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Este tratado europeo no es viable, otro sí es posible

Fuentes: Rebelión

La Unión Europa nunca podrá competir con Estados Unidos a lo estadounidense pues, nunca tendrá cientos de bases militares repartidas por más de medio mundo en más de cien países con tantas guerras y conflictos abiertos para controlar, principalmente, los recursos energéticos de petróleo y gas. Nunca podrá tener la mayoría de las armas de […]

La Unión Europa nunca podrá competir con Estados Unidos a lo estadounidense pues, nunca tendrá cientos de bases militares repartidas por más de medio mundo en más de cien países con tantas guerras y conflictos abiertos para controlar, principalmente, los recursos energéticos de petróleo y gas. Nunca podrá tener la mayoría de las armas de destrucción masiva, con miles de cabezas nucleares y miles de toneladas de armas químicas. Nunca podrá arrogarse ser el ombligo del mundo con tanta deuda interna y externa e incumplir tantos acuerdos internacionales violando, además, los Derechos Humanos y auto calificándose como eje del bien y diciendo como Bush, que Dios está con nosotros. Nunca podrá consumir el 25 por ciento del petróleo mundial siendo el país más contaminante, que se burla además, de los acuerdos de Kioto. Europa nunca podrá -ni deberá- tener tantos «nuncas» para competir así, al modo y estilo estadounidense. Este mundo ya no da más de sí de lo que hasta ahora ha dado, y que ha sido mucho.

El modelo estadounidense se acerca a su fin, al igual que los insensatos que lo quieren imitar. Sencillamente es caduco e insostenible y sólo se mantiene por la fuerza, sembrando el planeta de guerras, miseria, pobreza y muerte. Del África, diezmada por la esclavitud y por el colonialismo, ya no queda nada que estrujar, aparte de que por cada euro que recibe paga varios, por aquello de la «ayuda» del FMI, BM y similares. En el Extremo Oriente de Asia la era de las hazañas bélicas de Birmania, Camboya, Vietnam y del resto de los países ya casi nada. En Asia del mar Caspio aún queda algo, pero complicado y seguramente caro de arrebatar. En Oriente Medio, qué decir ya sobre Iraq, Palestina y del resto de los países «tutelados» por el modelo y al modo norteamericano. En América del Sur y centro América ya casi como en África pero con países insurgentes, liderados por Venezuela y Cuba.

El mundo está más que exprimido y el modelo del Imperio estadounidense que necesita desayunarse un país entero cada mañana, comienza a tener síntomas de asfixia pues, todo es poco para quién es insaciable.

Un Tratado para una Constitución empeñado en competir y seguir la estela estadounidense ni será operativo ni saldrá adelante por muchos gobiernos y parlamentos que lo aprueben, a espaldas de la ciudadanía. Solamente una apuesta por una política social y la optimización de los propios recursos, pueden propiciar un desarrollo cualitativo. No se puede seguir pensando en insostenibles crecimientos cuantitativos basados en incrementos del consumo de energía y del agotamiento y degradación de la naturaleza, tal como está sucediendo y en lo que está basado el actual llamado desarrollo que es lo que este Tratado pretende perpetuar -como si ello fuera posible- con su neoliberalismo, reiterado en numerosos artículos, y donde «la competencia sea libre» Art.3, para garantizar «la libre circulación de personas, servicios, mercancías y capitales y la libertad de establecimiento» Art.4, deslocalizándolo todo con la misma facilidad. Para estos políticos, las personas y los capitales son lo mismo, el mismo negocio. Las prestaciones sociales se relegan y supeditan al libre mercado y a su desarrollismo. La sanidad y el resto de los fundamentos sociales quedan pendientes o definidos vagamente. No es un «no» a Europa, lo es a éste engendro de Tratado que pretende una Europa plutocrática, no democrática.

Es curioso que haya tanta o más preocupación por el agotamiento de los acuíferos que por el de los yacimientos de petróleo o gas natural. Podrá llover más o menos, pero algo lloverá, mientras que la energía fósil, sencillamente es la que hay e irrepetible. Su consumo sigue subiendo, la producción a punto de tocar techo, y las reservas descendiendo. Hace ya unos años que el incremento del consumo es mayor que el descubrimiento de nuevos yacimientos, es decir, las reservas disminuyen. Cuando se gasta más de lo que se ingresa, se consumen los ahorros y la hucha tiene sólo lo que tiene, hasta que se acaba. El actual modelo es robar huchas mediante guerras interminables y a esto o a cosas similares aspira este Tratado, cuyo articulado nunca se discute, pero es lo que se vota, pero no a si se quiere o no ser europeos.

Estamos en el punto del desencanto de la política y de la mediocridad de sus políticos que han montado el gran cortijo allá en Bruselas, rodeándose de fastuosas reuniones, comisiones y demás parafernalia. Como en el siglo XIX y para no ser menos, ya tenemos nuestro propio fantasma recorriendo Europa, esta clase política, con su insaciable deseo de medrar y de perpetuarse a costa de los ciudadanos, como siempre.