El líder libio, Muamar al-Gadafi, recibió ayer un «baño de respetabilidad» en París gracias a los contratos por valor de unos 10.000 millones de euros, incluido material nuclear, que firmó. Las críticas por «conculcar los derechos humanos» quedaron en segundo plano
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, declaró a la prensa que iba a firmar «contratos por valor de unos 10.000 millones de euros» con Libia en el transcurso de la visita que Muamar al-Gadafi está llevando a cabo al Estado francés desde ayer.
Sarkozy explicó que entre los contratos que firmarán con Libia se encuentra la construcción de una desaladora de agua de mar provista de un reactor nuclear y la cooperación militar».
El hijo del dirigente libio, Seif al-Islam al-Gadafi, ya anunció el viernes que también comprarán aviones Airbus por valor de 3.000 millones de euros, lo que supondrá un balón de oxígeno para la empresa con sede en Toulouse, ahogada por la pujanza del euro frente al dólar.
La visita que la ex esposa de Sarkozy, Cécilia Ciganer, realizó a Libia en julio para reclamar la puesta en libertad de un grupo de enfermeras búlgaras y un médico palestino fue crucial para romper al aislamiento de al-Gadafi y cerrar la firma de estos contratos
Reproches
Sin embargo, la visita de al-Gadafi al Estado francés -la primera desde 1973- no está exenta de críticas que le reprochan «conculcación de derechos humanos».
La secretaria de Estado de Derechos Humanos, Rama Yade [una de las favoritas de Sarkozy], denunció «el beso de la muerte que se ha dado a al-Gadafi» y destacó que el Estado francés «no es un felpudo en el que un dirigente, sea terrorista o no, pueda venir a limpiarse los pies de la sangre de sus crímenes».
Pese a las duras palabras de Yade, Sarkozy mostró su confianza en ella para continuar en el Gobierno y destacó que el cargo de secretaria de Estado de Derechos Humanos explica su posición, «que yo comparto y he trasladado al presidente libio».
Desde el PS, Pierre Moscovici, presidente de la comisión de investigación parlamentaria sobre la liberación de las enfermeras búlgaras, destacó que «Yade ha dado una bofetada a Sarkozy», mientras que el líder del Modem, François Bayrou, denunció «la visita de un dictador sanguinario» y el portavoz del PCF en la Asamblea Nacional, Alain Bocquet, la calificó de «insulto a la democracia francesa».
El Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia (CRIF), por su parte, rechazó la visita de un líder que «no acepta, de manera permanente, la existencia de Israel» y la FIDH reclamó que París exija a Trípoli que «respete los derechos humanos».