La crisis económica mundial ha cuestionado muchos de los escenarios que estaban programados para diferentes áreas del planeta. Las relaciones de poder entre esas áreas están cambiando a nivel mundial, sin duda, y en ese escenario adquiere especial relevancia la postura que adopten las potencias regionales. Tal y como analizaba recientemente en estas páginas Raúl […]
La crisis económica mundial ha cuestionado muchos de los escenarios que estaban programados para diferentes áreas del planeta. Las relaciones de poder entre esas áreas están cambiando a nivel mundial, sin duda, y en ese escenario adquiere especial relevancia la postura que adopten las potencias regionales. Tal y como analizaba recientemente en estas páginas Raúl Zibechi en relación al debilitamiento de la hegemonía estadounidense («Grietas en el bloque occidental», GARA 2010-3-24), ese proceso de recolocación está ocurriendo con potencias como Brasil, China o Rusia. En el ámbito europeo Alemania parece decidida a jugar ese rol, que todo el mundo le confiere teóricamente, pero que durante la última década se ha visto amortiguado por el lento proceso de construcción institucional europeo. La Cumbre de Bruselas puede haber marcado un punto de inflexión en esa tendencia.
La diferencia respecto a cumbres anteriores es que hasta ahora Alemania marcaba el terreno antes del encuentro pero terminaba cediendo en aras a una estabilidad que se asociaba a acuerdos de carácter político. Los criterios eran demográficos y de mercado. Esta vez, con la crisis griega de trasfondo, no ha sido así. Merkel ha querido dejar claro que, desde su punto de vista, nadie aparte de Alemania puede garantizar en este momento esa estabilidad que, básicamente, se basa en la capacidad económica. Alemania no va a admitir más vetos y chantajes y, de ceder, exigirá compromisos claros y mensurables. También en dinero, por supuesto, dado que éste es, más en el contexto actual, el principal criterio para determinar el reparto del poder político.
Está claro que algunos de los debates que han paralizado o al menos ralentizado el proceso de construcción europeo han perdido sentido tras la crisis. Los estados vuelven a ser, ahora de manera explícita, la entidad política central del sistema mundial. Cualquier análisis y agenda política para Europa, también los de las naciones sin estado, debe partir de esta realidad.
http://www.gara.net/paperezkoa/20100327/190651/es/Alemania-reivindica-potencia-regional