El poeta nacional cubano, Nicolás Guillén, tituló sus memorias «Páginas vueltas», resumen de la criolla expresión de «pasar la página». Ambas frases sugieren el olvido de lo sucedido: enterrar el pasado. Lo anterior se desgaja del más reciente protagonismo del gobierno estadounidense en el centro de detención -léase campo de concentración- instaurado ilegalmente en la […]
El poeta nacional cubano, Nicolás Guillén, tituló sus memorias «Páginas vueltas», resumen de la criolla expresión de «pasar la página». Ambas frases sugieren el olvido de lo sucedido: enterrar el pasado. Lo anterior se desgaja del más reciente protagonismo del gobierno estadounidense en el centro de detención -léase campo de concentración- instaurado ilegalmente en la Base naval y carbonera de Guantánamo, con la colaboración o coautoría de una mayoría de países miembros de la Unión Europea. Quien dude sobre este comentario puede actualizarse sobre lo acontecido durante el último trimestre. La frase no la inventamos los cubanos, sensibilizados a lo largo de más de un siglo por el lastre que significa la Enmienda Platt. [1] .
Durante el periplo europeo efectuado a finales de abril por el fiscal general de los Estados Unidos, Eric Holder, con el propósito de convencer a los 27 gobiernos de la Unión Europea (UE) de «sacrificarse» para lograr el cierre de la cárcel, el visitante reconoció que «Europa no creó Guantánamo, pero ahora que PASAMOS LA PÁGINA a todos nos interesa entendernos sobre nuevas soluciones, sin esos rencores ni retóricas que nos dividieron en el pasado».
A veces conviene ahondar en las heridas y mantenerlas abiertas, porque son aleccionadoras. El capítulo sobre Guantánamo pretende ser cerrado en medio de las tribulaciones del Presidente Barack Obama para cumplir una de sus promesas electorales. Y, una vez más, la Unión Europea actuaría como enfermera para suturar las cicatrices.
Las incongruencias entre la promesa del Presidente y de los restantes integrantes de la cúpula estadounidense se reflejan en las «variables» de un juego ajedrecístico: cerrar el campo y distribuir una parte de los prisioneros -sean o no europeos- entre los aliados de la UE; juzgar a los restantes en el propio campo; restablecer los controvertidos tribunales militares; rescatar el derecho a juicio; trasladarlos a ciudades de Estados Unidos (Kentuchy, Montana, Virginia,Michigan o Kansas) donde alcaldes, custodios y pobladores temen por su seguridad-; retrasladarlos hacia los países donde habían sido secuestrados; liberar a los considerados inocentes (después de siete años de cautiverio) y, lo más indignante: dejar impunes los crímenes cometidos por los oficiales, soldados y colaboradores, ignorando las atroces torturas cometidas en la base yanqui al sur de Cuba.
Lo más evidente es que la distribución de los prisioneros no constituye una controversia entre la UE y Estados Unidos, sino más bien un regateo en el mercado de seres humanos. Las negociaciones culminarán con un entendimiento que lesione lo menos posible los intereses de ambas partes y, en especial, al gobierno de Washington, embarazado como nunca porque las diversas fórmulas sugeridas por el presidente Obama no gozan del beneplácito de todos los sectores de poder.
Les celebren juicio o no, el hecho es que muchos pretextos planteados en Estados Unidos auguran que los disímiles puntos de vista judiciales intentan mitigar el escándalo, pero no lo resuelve. La UE no se queda rezagada en ese objetivo: los tribunales y jueces de los gobiernos más comprometidos buscan las vías para paliar su comprometimiento, pero no están en capacidad de justificar su actuación desde 2003. El campo de concentración reviste hoy dos aristas: cómo enfrentar la colaboración o coautoría comunitaria precedentes y cómo complacer los compromisos hechos con el Presidente Obama para cerrarlo.
Para profundizar sobre lo anterior, valdría la pena contrastar las autojustificaciones oficiales, los alegatos y el rechazo de organizaciones no gubernamentales. Entonces sería útil plantearse un escalonamiento sobre el grado de compromiso de los principales gobiernos europeos. El británico, por ejemplo, más apegado a los métodos implantados por George W. Bush, no logra salir del atolladero. Recientemente 7 detenidos ilegales provenientes de Guantánamo, Afganistán y Pakistán han demandado por daños y perjuicios a los titulares del Interior, de Exteriores y al servicio secreto MI5, porque intentaron reclutarlos como espías, mediante la promesa de buen trato de parte de sus carceleros estadounidenses y una supuesta pronta libertad a su regreso. Se colige, que si les prometieron indulgencia, todo estaba coordinado con Washington. La ONG Reprieve intenta que los tribunales obliguen al gobierno británico a que responda, demandando al Primer Ministro Gordon Brown por su responsabilidad en el traslado del prisionero Mohamned Saed Iqbal Mdric, quien fue enviado en el azaroso itinerario Indonesia-Diego García-Egipto para ser internado en Guantánamo.
Respecto a Alemania resulta irrelevante cualquier reticencia, como la anunciada por el titular de Exteriores, Wolfgang Schauble o por el ministro del interior del Estado federal (Land) de Bremen, Ulrico Maurer sobre la acogida a prisioneros. El proceder alemán fue determinado durante la visita de Obama en junio, cuando la Canciller Federal , Angela Merkel declaró «la convicción de que su país participaría en una solución constructiva». Esto fue ratificado cuando Merkel estuvo en Washington, en julio pasado y «ofreció colaborar sin rehuir su responsabilidad».
España es uno de los tres países más comprometidos por su apoyo a la CIA para los vuelos secretos hacia Guantánamo. Según la ley española, los deportados podrían permanecer como refugiados o con un visado para estancia limitada. Miguel Angel Moratinos, ministro de Relaciones Exteriores había comentado que la Ley de extranjería establece que los extranjeros con residencia temporal no pueden tener antecedentes penales por delitos comunes. Constituye una contradicción que si los prisioneros fueron considerados terroristas por Washington (delito penal), constituye una sinrazón que ahora los acusen como delincuentes comunes. Algunas organizaciones e instituciones no gubernamentales consideran que 6 de cada diez españoles rechaza acogerlos en su país [2] por «constituir un ardid gubernamental para mejorar las relaciones con Estados Unidos».
En junio pasado el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, comentó que «se trataba de una situación complicada desde el punto de vista jurídico para su país». A más bajo perfil, el eurodiputado de Izquierda Unida, Willy Meyer advirtió que «si España acogía a reclusos detenidos sin causas contra ellos, su Partido exigiría al fiscal general del Estado un procedimiento contra la administración de Estados Unidos, por «detención ilegal, tortura y secuestro». Proceso que ya había iniciado la Audiencia General española contra los vuelos de la CIA y respecto a los presos en Guantánamo.
Por supuesto, tampoco ha prosperado ni prosperará la querella del juez de instrucción Baltasar Garzón, que promovió una causa hace dos años contra varios integrantes del gobierno de George W. Bush por su participación en la elaboración, aprobación e implementación del entramado jurídico en Guantánamo y de los vuelos fletados por la CIA.
Desde la reunión de abril de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) celebrada en Estrasburgo y Kiehl, el presidente francés, Nicolas Sarkozy se había comprometido con su homólogo estadounidense a analizar caso por caso las peticiones de acogida a los prisioneros como parte «de una decisión nacional». Su ministro de Relaciones Exteriores, Bernard Kouchner desmintió en una rueda prensa el pasado mes de julio que «se trate de la repartición de un fardo de detenidos, con independencia del país de nacionalidad, sino que la acogida era una respuesta pertinente para clausurar la prisión -que ya Francia había decidido antes de la propuesta de Obama». El primer prisionero ha sido acogido: un ciudadano argelino, Lakhdar Boumedienne, quien tras siete años en el campo de concentración está muy grave.
Por su parte el Primer Ministro italiano, Silvio Berlusconi declaró que «haría lo posible por dar una mano a Estados Unidos y actuaría en línea con los demás países europeos y en base a las leyes italianas… añadiendo que si podían hacer un favor al pueblo norteamericano, por supuesto lo harían». Mientras que el Ministro de Relaciones Exteriores precisó en agosto que su país analizaba recibir a tres tunecinos acusados de ser extremistas islámicos, integrantes de un grupo salafita radicado en Argelia.
En menor dimensión, no es ocioso recordar que Portugal fue el primer país en garantizar la acogida a los prisioneros que les envíe Washington, para lo cual anticiparon reuniones técnicas que procuraban evaluar la seguridad portuguesa. Bélgica recién exoneró de cargos a dos ciudadanos (de origen turco y marroquí), detenidos desde 2001 y retrasladados en abril de 2005 a Bruselas. A la par que Irlanda, que se ha mantenido cautelosa en reconocer su participación o responder a Obama, acaba de admitir a un prisionero. Sin embargo, la ministra del Interior austriaca, Maria Fekter fue la única funcionaria de un Estado miembro de la UE en reiterar que «no recibirían ningún extranjero». La Cumbre UE-EE .UU. tuvo como colofón la ulterior aprobación en Bruselas, el 12 de junio, por los Ministros de Relaciones Exteriores de un acuerdo con Estados Unidos para recibir a exprisioneros.
Como parte de la retórica de la UE se destaca la Resolución aprobada por el Parlamento Europeo el 19 de febrero de 2009, que insistió en rechazar las acusaciones de organizaciones internacionales y las pruebas de más de mil vuelos rumbo a Guantánamo realizados desde territorio comunitario. Llaman la atención las observaciones del Parlamento sobre las «presuntas torturas».
En cuanto a los gobiernos todos aceptan la acepción de «entregas extraordinarias», mientras que el de Italia «defiende la legitimidad de utilizar el secreto de Estado sobre el procedimiento de la CIA para entregar al Imán, Abu Omar» En tanto se concretó la decisión del Primer Ministro polaco de entregar -finalmente- a la Fiscalía de su país la documentación sobre vuelos y prisioneros -que tanto había negado.
El cierre de la prisión ilegal, arbitraria y contraria a las normas internacionales tendrá lugar a mediano o largo plazo. Los gobiernos integrantes de la UE y otros aliados de Estados Unidos en la cruzada antiterrorista comparten la cuota de responsabilidad con la repartición de los prisioneros. Pese a la negativa inicial a reconocer su culpabilidad o colaboración en los vuelos secretos y las cárceles – menos secretas aún- el tiempo ha dado razón a quienes acusaban al mundo comunitario de participar en esta ignominia.
El centro de detención en Guantánamo habrá de cerrarse, muchos «peligrosos terroristas» dejarán de serlo o serán resecuestrados hacia otros destinos. ¿Quién eximirá de culpas al imperio mayor y a sus cómplices?: ellos mismos. Puede predecirse el futuro: serán PÁGINAS VUELTAS de un libro deshumanizado escrito por los adalides de los derechos humanos. Disculpen la redundancia.
Centro de Estudios Europeos, La Habana, 11 de agosto de 2009
«Año del 50 Aniversario del Triunfo de la Revolución»
[1] Guantánamo fue «concedida» por el entonces gobierno cubano, dependiente de Estados Unidos en 1901 para la explotación carbonera y naval, mediante un contrato de arrendamiento, que jurídicamente ya es nulo.
[2] Real Instituto Elcano, 9/0//09