaron el concepto inventado de «ideología de género» y dijeron que defenderían los valores tradicionales de familia. Sin embargo, se sabe que todo empezó con la de cisión del Ministerio de Educación de implementar las Guías de Educación para la Afectividad y Sexualidad Integral, que incluyen temas como autoestima, relaciones sexuales, nuevas masculinidades y feminidades, derechos de las poblaciones LGBTI y maternidad y paternidad responsables, entre otros.
No obstante, hay que ir más lejos y no pretender que el rechazo al matrimonio entre parejas del mismo sexo fue algo que cayó del cielo y dio poder a estos grupos de un día para otro.
Los resultados de una encuesta difundida en enero de 2017 por el Centro de Investigaciones y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR) ya mostraba una fuerte presencia de conservadurismo entre la población costarricense en temas de derechos humanos.
Según la encuesta, un 70,3% considera que la religión es muy importante en sus vidas; un 60,3% quiere que se mantenga la confesionalidad del Estado costarricense; un 59,4% se opone al aborto en casos de violencia sexual que genera un embarazo; y un 59,2% está en contra de que se apruebe el reconocimiento de parejas del mismo sexo.
Además, los partidos que apelan al electorado cristiano-evangélico han crecido en los últimos cinco años: Entre 1998 y el 2014, el voto para sus diputados pasó de un 2,7% a 8,2% a nivel nacional. La cantidad de personas que apoyó estas candidaturas pasó de 37.600 a 167.300 en el periodo citado, según datos citados en el artículo Voto por diputados evangélicos se triplicó en cinco elecciones, publicado por La Nación.
Laura Fuentes Belgrave, socióloga e investigadora de ciencias ecuménicas de la Universidad Nacional (UNA), comentó que hoy estamos viendo los frutos del trabajo de las iglesias evangélicas durante más de 30 años en comunidades excluidas por las élites, «olvidadas, con precariedad educativa, laboral o situaciones de violencia». En el artículo «Resultado electoral: dos rondas y dos realidades«, publicado por el Semanario UNIVERSIDAD, Fuentes argumenta que «ahí la población ha encontrado un apoyo en las iglesias, que han cumplido un papel, no sólo en asuntos del más allá, sino del más acá, atendiendo necesidades de cuido, vivienda, preparación de líderes o esparcimiento». Estas iglesias que operan en Costa Rica a menudo están conectadas con redes internacionales con recursos económicos.
La fuerza de estos grupos evangélicos preocupa en lo político entonces no sólo porque alimentan una forma de populismo, sino porque forman alianzas con partidos políticos de derecha. Además, recordemos que le dan mucha importancia a la propiedad y al éxito material, con lo que llaman «la teología de la prosperidad», que plantea que quien tiene éxito en esta vida, es querido y especialmente bendecido por Dios.
Discurso del miedo y fundamentalismo religioso
Lo cierto es que los efectos del discurso del miedo y del fundamentalismo religioso arreciaron con fuerza en el país en los últimos meses y han dividido a la sociedad.
Como explicó Óscar Jara, del Centro de Estudios y Publicaciones Alforja de Costa Rica y del Consejo de Educación Popular de América Latina y del Caribe (CEAAL), para impulsar precisamente las políticas neoliberales se ha recurrido a la manipulación ideológica y se han usado argumentos religiosos que lleguen a la sensibilidad de la mayoría de la gente. Así es como estos partidos han podido crecer en el espacio político de base neo-pentecostalista.
Además, si bien estos son sectores que se dicen evangélicos, en realidad están usando el discurso cristiano para manipular, lo cual desencadena más polarización, más extremismo y en la idea fundamentalista que ellos tienen la única verdad y los demás no merecen ningún respeto, ni cabe una diversidad de opiniones.
«El fundamentalismo te hace creer eso, que tienes una verdad que es absoluta y que en esa medida los sectores sociales, sobre todo los populares, en lugar de encontrar vías de ayuda mutua, de solidaridad y de políticas para las mayorías, están pensando en cerrarse hacia estos pequeños grupos, tratando de encontrar una identidad propia que termina enfrentándose a quien no piensa igual», señaló Jara.
«Creo que hay que poner muchísima atención a lo que implique esta política de agudización, de confrontación, que divide a la gente sobre criterios fundamentalistas o fanáticos. El problema es que no es solamente una acción que se está haciendo desde el lado religioso, sino que al tener un espacio en la vida política formal, son partidos que logran tener un acceso a espacios de poder, sea en la Asamblea Legislativa o a nivel de Gobierno. Precisamente van a reforzar la eliminación de esos derechos y eso va a significar una cada vez mayor imposición de este modelo neoliberal, todo barnizado con un discurso que en el fondo es pseudo-religioso, es pseudo-evangélico; no tiene nada que ver con el mensaje de cristianismo, ni el mensaje de amor, de paz, de Jesucristo, ni con la idea de comunidad que plantea el cristianismo, sino que va hacia fundamentos muy iluministas, que terminan aislando y capturando a la propia gente de esas comunidades hacia adentro, hacia sí mismas, a cerrarse y, por lo tanto, el mensaje evangélico va quedando totalmente transformado en un mensaje que en el fondo es de odio y de exclusión», enfatizó Jara.
Gustavo Cabrera, coordinador del Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ) lo ve así: «A los grupos conservadores del planeta, antes les estorbaban los comunistas; pero ahora les estorban las autonomías, la autonomía de la voluntad porque quieren controlarte, controlar tu mente. Les amenazan la autonomía indígena, de las mujeres, universitaria, de la instituciones, municipales, etc. Quieren imponer la construcción de una identidad espiritual y para que usted no decida le inmovilizan la conciencia
«Y esos grupos fundamentalistas religiosos están ligados y apoyados por empresas transnacionales porque esto es un gran negocio, mercantilizar a esta masa a la que se le ha impuesto una construcción de mundo».
Fabiola Pomareda García es periodista. Trabaja en la Asociación Voces Nuestras, Centro de Comunicación Educativa, en San José, Costa Rica. Posee una Maestría en Periodismo de la Universitat de Barcelona/Columbia University New York. Colabora con diversos medios nacionales y extranjeros.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.