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La hora de las especulaciones

Fuentes: GaIN

No han pasado muchas horas desde que la capital londinense se ha visto sacudida por varias explosiones y toda una larga nómina de analistas, tertulianos y especialistas se han lanzado al peligroso juego de la especulación. A ello, obviamente, le acompaña toda una serie de calificativos para definir los atentados y nos presenta una lectura […]

No han pasado muchas horas desde que la capital londinense se ha visto sacudida por varias explosiones y toda una larga nómina de analistas, tertulianos y especialistas se han lanzado al peligroso juego de la especulación. A ello, obviamente, le acompaña toda una serie de calificativos para definir los atentados y nos presenta una lectura rápida y nada sosegada de lo que ellos señalan como el futuro escenario.

Sin embargo, desde una análisis más tranquilo, tal vez se pueda profundizar un poco más en la compleja realidad que rodea a este tipo de acontecimientos, y huir al mismo tiempo de clichés simplistas y repetitivos, a los que algunos parecen asirse como único argumento para sostener sus apreciaciones. Y una vez más nos encontramos ante una cruel realidad que requiere buscar las raíces y los motivos que llevan a este tipo de atentados, sin que ello tenga que significar de ninguna manera una justificación de unos actos tan deplorables como los que han ocurrido en Londres.

Por un lado, hay que señalar bien claro l apoca credibilidad moral que pueden pretender presentar esos dirigentes que no tienen ningún problema para presentarnos u ocultarnos la jerarquización de las víctimas. Para muchos medios de comunicación y líderes políticos, sobre todo a tenor de lo publicado, los atentados del 11-s, del 17-m en Madrid y éste de Londres son los ejemplos que continuamente se ponen sobre la mesa. Dejando de lado al mismo tiempo, los que tuvieron lugar en Marruecos, Bali o Turquía, por poner tan sólo unos ejemplos. Es evidente que para esos actores, las víctimas que se han producido en la capitales del «primer mundo» están siempre en su discurso, mientras que el resto acaba perdiéndose por el paso del tiempo.

¿Quién?

Tras las condenas y descalificaciones viene el abanico de especulaciones sobre la autoría de los atentados. La mayoría señala sin rubor hacia al-Qaeda y bin Laden, y probablemente desconociendo la transformación que en esa organización se ha producido en los últimos años. Si bien es cierto que la función ideológica de bin Laden ( y también de Ayman Zawahiri y Abu Musab Zarqawi) se presupone en esa compleja red de organizaciones y de intereses va más allá que lo que se nos presenta como al-Qaeda.

Tal vez, y como consecuencia de la campaña de persecución estadounidense, el movimiento jihadista se ha visto obligado a ese cambio, pasándose a una estructura mucho más descentralizada e independiente, lo que no ha disminuido su capacidad de actuación. En la actualidad, al-Qaeda sería el paraguas ideológico que sustentaría buena parte de las agendas propias de cada una de esas organizaciones locales, e incluso sería el motor para la actuación de las llamadas células «dormidas». Paralelamente a este cambio también se ha dado una variación en la composición de los miembros de esta red. Si los miembros más antiguos habrían adquirido experiencia tras su paso por Afganistán (buena parte de estos miembros han podido ser controlados por los servicios de seguridad), en estos momentos, miles de nuevos miembros englosan las filas de estas células y no tienen nada que ver con los anteriores. Por lo general son más jóvenes, muchos de ellos tienen nacionalidad de algún país europeo (lo que les facilita la movilidad en Europa y en su país de origen) y no están bajo control de los servicios de información europeos. Un analista apuntaba con cierto pesimismo que «desde el 11-s más de 4.000 personas han sido detenidas por su presunta vinculación con estos grupos, sin embargo, son reemplazados inmediatamente, e incluso en número mayor».

Este tipo de actuaciones, al hilo de lo que hace años lleva manifestando bin Laden, busca crear divisiones entre Estados Unidos y sus aliados y golpear también los cimientos económicos de esos estados, algo que lleva tiempo incidiendo el líder de al-Qaeda en sus comunicados. También hay que resaltar la delicada situación que parece rodear las actuaciones de los servicios de información europeos, incapaces de predecir e impedir este tipo de atentados, lo que pone en evidencia una vez más el difícil equilibrio que parece existir en este enfrentamiento. De momento, la percepción de la gente de la calle es que estos grupos jihadistas actúan eligiendo detalladamente el lugar y la fecha. Un ejemplo de ello son los atentados de Londres, realizados tras la elección de esa ciudad como sede olímpica del 2012, con una cumbre del G-8 en Escocia, y llevados a cabo al parecer sin mucha complejidad técnica.

¿Por qué?

El tablero mundial soporta en la actualidad un enfrentamiento entre dos alternativas de poder, y buena parte de la población nos encontramos en medio de ese combate, y en ocasiones nos convierten en «daños colaterales» y otras veces en «víctimas inocentes». Desde algunos análisis se quiere presentar esta situación como un «choque de civilizaciones», pero la realidad es mucho más compleja. Bajo el soporte ideológico estructurado en torno al discurso de bin Laden estos grupos llevan adelante sus actuaciones (sólo en Europa se calcula que hay más de veinte redes activas, algunas de las cuales tienen lazos con organizaciones del norte de África, donde se calcula también que podrían operar más de 50 grupos diferentes).

El movimiento jihadista ha señalado claramente «sus enemigos». Desde Estados Unidos y sus aliados a Israel, pero también conviene señalar que ha declarado la guerra a los que ellos consideran regímenes musulmanes » impíos» (desde Pakistán a Indonesia, desde Marruecos a Arabia Saudita…). En definitiva que asistimos a una guerra a escala mundial que lejos de mostrar visos de solución parece enconarse en un callejón sin salido, o cuando menos, de una difícil salida a corto plazo. Para poder superar este bloqueo y ese pesimismo «determinista», es fundamental ahondar en las razones que mueven a cada uno en este enfrentamiento, y sobre todo profundizar en el conocimiento de las realidades que rodean a toda esa red de organizaciones jihadistas que siguen empeñadas en llevar a delante su estrategia, con las trágicos y crueles consecuencias que estamos viendo estos días. Mientras tanto, volver a especular sobre el probable atentado que seguirá al de Londres no nos conduce a ninguna parte, tan sólo a seguir alimentando el discurso simplista y lleno de tópicos que algunos se aferran a mantener en aras de su propio beneficio.