Traducido para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
El proyecto de constitución [europea] ha sido concebido para escapar al control de los pueblos. Sobrecargado con unos 450 artículos, enmascara su contenido real bajo un lenguaje estereotipado. Mostremos algunas de sus declaraciones y engaños.
La constitución declara en su preámbulo «inspirarse en las herencias culturales, religiosas y humanistas». No se inscribe ni en el principio de la laicidad ni en el de la separación entre los poderes públicos y las iglesias, al contrario, instituye el diálogo con ellas (VI-1-52).
En parte alguna se hace referencia a las naciones. La economía constituye una materia esencial. En su artículo I el texto plantea el postulado de un mercado en el que «la competencia es libre, no falseada y de una economía social de mercado altamente competitiva». Traducción al castellano: lo que se promete es poner aire acondicionado en la selva. El artículo III-216 estipula de forma anodina «la reducción de las barreras aduaneras y otros«, por tanto, la renuncia a toda protección. El Banco Central (I-30), independiente de los Estados miembro, (esto es, sordo a toda voluntad popular, a todo interés nacional) tiene un objetivo estrictamente monetarista. En otras palabras, el dinero está al servicio de los negocios y no al de los pueblos. Se trata de un retroceso sobre los trabajos de Keynes (1). En materia de empleo, la Unión (1-14) «toma medidas para asegurar la coordinación de las políticas de empleo de los Estados miembro». ¿En qué sentido? En el de «promover una política de mano de obra cualificada, formada, susceptible de adaptarse, lo mismo que los mercados del trabajo, y apta para reaccionar rápidamente ante la evolución de la economía» (III-97) «teniendo en cuenta la necesidad de mantener la competitividad de la economía de la Unión» (III-103). Es decir, del beneficio. En otras palabras, poner el trabajo bajo la bota del capital. «Toda persona tiene derecho a buscar un empleo y a trabajar» (II-15-1). ¡Menos mal! Pero, con todo, no se reconoce el derecho al trabajo.
Se consagra, en cambio, el derecho a la propiedad (2).
En materia de transportes «tener en cuenta la situación económica de los transportistas» es dar prioridad a la carretera. Se ha programado la rápida extinción de los servicios públicos. Son reemplazados por Servicios de Interés Económico General, definidos difusamente como «aquellos a los que todos atribuyen un valor» (?); se prohíbe «todo tipo de ayuda bajo la forma que sea que amenace con falsear la competencia».
Claro está, se confirma y agrava el debilitamiento de los parlamentos nacionales. La expresión de sus pareceres motivados (especie de derecho de amonestación) se reduce como la piel de zapa y tropieza con condiciones redhibitorias (3).
En materia tanto de defensa como de política exterior se garantiza a Estados Unidos y a su Caballo de Troya británico que «los Estados miembro trabajarán en estrecha colaboración con la OTAN» (III-216).
Esta constitución cerrada rigurosamente con cerrojo se edifica contra las naciones, pone bridas al mundo del trabajo y somete feudalmente a Europa a Estados Unidos.
(1) Keynes (1883-1946) economista faro de la social-democracia.
(2) «Nadie puede ser privado del derecho a la propiedad a no ser por causa de interés público».
(3) Redhibitorio: que constituyen un impedimento mayor. El plazo para la toma de posesión sólo es de seis semanas y los pareceres deben emanar de varios parlamentos nacionales que representen al menos un tercio del conjunto de las voces atribuidas a los parlamentos. La Comisión sólo puede reexaminar su propuesta, que puede modificar o mantener.
Tomado de:
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