La región italiana de Val Cenischia ha sido ocupada militarmente para impedir las manifestaciones contra el Tav. El conocido metereólogo del programa «Que tiempo hace» que transmite la RAI 3, Luca Mercalli, un convencido opositor del proyecto ferroviario del «Trazado de alta velocidad» (Tav) Turín – Lyon, ha expresado su indignación a PeaceReporter por lo […]
La región italiana de Val Cenischia ha sido ocupada militarmente para impedir las manifestaciones contra el Tav. El conocido metereólogo del programa «Que tiempo hace» que transmite la RAI 3, Luca Mercalli, un convencido opositor del proyecto ferroviario del «Trazado de alta velocidad» (Tav) Turín – Lyon, ha expresado su indignación a PeaceReporter por lo que está sucediendo en Valsusa, que desde anoche está ocupado militarmente por centenares de agentes antidisturbios que han bloqueado las carreteras y hasta los caminos mulateros y los senderos de acceso a Val Cenischia para impedir las manifestaciones anti-Tav que estaban previstas para cuando se iniciara el sondeo geológico. El pueblo de Venaus está cercado: la gente no ha podido ir a trabajar y los niños no han podido ir a la escuela. Ha habido enfrentamientos con los manifestantes. Se teme incluso la intervención del ejército.
«Que el ejército venga o no venga, no cambia la situación», dice Mercalli. «Que los uniformes sean azules o verdes tiene poca importancia, porque en cualquier caso estamos ante una verdadera y auténtica ocupación militar del territorio. Ni siquiera para combatir a la mafia en el sur se había visto un despliegue similar de fuerzas. Y aquí, en todo caso, es al contrario: aquí es la mafia el sujeto protegido, esa mafia interesada en la realización de este insensato proyecto. Y por otra parte, el peligro del que se quiere proteger al Tav son 50 mil ciudadanos que se oponen pacíficamente: pacíficos «ciudadanos», no «manifestantes», no «demostrantes» como vienen definidos con un sentido denigratorio. Ciudadanos que defienden, ellos solos, sus derechos. Es todo lo contrario de lo que debería ser: la policía en vez de proteger a los ciudadanos de la mafia, protege a la mafia de los ciudadanos».
«Hasta ahora el proyecto ferroviario del Tav ponía en riesgo la salud de los ciudadanos, ahora está poniendo en riesgo la democracia y las libertades civiles», nos dice por teléfono, desde Valsusa, Claudio Giorno, de la Legambiente, uno de los promotores históricos de las protestas anti-Tav. «Desde la pasada noche Val Cenischia está ocupada militarmente: centenares de agentes de las fuerzas del orden con el uniforme antidisturbios han tomado posiciones para proteger las obras. Han cerrado el valle con puestos de control en las carreteras y hasta en los caminos mulateros y los senderos, impidiendo por completo la libre circulación de los residentes, que no han podido ir a trabajar, que no han podido acompañar a sus hijos a la escuela. El pueblo de Venaus, así como el de Novalese, situado en la parte alta del monte, están cercados y aislados: quien allí vive no puede salir y quien quiere llegar a su propia casa debe mostrar los documentos en el control, como si estuviéramos en estado de guerra. Y en vista de la manifestación de mañana parece que quieren llamar incluso ¡al ejército! Los manifestantes han sido golpeados por la policía, que no ha dudado en levantar las porras contra los eurodiputados de la Comisión Peticiones, llegados a Valsusa para ver con sus ojos la situación que hay. Ahora la han visto sobre su piel».
Las protestas de la Delegación de la UE. Mientras que Giorno habla por teléfono se oye la sirena de una ambulancia que lleva al hospital a Antonio Fermentino, el presidente de la Comunidad Montana Valle Susa Bajo, que se había caído al suelo al sufrir un desvanecimiento durante la manifestación. Antes de sentirse mal había gritado por el micrófono: «Es la más grave militarización del territorio que haya habido jamás. Los ciudadanos no pueden entrar ni salir de Venaus».
Un poco antes, otra ambulancia llevaba al hospital al diputado Vittorio Agnoletto, levemente herido durante un alboroto con la policía con la que trataba de negociar para que se permitiera el acceso de la delegación europea.
«La ocupación militar de Venaus – han declarado los tres europarlamentarios, dos españoles y un inglés – es una ofensa a la población local que protesta pacíficamente contra el inicio de las obras de sondeo. Y es también un insulto a la integridad de esta delegación parlamentaria». Uno de los dos españoles ha sentido que se ahogaba cuando la policía empujaba hacia atrás a los manifestantes que intentaban romper el cordón.
«Esta no es democracia». «Nunca hubiéramos imaginado que se llegaría a esta situación», dice Giorno. «Esta militarización del territorio es absurda porque pisotea los derechos civiles de los ciudadanos, no sólo los de aquellos que quieren demostrar su desacuerdo con el Tav sino los de todos aquellos que tienen la desgracia de habitar en estos valles. Esta reacción despropositada no es digna de un país democrático: la democracia no existe cuando el poder reacciona sin el consentimiento de la población, cuando las autoridades están dispuestas a todo, incluso al uso de la fuerza, con tal de llevar a cabo un proyecto. Actuando así, golpeando no sólo a los manifestante sino a toda la población, el resultado que se ha obtenido es el de provocar rechazo en todos contra esta insostenible situación, incluidos aquellos que quizás están de acuerdo con el Tav. Lo demuestran los directores de las escuelas y las protestas de los habitantes de Venaus, furiosos porque no pueden salir de casa para ir a trabajar, lo demuestran las huelgas espontáneas de solidaridad de los obreros de todo el valle de Valsusa, que esta mañana han dejado las fabricas para unirse a la protesta».
«¿Bajo ocupación durante 15 años?». «La operación con la que se ha iniciado la ocupación militar del área de las obras de Venaus y de todas las carreteras de acceso a Val Cenischia – continua Giorno – es la prolongación de la situación que desde hace ya un mes se vive en el pueblo de Mompantero, donde los controles funcionan desde la noche del 31 de octubre. Aquí, la policía había puesto un control la víspera del día de difuntos, justo al lado del cementerio, que ni aún haciéndolo aposta, de modo que, al día siguiente, la gente del pueblo no pudo ni siquiera ir a honrar a sus muertos. ¿Tal vez nos debemos preparar para vivir así durante los próximos quince años, es decir, durante todo el tiempo previsto para la realización de las obras del Tav? ¿O la alternativa, para evitar la ocupación militar, es ceder a este chantaje antidemocrático y renunciar a nuestro derecho de manifestarnos contra un proyecto que a su vez atropella nuestro derecho a la salud y a un ambiente sano? ¡No puedo creer que hayamos llegado a este punto! No puedo creer que no haya ningún político que no diga NO a lo que está sucediendo aquí, donde, dada la situación, no sólo se cuestiona un proyecto ferroviario sino la misma supervivencia de nuestra democracia».