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Los sueldos de los funcionarios medios de la UE superan los 8.000 euros

El gran negocio de convertirse en un euroburócrata cualquiera

Fuentes: El Mundo

  En Bruselas, llueve una media de 18 días cada mes, por lo que en invierno sólo hay dos horas de luz solar diarias; en las calles de la mayoría de los barrios se oye el eco de los propios pasos; la basura se recoge un máximo de dos veces a la semana y la […]

  En Bruselas, llueve una media de 18 días cada mes, por lo que en invierno sólo hay dos horas de luz solar diarias; en las calles de la mayoría de los barrios se oye el eco de los propios pasos; la basura se recoge un máximo de dos veces a la semana y la población local nunca ha sido célebre por su simpatía. Pero basta hablar con cualquier funcionario europeo para escuchar sólo maravillas de uno de los destinos más deseados, el lugar de donde los expatriados se resisten a marcharse por su alta calidad de vida, sus colegios y sus casas.

¿Un misterio? Tal vez tenga algo que ver con que un intérprete, un consultor o un abogado de nivel medio recibe un sueldo mensual base de 8.077,23 euros, sin contar la compensación del 16% más por ser expatriado -aunque viva desde hace décadas en Bruselas-, los extras por tener hijos, la ayuda escolar o los vuelos al país de origen.

La Administración europea, la de las instituciones que dan lecciones a los Estados miembros sobre la contención del gasto público y la reforma de las pensiones, paga a sus funcionarios entre un mínimo de 2.448,17 euros (para un conserje recién llegado, sin hijos, sin esposa y belga) y un máximo base de 16.944,98 euros (para un director político), después de la última subida en vigor desde el 1 de enero.

Los comisarios y otros altos cargos tienen un estatus aparte, con un sueldo de unos 18.000 euros mensuales, pero el impacto de su estipendio es simbólico comparado con los sueldos medios de los más de 36.000 funcionarios, que, sin responsabilidad política, rondan los 8.000 euros.

Cuantiosas pensiones

La Comisión se defiende de las últimas críticas, en particular de la prensa alemana y del italiano Corriere della Sera, con el razonamiento de que los expatriados europeos deben estar al mismo nivel que los empleados de multinacionales. Sin embargo, a diferencia de lo que sucedería en una empresa privada, el funcionario comunitario tiene puesto y sueldo asegurado de por vida. De hecho, su paga y su nivel, una vez conquistados, se los queda para siempre y haga lo que haga.

Cada vez que cambia una Comisión, hay relevos en los gabinetes como en toda organización, pero la peculiaridad de la europea es que los caídos en desgracia siguen manteniendo su antiguo salario, incluso aunque un alto funcionario pase a hacer fotocopias. «Eso no sucede en España ni probablemente en ninguna Administración europea», reconoce un funcionario recién llegado y algo sorprendido con su sueldo.

El shock es mayor cuando el candidato proviene de un país de Europa oriental. «Cobro mucho y a veces no entiendo ni la nómina… Supongo que gano más que un ministro de mi país», confiesa una funcionaria polaca sin responsabilidad directiva. Los rumanos y búlgaros aún están en plena batalla para conquistar los nuevos puestos que les cambiarán la vida.

Que un intérprete medio, con pocos años de carrera, pueda cobrar más que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero, quien gana poco más de 7.000 euros al mes, se justifica, según defiende la Comisión Europea, por el esfuerzo físico y psicológico del traslado a otro país y por el trabajo diario multilingüe.

«Lo que hay que contar es por qué cobran lo que cobran», asegura el portavoz de Asuntos Administrativos, Max Strotmann. «Trabajan en francés y en inglés, están lejos de su familia… Está claro que una secretaria en Bruselas cobra más que una en Roma, pero a lo mejor la de Roma ni siquiera querría venir aquí… Si yo me hubiera quedado en Múnich, trabajaría tranquilamente en alemán y en mi casa como mis compañeros de colegio», añade.

La Comisión insiste en que sus sueldos no deben ser comparados con los de las administraciones de los Estados miembros, sino con los de multinacionales u organizaciones internacionales, y en que algunos de los extras dependen sólo de la condición familiar. En realidad, las ayudas por hijo representan un pequeño porcentaje dentro del sueldo. En organizaciones internacionales, los extras o la exención fiscal -los funcionarios europeos no pagan impuestos ni en Bélgica ni en su país de origen y sólo contribuyen una pequeña parte al mes a la UE- son habituales, si bien los sueldos de la Unión aún están por encima, por ejemplo, de los de Naciones Unidas y doblan los de la OTAN.

Sin embargo, lo que más esperan los euroburócratas es una cuantiosa pensión, un abultado pago mensual después de haber trabajado sólo 10 años en la UE. Se jubilan, como tarde, a los 63 y pueden llegar a recibir hasta el 70% del último sueldo, mientras se haya cobrado durante un año. Si viven en Francia, Reino Unido o Dinamarca, cobrarán aún más. La pensionista más famosa denostada de la UE es la ex comisaria Edith Cresson, acusada de fraude y causante de la dimisión de la Comisión Santer. Sigue recibiendo 3.600 euros al mes por sus cuatro problemáticos años en Bruselas.