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El Coco, en Italia

Fuentes: Rebelión

Asustada, temblorosa, huyendo de casa en zapatillas como Pilar, la esposa maltratada del film Te doy mis ojos: así se presenta hoy Italia. Sin ojos. Tan acojonada y perdida como la América retratada por M. Moore en Bowling for Columbine. Hoy es la pandemia aviaria; ayer, los atentados de Londres y Sharm. Tumbada Italia a […]

Asustada, temblorosa, huyendo de casa en zapatillas como Pilar, la esposa maltratada del film Te doy mis ojos: así se presenta hoy Italia. Sin ojos. Tan acojonada y perdida como la América retratada por M. Moore en Bowling for Columbine. Hoy es la pandemia aviaria; ayer, los atentados de Londres y Sharm. Tumbada Italia a la sombra de una sombrilla, el 28 de julio de 2005, el Senado italiano aprobó con una larga mayoría (votaron en contra Rifondazione Comunista, Verdes y PDCI) el «paquete Pisanu», una serie de medidas urgentes contra el terrorismo internacional; para entenderse, la versión italiana del Patriot Act de Bush. El mes de julio había comenzado con los atentados de Londres y Sharm el Sheij. Igual que tras el 11S o el 11M, cundió el pánico. Arreciaron las falsas alarmas, no-noticias que reavivaban la angustia. Viene al caso recordar algunas documentadas mediante una simple búsqueda en Google: 12/7, Foggia; 15/7, tren Milán-Turín; 22/7, Perugia; 23/7, aeropuerto de Catania; 24/7, vuelo sospechoso procedente de Ibiza destinado al aeropuerto de Roma-Ciampino; 1/8, aeropuerto de Bari; 4/8, puerto de Olbia; 8/8 tren Lecce-Turín; 12/8, paquete sospechoso con escrito en árabe en Spoleto; también el 12/8, metro B de Roma; 13/8, Catedral de Orvieto; 15/8, tren Venecia-Trieste; también el 15/8, Siena; 19/8, estación de tren de Avezzano; 23/8, Capri; 24/8, Palacio de Justicia de Génova, segunda alarma en dos días; 27/8, Ascoli Piceno; también el 27/8, aeropuerto de Roma-Fiumicino; 31/8, ferry con 2300 pasajeros, Porto Torres; 31/8, ferry a Ischia; 5/9, Festival de Cine de Venecia; 7/9, Rimini; 7/9, aeropuerto de Milán Malpensa.

Cerrada la sombrilla y guardadas las toallas, el regreso a la ciudad ha coincidido con la aplicación de la nueva ley, que se ha traducido en la expulsión forzada de cuatro musulmanes : el famoso imam de Turín, el líder del centro cultural islámico de Como, un presunto terrorista del Gia y un tunecino supuestamente relacionado con una célula terrorista de Al Qaeda presente en Piamonte. La nueva ley dispone que se pueda recurrir la decisión ante los tribunales, pero estos en ningún caso pueden suspender la disposición del Ministro del Interior.

La excepcionalidad de la medida no ha causado mucho revuelo que se diga, y es que Beppe Pisanu, Ministro del Interior, pasa por ser un hombre moderado y prudente. Lo es, de hecho, si se le compara con el Presidente del Senado, Marcello Pera, uno que describe el estado alarmante en que vive Europa en términos como los siguientes:

«En Europa ondean las banderas con el arco iris incluso ante las masacres, y se retiran las tropas del frente de guerra contra el terrorismo incluso cuando el terrorismo se cobra víctimas en nuestra propia casa -la referencia es a las marchas por la paz contra América y a la decisión española sobre Irak. En Europa, la población disminuye, se abren las puertas a la inmigración incontrolada y nos volvemos «mestizos». Y así sucesivamente de alarma en alarma»[1].

La respuesta a la alarma en que vivimos está clara para Pera: basta de tolerancia, hemos de defendernos con todos los medios, hasta con «la fuerza de las armas». Recordemos en este sentido que el Ministro Calderoli (Lega Nord) propuso se votara -ahí es nada- el estado de guerra en el Parlamento (9/7, Corriere).

Cerrada la sombrilla, guardadas las toallas y las cremas protectoras, venimos a saber que, dentro de un mes, nacerá el nuevo Gran Hermano de la Unión Europea. Se tiende hacia un acuerdo entre los 25 gracias al cual se creará un archivo que, durante un año, y cueste lo que cueste, se conservara toda llamada telefónica, email y sitio Internet visitado por los ciudadanos de la UE.. No sólo: ¿han oído hablar de la Operación Kratos, esa técnica de la policía israelí que induce a los policías a disparar al sospechoso kamikaze para evitar que salte por los aires, y que ya ha sido estrenada en el caso del acribillado De Menezes?

Nada nuevo en definitiva: simplemente se ve que dilaga en Europa ese estado de excepción tan bien descrito por el filósofo Giorgio Agamben. La seguridad, nos repiten, tiene un precio. Hay que estar contentos de que se erosionen los derechos civiles si no queremos saltar por los aires. He aquí el maldito precio: terror seguro. Por la cuenta que nos tiene, interesa desmontar esta estrategia que tanta merma y retroceso está causando. En este sentido, puede ser reveladora una aproximación al terror desde el punto de vista de la neurosiquiatría. El capricho número 3 de Goya representa a una madre que da refugio a dos niños que escapan asustados de una figura envuelta en una sábana. Se titula Que viene el Coco y en el manuscrito de la Biblioteca Nacional aparecía con el siguiente comentario: «Las madres tontas hacen medrosos a los niños figurando el Coco; y otras peores se valen de este artificio para estar con sus amantes a solas cuando no pueden apartar de sí a sus hijos». Pues bien: digamos que esos niños muertos de miedo, cuyo consuelo único es el contacto con la madre, cómplice a su vez del engaño, somos nosotros, esto es, los 8.000 invitados a la fiesta de Buckingham Palace el 8 de julio, los estadounidenses que apenas chistan cuando les imponen el Patriot Act, los italianos que no se rebelan ante más disparos contra una patrulla de Carabinieri por parte de tropas de EEUU en Irak (29/8, Unità), los italianos amordazados que ven cómo el Ministro de AA.EE Gianfranco Fini, a instancias de cuarenta y cuatro parlamentarios estadounidenses, deniega el visado a cuatro participantes en la conferencia internacional dedicada a Irak acusándolos de ser «exponentes de la oposición iraquí que vienen a buscar apoyo financiario para el terrorismo».

Bajo el imperio del terror -leemos en el artículo Neuropsiquiatría del terror[2] de Giuseppe Genna- se produce una suerte de ecualización, de estabilización, y, por añadidura, de derrumbamiento de la conciencia del sujeto colectivo. Este sentir adiabático se observa en los múltiples llamamientos a la unidad que tienen lugar después de todo atentado: «United we stand«, «todos somos neoyorkinos», «todos somos londinenses», «el país está unido como uno solo», «no cambiarán nuestros valores». Pero cuidado, esta compacidad es sólo aparente, como demuestran los dos pesos y dos medidas de Londres y Sharm. Todos fuimos londinenses, pero no fuimos igualmente egipcios. El Inter de Milán, que se negaba a jugar por «no gravar el trabajo de las fuerzas de seguridad inglesas» recibió una sonora reprimenda de parte de Ken Livingstone «el Rojo», alcalde de Londres, quien consideraba como una victoria de los terroristas la decisión del Inter. Terminó jugando. Pronto supimos que los costes del atentado de Londres alcanzarían los 5000 millones de dólares, tanto como un huracán o la epidemia de SARS, nos dijeron. Y lo que son las cosas: aun a sabiendas de la estricta dependencia de la economía egipcia del turismo, el Ministerio de AA.EE italiano invitó a los operadores turísticos a desaconsejar que se viaje a Egipto, envió chárters para repatriar a sus ciudadanos. Resultado: de Sharm volvieron más de 15.000 de los 30.000 turistas y quedaron canceladas el 85% de reservas. ¿Pudo más la seguridad que la unión?

Atentados terroristas, secuestros, desastres naturales, epidemias, ántrax (¿recuerdan?): son muchos nuestros terrores y una sola la Madre que nos sirve de cobijo y nos hace sentirnos unidos, sin libertad, sin ojos, después de habérselos dado a Ella, Mamá Estado, que vela por nosotros. Qué más da: estamos a salvo del Coco. Hasta que dejemos de creérnoslo.



[1] PERA, M.: Democrazia è libertà? In defesa dell’Occidente. Discurso pronunciado en el Meeting de Comunione e Liberazione. Rimini, 21 de agosto de 2005.

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