La perseverancia de este fiscal le valió reconocimiento internacional en 2006 por hallar pruebas sobre las prisiones secretas de la CIA en países del Este europeo
En 14 años de experiencia como fiscal , Dick Marty (Sorengo, Suiza, 1945) aprendió a investigar concienzudamente. Su perseverancia le valió reconocimiento internacional en 2006 por hallar pruebas sobre las prisiones secretas de la CIA en países del Este europeo como Polonia y Rumanía. «Ese trabajo me ha cambiado mucho: ahora veo de manera más crítica la acción de los gobiernos: cada vez se esconden más en el secreto de Estado para ocultar sus vergüenzas».
¿Debe la Unión Europea acoger a los presos?
Europa tiene el deber moral de ayudar a los EEUU, por ser un país aliado que hace esfuerzos por volver a ser un Estado de Derecho. También porque colaboró con la Administración de Bush para crear Guantánamo. Bien activamente o por no querer saber sobre los vuelos hacia la prisión, que jamás quisieron controlar.
Por España han pasado algunos de esos vuelos.
«Obama debería hacer una comisión de investigación»
En España, en Italia… Esos vuelos han pasado por casi toda Europa. Y es curioso que, en vez de esclarecer la verdad, gobiernos de izquierda y derecha invocan el secreto de Estado para esconder actos ilegales que además se sometieron a debate en organizaciones como la OTAN. Al final, nos enteramos siempre por otras fuentes.
El ministro Moratinos dice comprender que el Gobierno del PP aceptara esos vuelos por ignorar lo que acabaría siendo Guantánamo.
Un Gobierno nunca se puede contentar diciendo que no sabe. El Gobierno de España es, como los demás, responsable de lo que pasa en su territorio. El problema es cuando no se quiere saber y se hace todo lo posible para mirar hacia otro lado. Política y moralmente está al mismo nivel de los países que, siendo conscientes, no hicieron nada por evitarlos.
Diversos países pudieron haber acogido presos antes y no lo hicieron. ¿Por qué?
EEUU lleva tiempo deseando deshacerse de los presos contra los que no hay cargos. Los franceses volvieron a Francia hace cuatro años. El problema está en los que no se sabe a dónde enviar. Los chinos ya han anunciado que harán un proceso a los presos uigures que conducirá a penas de muerte. Yemen ha dicho que los va a reeducar, y creo que sabemos a qué se refieren.
Otros países parecen haber cambiado ahora de opinión.
Suiza rechazó a tres presos de Guantánamo cuyo asilo había sido avalado por Amnistía Internacional. Sólo tres días después de ser investido Obama, ese Gobierno dio marcha atrás y habló de contribución humanitaria. Otro caso: el ministro de Exteriores alemán, Walter Steinmeier, impidió la liberación de Murat Kurnaz, con permiso de residencia en Hamburgo, pese a la disposición de EEUU. Steinmeier dijo «no» y Kurnaz pasó dos años más de vacaciones en Guantánamo.
Tras el cierre, ¿cuál es el siguiente paso?
El primer paso es decir la verdad y después… quizás perdonar. Hay que reconocer que se han cometido errores y hablar con las víctimas. Me gustaría que Obama formase una Comisión de la Verdad y que comparecieran Cheney o Rumsfeld, pero no creo que pueda llegar a tanto. Lo que sí puede hacer es ingresar en la Corte Penal Internacional. Clinton propuso su ratificación parlamentaria en su último día de mandato, cuando se sabía que Bush no tenía intención de respetar la decisión.
¿Dará Obama ese paso?
No podemos pretender todo y muy rápido de Obama. Por ejemplo, él no está en contra de la pena de muerte. Lo que necesitamos es una presión social, mediática, de las ONG e intelectuales. Es imprescindible que la sociedad civil demuestre que no se puede vivir con la mentira de Estado. Obama ha hecho con Guantánamo una elección ética. Algo así deberíamos hacer en Europa sobre las prisiones secretas y los vuelos para no tener que enterarnos dentro de unos años por el New York Times.
Habla de presión social, pero Bush fue reelegido.
Bush explotó políticamente el miedo, como lo explotan nuestros sistemas legales contra ciudadanos del Este o árabes. Así nació Guantánamo. Tras el 11-S, la Casa Blanca explotó de una manera vergonzosa un hecho histórico dramático: la caída de las Torres Gemelas. De ahí llegamos después a la guerra de Irak, con ayuda de la prensa que unánimemente la apoyó. Esa misma prensa y la sociedad civil han hecho una autocrítica y han votado a un presidente que cree que gobernando sólo en función de las emociones podemos llegar al desastre.
Usted ha sido testigo en el proceso de Milán sobre el secuestro del imán Abú Omar y su envío a Egipto, donde fue torturado.
En todo este proceso, lo que más me preocupa es la actitud europea. Los norteamericanos hicieron una elección, que se demostró dramáticamente equivocada, pero nunca se escondieron. Obama reconoce ahora el error. No se puede secuestrar a gente y hacer el trabajo sucio en países sin justicia. Eso es deslocalizar la tortura y hacer gala de una gran hipocresía. «En suelo estadounidense no torturamos, pero dejamos que sean, por ejemplo, los egipcios quienes lo hagan».
Usted compara la crisis económica y Guantánamo.
Comparten la pérdida profunda de valores. Con Guantánamo comenzamos a defender la justicia y el derecho, pero no para los terroristas. «Es una guerra», pensamos, y ni siquiera respetamos las leyes que prohiben las detenciones secretas como la Convención de Ginebra. En las finanzas, la ausencia de normas casi destruyen al propio sistema. Parece que en los últimos años, quien hablaba de valores éticos, estaba loco. No es por casualidad que, tras un cambio de conciencia en EEUU, Obama sea su nuevo presidente.