El pensamiento político y el legado de Berta Cáceres fueron los temas abordados en el Foro «No se agüiten, compas», organizado por la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en Honduras, y realizado en el marco de las actividades que acompañaron el inicio del juicio contra los imputados por el asesinato de la dirigente […]
El pensamiento político y el legado de Berta Cáceres fueron los temas abordados en el Foro «No se agüiten, compas», organizado por la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en Honduras, y realizado en el marco de las actividades que acompañaron el inicio del juicio contra los imputados por el asesinato de la dirigente indígena lenca.
Miriam Miranda, coordinadora de la Organización Fraternal Negra Hondureña (Ofraneh), conversó con La Rel sobre este importante momento.
Asimismo se fue tejiendo toda una trama para desvirtuar su figura y su pensamiento.
No quieren que el mundo sepa que Berta fue asesinada por el trabajo y la lucha que emprendió, junto al Copinh[1], en defensa de la tierra y los bienes comunes, de los derechos de los pueblos indígenas, en contra de un modelo neoliberal, racista y patriarcal que impulsa proyectos de muerte.
Es por eso que en el banquillo de los acusados no están los autores intelectuales del crimen, los que planearon y financiaron el asesinato. Ni siquiera aceptaron que el Copinh figurara como víctima y que miembros de la familia Atala Zablah[2] testificaran en el juicio.
Es por eso que el Ministerio Público se ha negado a entregar a las partes toda la información que posee sobre el caso.
El Estado es cómplice y no tiene la voluntad política para buscar la verdad. Ni siquiera tuvo la decencia de cerrar el proyecto hidroeléctrico Agua Zarca, que originó el conflicto que llevó al asesinato de Berta.
Nos estigmatizan, criminalizan, amenazan y asesinan. Dicen que estamos en contra del desarrollo, que somos vándalos, delincuentes, terroristas.
Mientras tanto arrecian la represión con nuevos desalojos de comunidades enteras que luchan contra la minería, los proyectos energéticos, la expansión de la palma africana.
Honduras está a la venta y no hay ninguna intención de reconocer los derechos indígenas, el derecho a ser consultados y a decidir sobre nuestros territorios y los bienes comunes.
Cuando miraron que no bajábamos a la ciudad a pedir comida sino a reivindicar derechos, comenzó la represión.
Tenemos siglos resistiendo y luchando para que no nos desaparezcan. Nuestra lucha es el dolor de cabeza más grande de esta clase política corrupta, de esta mafia económica que tiene secuestrado al país.
Vivimos en un Estado fallido, sin gobernabilidad, ni institucionalidad, ni independencia de poderes.
Cuando se reanude el juicio por el asesinato de Berta debemos arreciar la campaña de solidaridad nacional e internacional con los familiares y el Copinh. Debemos exigir justicia para las víctimas y castigo para los autores materiales e intelectuales.
Hablar de Berta es hablar de lo que hay que hacer, de las luchas que vamos a emprender, de no agachar nunca la cabeza, de seguir movilizándose, de buscar siempre alianzas y articulaciones, de llamar las cosas por su nombre.
Independientemente del resultado del juicio, ya no van a poder borrar eso. Se trata de lo que significa Berta para el país y para los pueblos del mundo. Hoy mucha gente se levanta desde los territorios en nombre de Berta Cáceres.
Debemos seguir fortaleciendo su legado, su lucha, su presencia en cada rincón de nuestras tierras, su ejemplo en no quedarse callada, pasiva, con miedo.
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