Traducido para Rebelión por Gorka Larrabeiti
Con una mayoría aplastante (68,2% de los votos emitidos contra 11,7% de su más aguerrido adversario) la señora Dalia Grybauskaite fue elegida ayer para el mayor cargo del estado lituano. Victoria aplastante, a pesar del exiguo margen entre votantes y abstencionistas: sólo el 51% de los que tenían derecho a votar acudió a las urnas. Por debajo del 50% la constitución prevé que un segundo escrutinio entre los dos primeros clasificados, aunque uno haya obtenido el 99% y el otro un 1%. Dalia Grybauskaite, nacida en 1956 es la primera mujer que asumirá la presidencia de la república en Lituania: su éxito se ha debido a su amplia experiencia en el sector económico, en un momento de aguda crisis de la economía nacional. La nueva presidente fue ministra de finanzas durante tres años, tras una carrera transcurrida en el ámbito de las relaciones entre Vilnius y la Unión Europea. Desde 2004 desempeña el cargo de Comisaria Europea para las finanzas y el presupuesto.
Gribauskaite se presentó como independiente, en contraposición con los candidatos presentados por los partidos, y después de haber criticado repetidamente el modo como afrontó el gobierno lituano la crisis global. De hecho, hoy Lituania es uno de los países de la UE peor parados desde este punto de vista: tras años de rápido, por no decir violento, crecimiento las previsiones para este año dicen que su economía se contraerá un 15, 6% respecto a 2008, que los salarios caerán un 12-13% (más otro 5-6% en 2010) y que el nivel de desempleo (alrededor del 14%) se ha doblado respecto al año pasado. Un desastre que no será fácil de remediar: Grybauskaite mantendrá de momento en su puesto al primer ministro Andris Kubilius pero le pedirá sin duda un reajuste en el gobierno. Según la constitución lituana el presidente no tiene poderes reales de gestión de la economía (en cambio sí que los tiene en cuestiones de política exterior), pero puede bloquear el presupuesto y las leyes, reservándose por tanto una influencia considerable.
La nueva presidente anunció durante la campaña electoral su intención de mejorar las relaciones con Rusia, las cuales habían sido más bien conflictivas bajo el mandato de su predecesor Valdas Adamkus: los suministros de gas saltaron por un «accidente» y se resolvieron muy lentamente. Por otro lado, Dalia Grybauskaite cuenta con una formación esencialmente soviética ya que estudió en Leningrado y empezó su carrera académica en Moscú, si bien luego la abandonó para desempeñar cargos en Lituania tras la independencia de 1991.