Seguramente, Aldo Brancher ha sido uno de los ministros que menos tiempo han durado en un Gobierno en Italia. Tan solo 17 días son los que ha estado al frente del Ministerio de la Descentralización, una cartera creada por el presidente del Gobierno, Silvio Berlusconi, para evitar que su amigo se presentara como acusado en […]
Seguramente, Aldo Brancher ha sido uno de los ministros que menos tiempo han durado en un Gobierno en Italia. Tan solo 17 días son los que ha estado al frente del Ministerio de la Descentralización, una cartera creada por el presidente del Gobierno, Silvio Berlusconi, para evitar que su amigo se presentara como acusado en el juicio que se sigue contra él por apropiación indebida en el caso de la banca Antonveneta.
El anuncio de su dimisión irrevocable tuvo lugar ayer en un tribunal de Milán, donde además solicitó a la jueza, Annamaria Gatto, ser procesado por el procedimiento abreviado. La audiencia, así, será celebrada a puerta cerrada, sin testimonios y solo con pruebas documentales, además de darle el derecho a un descuento de un tercio de la posible pena. Blacher explicó que su presencia allí era «un signo de respeto al tribunal. Estoy aquí para defender mi inocencia. Pensaba privilegiar mis obligaciones hacia el país, pero mi elección ha sido indebidamente instrumentalizada». Junto a él se encontraba su mujer, Luana Maiezzo, también imputada en el caso. El matrimonio está acusado de apropiación indebida de casi un millón de euros que recibieron de Giampiero Fiorani, presidente del Banco Popular de Lodi, cuando este intentó quedarse de manera poco clara con la Banca Antonveneta.
En una nota difundida poco después, Silvio Berlusconi aseguraba «compartir la decisión de Brancher de dimitir» para «evitar polémicas injustas e instrumentales». Para la oposición, la dimisión es un triunfo. El Partido Democrático e Italia de los Valores, que habían anunciado para el jueves en el Parlamento un voto de censura contra el nuevo ministro, se mostraban muy satisfechos.
Desde el primer momento la polémica acompañó la elección de Brancher. Las críticas han llovido de todas partes y no solo de la oposición. El primero fue Umberto Bossi, líder de la Liga Norte, partido aliado al Pueblo de la Libertad (PdL) de Berlusconi, que tras su juramento como «ministro para la Actuación del federalismo», declaró que «hay solo un ministro para el fedelarismo, y ese soy yo». El cambio de denominación del ministerio, que pasó a llamarse de la Descentralización, no contentó a nadie. Las funciones de la nueva cartera no estaban claras para nadie. Roberto Calderoli, también ministro de la Liga Norte, en un intento de calmar el enfado en su partido, explicó que todo «había sido un equívoco» y que Brancher iba a ocuparse del federalismo administrativo. Al final, nadie ha sabido en Italia cuáles eran los objetivos del ministerio, ya que Brancher ha dimitido antes de que fueran publicados en la Gaceta Oficial.
La polémica se acrecentó cuando, a los cinco días de su nombramiento, Aldo Brancher solicitó el «legitimo impedimento» en el proceso en el que está involucrado. Esta fórmula, muy querida por Berlusconi, ofrece la impunidad temporal a los ministros que durante su mandato tienen la posibilidad de evitar presentarse ante los tribunales. En su caso, Brancher alegó la «necesidad de organizar su ministerio». Las protestas a que esto dio lugar no vinieron solo de la oposición, ya que se oyeron también a miembros del PdL del sector que apoya al presidente de la Cámara de Diputados, Gianfranco Fini, enfrentado con Berlusconi.
La intervención del presidente del país, Giorgio Napolitano, fue decisiva. En una nota anunció que el nuevo ministro no podía utilizar el legítimo impedimento porque «no tenía ningún ministerio que organizar» al ser el suyo un ministerio sin cartera.
http://www.lavozdegalicia.es/mundo/2010/07/06/0003_8594377.htm