Señor Di Rupo: Me dirijo a usted para solicitarle que ponga fin, lo antes posible, a este escándalo: Un joven esquizofrénico de treinta años lleva cuatro meses encarcelado en Mons en lugar de recibir cuidados. Esto, además de poner en peligro su vida, agrava el ya de por sí horrible sufrimiento de sus padres. Usted […]
Señor Di Rupo:
Me dirijo a usted para solicitarle que ponga fin, lo antes posible, a este escándalo: Un joven esquizofrénico de treinta años lleva cuatro meses encarcelado en Mons en lugar de recibir cuidados. Esto, además de poner en peligro su vida, agrava el ya de por sí horrible sufrimiento de sus padres.
Usted podrá decirme que, para ello, sería mejor que me dirija al Ministro de Justicia, ¿no es cierto? Pues bien, el problema es que éste nunca responde, por lo que, esperando que usted no haya perdido la llave de su buzón de correos, le solicito que intervenga, lo antes posible, en nombre de su colega, puesto que el asunto es urgente y voy a explicarle brevemente el porqué.
Este joven es hijo de dos ciudadanos de Mons de origen italiano, Giacomina y Pietro. Su padre ha trabajado en las canteras, su madre es empleada. El nombre de su hijo es… bueno, como me dicen sus padres, «cuando nuestro hijo sea liberado, seguramente no le gustará ver su nombre expuesto por todas partes», por ello, le daremos un nombre falso, como suelen hacer a menudo los periódicos. Llamémosle… «Elio». No busque la ironía, no, simplemente me gustaría subrayar que esta enfermedad ataca o atacará a una persona de cada cien. Yo también era de los que creía que «eso nunca me ocurrirá a mí». Sin embargo, cambié de opinión cuando mi propia hija, Marie, enfermó de esquizofrenia. Marie vivió unos años terribles antes de poner fin a su sufrimiento. Esto ocurrió hace año y medio, ella tenía 27 años por entonces. Por tanto, sé perfectamente de qué le hablo y le pido que me preste la mayor atención posible.
Un esquizofrénico no es un delincuente, es sólo un enfermo. Dado que esta enfermedad es bastante desconocida, cuando murió mi hija Marie, escribí un artículo titulado: «¿Quizá conocéis, sin saberlo, a alguien cercano que padece esquizofrenia?». En ese artículo, decía lo siguiente: «La persona afectada de esquizofrenia es víctima de una especie de hipersensibilidad. Su cerebro funciona «demasiado rápido, demasiado fuerte». Parece que las relaciones químicas entre las células son mucho más fuertes y numerosas. De pronto la persona esquizofrénica «percibe» sonidos, imágenes, sensaciones que le cuesta interpretar. Esto le llena de angustia. Y empieza a construir interpretaciones, teorías delirantes que le permiten «justificar» lo que los demás, por fuerza, no perciben. El uno oye «voces» que le dicen que cometa tal acto; el otro se toma por un personaje célebre que tiene a su cargo una misión importante. Y como las personas cercanas le niegan su «realidad», el enfermo se sume en la paranoia: cree que el mundo está conspirando en su contra y que, por lo tanto, está en peligro. Aunque a veces cometan actos violentos, el esquizofrénico no es agresivo, simplemente tiene miedo. Pero, desde luego, su comportamiento provoca que sus allegados respondan con reacciones, y esto no hace sino agravar su tensión y sufrimiento. Todos viven en una angustia espantosa.» Eso exactamente es lo que le pasa al joven «Elio». Su enfermedad apareció a la edad de 18 años y, desde entonces, está perdido, y sus padres también viven un infierno. ¿Se imagina el sufrimiento de ver a su hijo en ese estado? Por este motivo, tuvieron que internarlo durante largos años en un centro denominado de «defensa social». Hubo mejoras, desde luego, pero, como ocurre a menudo, también bastantes recaídas. Por tanto, ¿por qué, el joven «Elio» fue encarcelado el pasado 21 de septiembre? Debido a un altercado verbal (y subrayo, verbal) con un médico del instituto psiquiátrico donde se encontraba por petición propia. En un momento de cólera contra las repetidas inyecciones de medicamentos, le dijo al médico que «le iba a matar». Sin embargo, todos los esquizofrénicos dicen cosas así, yo mismo lo oí varias veces de boca de mi pobre hija. No obstante, si se actúa del modo adecuado, se les puede calmar y darles seguridad poco a poco.
Con esto quiero decir que el único lugar conveniente para un esquizofrénico es un hogar en el que esté rodeado del cariño y comprensión de los suyos o, en periodos de crisis agudas, en un centro especializado y competente. Sin embargo, parece que en Bélgica no hay espacio para este tipo de centros, ya que no se les proporcionan los subsidios necesarios. ¡Bien por Bélgica! En este país se le dan regalos de varios miles de millones a multinacionales como VW, mantenemos seis gobiernos en un pequeño país de diez millones de habitantes pero no tenemos dinero para asuntos sociales, para escuelas, para el cuidado de enfermos. ¿No es escandaloso? ¿No cree que son asuntos que a la gente les gustaría ver cambiar? Seamos serios. ¿Se imagina encarcelar a una persona con depresión crónica, a un alcohólico o a cualquier otro enfermo? Entonces, ¿por qué absurdo razonamiento se puede encarcelar a una persona que sufre de esquizofrenia? Los nazis eliminaban a los «locos». El año pasado, en Polonia, una chica esquizofrénica fue asesinada durante los «exorcismos» realizados por unos religiosos enfermos. ¿Y Bélgica? ¡¿Seguirá mandando a los esquizofrénicos a la cárcel?!
Es necesario liberar urgentemente a «Elio». En la cárcel de Mons, este chico fue golpeado por los guardas en presencia de sus padres por el simple hecho de que se negaba a que le ayudasen a volver a la celda, ¿se da cuenta? ¡En presencia de sus padres! ¿Qué cree que puede suceder cuando no hay testigos delante? Además, de un modo inhumano, se le prohibió a su madre que le llevara cualquier tipo de dulces o golosinas para que ayudasen al joven a animarse estando en la cárcel. Este tipo de comportamientos es justo lo contrario a lo que se debería hacer. ¿En qué estado cree que saldrá este chico? Porque somos muchos los que lucharemos por su liberación, eso se lo garantizo y la familia está dispuesta a ir al Tribunal Europeo de Estrasburgo si es necesario. Además, hay que recordar que Bélgica ya fue condenada en 1998 allí por haber mandado a prisión a una persona que debería recibir cuidados en un centro especializado. ¿Es reincidente nuestro país? En estos últimos tiempos Bélgica ya se ha creado una lamentable reputación en materia de violaciones de los derechos humanos. Ya le escribiré en otra ocasión sobre otro asunto también muy grave.
Al igual que sus padres y amigos, yo también estoy muy preocupado. El joven «Elio» al despedirse de su madre en una visita a la cárcel le dijo lo siguiente: «Reza por mí, mamá, ya que o bien me voy al paraíso, o bien al infierno.» Desgraciadamente, los suicidios son muy frecuentes en los esquizofrénicos. Seamos francos, dejar a «Elio» en la cárcel es condenarlo a muerte. Señor Presidente, creo que su elección es igual de sencilla. La Ministra de Justicia tiene el deber de intervenir inmediatamente, liberarlo y permitirle que reciba cuidados en un centro adecuado. Si usted interviene, evitará más sufrimientos intolerables a sus pobres padres, cuya lucha no sólo concierne a esta familia, sino a muchas otras sumidas en dramas parecidos y que no tienen la oportunidad de aparecer en los medios de comunicación. Ya es hora de que Bélgica aporte un poco de humanidad a su «Justicia». Le ruego que ponga en práctica sus responsabilidades.
Reciba un cordial saludo.
Michel Collon En Bruselas, a 29 de enero de 2007
Información, solidaridad: Para enviar un mensaje de solidaridad a sus padres: [email protected]
He recibido noticias de que sus familiares y amigos han creado un blog donde la gente puede informarse, mostrar su solidaridad y firmar una solicitud de apoyo. La dirección es: http://pourfabrizio.skyblog.com
Además, podréis encontrar la versión completa del texto » ¿Quizá conocéis, sin saberlo, a alguien cercano que padece esquizofrenia?» y muchos otros testimonios en el sitio web que yo mismo abrí tras la muerte de mi hija: http://www.mariecollon.info/