Entre Vladimir Putin y Silvio Berlusconi, la amistad y los intereses comerciales se confunden, formando una mezcla explosiva que perturba la agenda usamericana. Tal es el hilo conductor de varios telegramas diplomáticos obtenidos por Wikileaks y analizados por Le Monde, dedicados a los vínculos entre Italia y Rusia. Telegramas que traducen una profunda irritación hacia […]
Entre Vladimir Putin y Silvio Berlusconi, la amistad y los intereses comerciales se confunden, formando una mezcla explosiva que perturba la agenda usamericana. Tal es el hilo conductor de varios telegramas diplomáticos obtenidos por Wikileaks y analizados por Le Monde, dedicados a los vínculos entre Italia y Rusia. Telegramas que traducen una profunda irritación hacia el jefe del gobierno italiano, sospechado en medias palabras y sin pruebas claras de favorecer los propios intereses en los contratos gasíferos rubricados por ambos países.
La relación personal entre ambos golpeó fuertemente a los usamericanos en el momento de la guerra relámpago de agosto de 2008 entre Georgia y Rusia. «Berlusconi llamo diariamente a Putin durante toda la semana» señala la embajada en Roma, el 26 de enero de 2009. Resultado: Berlusconi justificó la intervención militar rusa en el territorio georgiano en la necesidad de evitar un baño de sangre desde Tbilisi, presentado como el agresor: «Berlusconi admira el estilo de gobierno macho, decidido y autoritario de Putin, que cree similar al suyo» escribe la embajada. Según la fuente, del gabinete del primer ministro italiano, sus encuentros son acompañados de «regalos fastuosos»
La familia de Putin pasa también largas temporadas en la villa de Silvio Berlusconi en Cerdeña, con los gastos a cuenta suya, informa la embajada en Moscú, el 20 de mayo de 2009. Sobre los temas más importantes, parece que las relaciones económicas ruso-italianas se hallan a cargo de los primeros ministros que disponen de un vínculo directo entre sí como también del control de algunos de los recursos más importantes de sus respectivas economías, subraya la embajada en Moscú el 5 de febrero e 2010. Cualesquiera fueren las formas que ellos utilizan esos recursos es probable que no lo hagan únicamente sobre la base de cálculos comerciales y de rentabilidad
«Mediador» entre Occidente Y Rusia
En el plano internacional Berlusconi pretende imponerse como un «mediador» entre Occidente y Rusia, explica el 9 de junio de 2009, la encargada de negocios de la embajada en Roma en un telegrama dirigido al presidente Obama poco antes de la visita a Washington del jefe de gobierno italiano.
Este último querría «restaurar el espíritu de diálogo y de cooperación (…) pero según las condiciones rusas, con la mano indefinidamente tendida hacia Ucrania y Georgia, diluyendo los esfuerzos de la UE por promover la democracia en Bielorrusia y debilitando el importante papel de la OSCE en la promoción de los valores democráticos y humanos en toda Europa » La embajada transmite esta sugestión al presidente Obama, en lugar de alentar al señor Berlusconi en la idea de la mediación, es necesario decirle que «los EUU no están dispuestos a sacrificar sus valores a cambio de una estabilidad de corto plazo basada en las promesas rusas de buen comportamiento».
Movido por una «obsesión de corto plazo» frente a Rusia, Berlusconi menosprecia los consejos de su ministro de Asuntos Exteriores «desmoralizado, privado de recursos y cada vez menos importante». Prefiere a sus socios empresarios, muchos de los cuales se hallan profundamente implicados en la estrategia energética europea de Rusia.
Ambivalencia de la clase política italiana
En el seno mismo dela partido político de Berlusconi, muchas fuentes señalan a los usamericanos que su hombre clave para Rusia es un diputado. Valentino Valentini. Sin equipo ni secretaria. Pero habla ruso y va a Moscú «varias veces por mes y aparece al lado de Berlusconi en sus encuentros con los líderes mundiales» subraya la embajada de Roma el 26 de enero de 2009. «No se sabe bien qué hace en Rusia pero se rumores que vigila los intereses económicos de Berlusconi en Rusia»
La compañía italiana ENI, en la que el Estado tiene un 30% de participación se encuentra en el centro de la relación bilateral. ENI y el conglomerado Gazprom han firmado acuerdos de provisión hasta el 2035 y son socios en la construcción del gasoducto South Stream. Los intereses son enormes. ENI, «dicta a menudo la política energética del gobiernos italiano y utiliza su influencia (…) para bloquear los planes de liberalización del mercado de energía en la UE» explica un telegrama de junio de 2008.
De allí la ambivalencia de la clase política italiana, a la que no parece preocuparle la fuerte dependencia del país de Rusia. Según el ENI «la verdadera amenaza a la seguridad energética de Europa occidental no es Rusia sino Ucrania» y por lo tanto es preciso soslayarla en la vías de aprovisionamientno, dice un telegrama del 26 de enero de 2009