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Rusia

Antes del deshielo

Fuentes: Pravda

Traducido del ruso para Rebelión por Josafat S. Comín

El tiempo no es solo el paso de las horas, sino el discurrir de unos acontecimientos que se van relevando unos a otros. Ya hemos entrado en la segunda década del siglo XXI. ¿Qué es lo que cambia? ¿un calendario sustituye a otro, o cambia el carácter del tiempo?

El calendario del año 2011 es rico por diferentes razones. Hace 50 años Yuri Gagarin, un hombre soviético, un comunista, fue el primero en salir al espacio. Hace 70 años comenzó la Gran Guerra Patria, 1418 días de inmortales hazañas y sagradas víctimas del multinacional pueblo soviético. Son acontecimientos que no podemos olvidar, pues solo mientras los recordemos, seremos dignos de seguir viviendo.

El calendario oficial también nos informa maliciosamente, de que hace 20 años, en agosto de 1991, en los amplios espacios de nuestro gran país, «triunfó la democracia», y que en diciembre de aquel trágico año se «disolvió» la URSS. Resulta absolutamente vomitivo tener que ver y oír, como desde los primeros días del año, los medios de comunicación liberales, de un modo importuno, relacionan el 2011 con los aniversarios de Gorbachov y Yeltsin, ensalzando a estos criminales confesos, como si de «grandes personajes históricos» se tratara. Va a resultar cierto eso que dicen de que «todos los calendarios mienten».

Deberemos buscar las señales de nuestro tiempo en otras fuentes. Además, los aniversarios, ya sean auténticos o falsos, merecen atención solo en la medida en que se puedan enlazar con el momento actual.

En este nuevo año que comienza, Rusia entra en ese túnel aerodinámico que son las elecciones federales La campaña electoral inevitablemente hará que ese remolino absorbente se trague todos los procesos económicos, sociales e ideológicos. Es por eso que es tan valiosa e interesante. Es valiosa en el sentido de que saca a la luz la disposición de las fuerzas de clase. Es interesante por la capacidad de los partidos políticos de asimilar el sentido y la dirección de las tendencias sociales, para transformarlas en apoyo popular.

Algunas tendencias del movimiento social en la Rusia de 2011 ya se están haciendo visibles en e arranque del año.

El vector de los procesos sociales siempre lo determinan aquellos que controlan los puestos de mando en las alturas de la economía y la política. El 2011 ha comenzado con una demostración de las pugnas existentes dentro de la propia clase burguesa dirigente. Más de un activista revoltoso de la derecha recibió el año nuevo en la trena.

Está claro que los detenidos, los que les apoyan en los piquetes y los que protestan desde sus cocinas, son una cantidad inapreciable, a la que bien se podría ignorar. Sin embargo, el fenómeno que encuentra reflejo en ellos es sustancial y sería una frivolidad menospreciarlo.

Estamos viendo como la derecha liberal critica desesperadamente al primer ministro Putin. ¿Lo critican porque haya reducido de 10 a 3 años el periodo de vigencia de la persecución por delitos económicos? No, en este tema se solidarizan con Putin. ¿Lo critican porque siendo jefe del estado no haya detenido la destrucción del sistema energético unificado, lo que ha ocasionado que diariamente en la región de Moscú haya continuas averías en las subestaciones eléctricas? No, por este tema no le han reprochado nada a Putin.

¿Lo critican porque esté planeando la privatización de «Rosnano» y de varias decenas de grandes empresas estatales? Están entusiasmados con esa decisión.

Son hechos suficientes para entender que tanto los liberales de la derecha, como la principal diana de sus críticas, son por igual partidarios del capitalismo. Y la lucha encarnizada entre los capitalistas siempre aparece cuando a fin de cuentas lo que está en juego es el reparto de la propiedad.

Los liberales de la derecha defienden los intereses de los oligarcas de la camada de Yeltsin. Están indignados al verse desplazados por unos «advenedizos» de extracción putinista. En la campaña electoral que nos aguarda, la cuestión del reparto de la propiedad va a ser dominante, y todas las estructuras políticas burguesas, no de un modo abierto claro está, la considerarán fundamental.

La campaña electoral va a conferir a esta lucha entre liberales de derecha y liberales del modelo putinista un barniz ideológico. Evidentemente, ambas fuerzas enfrentadas, no dejan de ser intermediarios, por cuanto el actual capital ruso solo tiene posibilidades de éxito en la medida que Occidente les reserve un nicho en las relaciones capitalistas de interdependencia. Pero dadas las condiciones de este nuevo reparto de la propiedad, la cleptocracia adopta exteriormente formas diametralmente opuestas.

Por cuanto la población de magnates putinistas se orienta al poder existente, esta aparece ante el público vestida con traje de hombre de estado, de patriota del tesoro público. Sus oponentes, que todavía recuerdan como conquistaron la cima del poder en la política y la economía en la época de Yeltsin, cuando todas las decisiones importantes de las susurraban al oído del «zar», los consejeros y consultores del otro lado del océano, apuestan hoy por pedir ayuda y respaldo a sus antiguos valedores foráneos. Y a todo ese ruido sobre la democracia, al igual que pasara en el primer saqueo del país por los nuevos ricos, se le otorga el papel de maniobra de distracción.

La segunda particularidad de este 2011 electoral, vendrá condicionada por el hecho de que los dos bandos de millonarios necesitarán el apoyo de la calle. Para amalgamar a la masa se seleccionan gentes al estilo del sacerdote Gapón. Unos sacuden la naftalina de los gonfalones de la «Centuria Negra» y demás coloridos estandartes del nacionalismo, otros alinean sus «destacamentos de choque antifa»…Mientras el papel de masa se reserva a aquellos que están extenuados por las preocupaciones cotidianas y por la lucha por la supervivencia.

Aseguran los picos de oro del modo de vida capitalista que la crisis económica ya ha quedado atrás. Aunque en el último trimestre de 2010, el número de trabajadores despedidos superase al de los que encontraron trabajo. Los gastos relacionados con la vivienda y todas las facturas de servicios comunales no dejan de crecer, como lo han venido haciendo todos estos últimos años, mientras los especuladores de los administradores de comunidades nos aseguran que los inquilinos pagan menos del 80% de los servicios que se les prestan. La mesa de nochevieja de este año para el 80% de los ciudadanos de Rusia ha sido una cuarta parte más cara que la de hace un año. Esta es la gente a la que se le reserva el papel de masa…

Por supuesto habrá quien se deje encandilar por los gorjeos de la tele pública, los que no oigan el desentono del eco ajeno… mientras no se desate esa crisis nacional, que Lenin llamaba situación revolucionaria, en la sociedad predomina la ideología de la clase dominante.

Se la puede confrontar y habrá que hacerlo. Para eso hemos asumido la responsabilidad que conlleva ser comunistas. Hoy eso implica llevar con perseverancia la conciencia socialista a las masas de trabajadores, ayudarles a organizarse en la defensa de sus intereses. La campaña electoral supone una gran ayuda en la resolución de esta tarea estratégica. Pero para resultar creíbles, los comunistas debemos afilar nuestro arte de la persuasión, demostrar con el ejemplo nuestra lucha abnegada.

Cada época supone un desafío, una exigencia para los comunistas. Hoy día el pueblo valorará sobretodo la precisión de la palabra y claridad de acción.

El hielo aún no ha comenzado a moverse. Pero antes de que el hielo comience a resquebrajarse, emite un largo chirrido apenas audible. Afinen el oído.

Fuente: http://gazeta-pravda.ru/content/view/6687/34/