Traducido para Rebelión por Daniel Escribano
Jean Marie Le Pen ha empezado a formar una plataforma europea para luchar contra la inmigración, la islamización de Europa y demás. Como en Francia, en Bélgica, Austria y Bulgaria ha reunido a sus correligionarios para poner la primera piedra de la plataforma. La extrema derecha, sin embargo, anda retrasada. Anda retrasada porque la derecha europea tradicional ha hecho suyas esas reivindicaciones y ésa es precisamente la razón de que la extrema haya perdido tantos seguidores en tan poco tiempo.
Nicolas Sarkozy se sirvió con profusión del miedo al extranjero para ser presidente. Aunque el extranjero fuera interno. En un instante le quitó miles de votos a Le Pen.
En el estado de Hesse (Alemania), los democratacristianos han atizado el miedo a los extranjeros en las elecciones. Ya no se avergüenzan. En los últimos dos meses los tabloides de Alemania no han dejado de enviar mensajes xenófobos. La consecuencia ha sido atroz: el extranjero, a pesar de ser interior, se ha convertido en pieza de caza. Han puesto a la comunidad inmigrante en el punto de mira; los de origen turco, con mucho la comunidad más grande, viven con el miedo en el aire. Estas semanas la policía está investigando si el incendio que ha habido en Ludwigshafen ―en que han muerto cinco niños y cuatro adultos― fue provocado; en los alrededores de los edificios han escrito mensajes nazis.
También en España, con motivo de las elecciones generales, el PP ha presentado lo que más que un programa puede ser un pogrom para que los inmigrantes se «integren» en España. No es de sorprender, por tanto, que para la plataforma europea xenófoba, la de Mariano Rajoy sea la única derecha «de verdad».
Berria, 8 de febrero de 2008