Jonathan Wheatley

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Es un caso que caracteriza lo que ocurre en Latinoamérica. Una empresa brasileña de biotecnología desarrolló con éxito una vacuna contra el cáncer. La falta de recursos para financiar más investigación ha frenado su crecimiento. Ahora ha sido tentada por el gobierno sudcoreano para mudarse a esa nación, con todos los incentivos para generar conocimiento fuera de su país de origen.

China se ha convertido en un voraz consumidor de materias primas. Brasil, la mayor economía latinoamericana, ha visto abrirse una ventana de oportunidad. Provee a ese país de insumos, pero al tiempo ha buscado asociaciones estratégicas que incluyen un acuerdo entre empresas de aviación y productores de acero. Mientras, México lamenta la pérdida de capacidad de competencia ante las mercaderías chinas.

La creación de una compañía petrolera integrada por los países de América del Sur no es idea nueva, aunque en las últimas semanas el tema suena cada vez más. La iniciativa está apoyada por Venezuela y, al menos públicamente, Brasil no la ve con malos ojos. Consideraciones comerciales han hecho que el proyecto marche lentamente, pero la ola de nacionalismo que recorre el subcontinente puede ser el combustible que lo impulse.