Monseñor Romero es considerado el obispo que fue «voz de los sin voz», pero por El Salvador ha pasado otro gran hombre, José Luis Gavira González, que le dio voz a los que no tienen voz. Muchos le llamábamos José Luis, los campesinos Chepe Luis y su Padre, Don Salvador Gavira, Pepe. Nació en San […]
Monseñor Romero es considerado el obispo que fue «voz de los sin voz», pero por El Salvador ha pasado otro gran hombre, José Luis Gavira González, que le dio voz a los que no tienen voz.
Muchos le llamábamos José Luis, los campesinos Chepe Luis y su Padre, Don Salvador Gavira, Pepe. Nació en San Roque, España el 14 de abril de 1957. A finales de 1991 llegó a Nuevo Gualcho con una maleta a la espalda y una bolsa de plástico en la mano. Llegó para entregar su vida. Pues este 3 de mayo falleció a causa de colitis ulcerosa, según los médicos.
Los habitantes de Nuevo Gualcho habían llegado a Nueva Granada, Departamento de Usulután, El Salvador, el 5 de marzo de aquel año, de un largo calvario vivido en el refugio «San Antonio» en Intibucá, Honduras. Todos habían sufrido la persecución de la Fuerza Armada, por el simple hecho de estar organizados y protestar por sus derechos a finales de la década de los setenta. De 1980 a 1991 vivieron en tierra extranjera no solo el exilio, sino la muerte de muchos de sus hijos que se enfilaron en el FMLN.
Chepe Luis llegó a Nuevo Gualcho para insertarse en la comunidad y ayudar en los procesos organizativos. Fue un hombre con espíritu incansable. Se entregó totalmente a la comunidad. Su primera tarea fue ayudar a recobrar la memoria del refugio y que la comunidad hiciera planes para el futuro. Luego lideró el reparto de tierra y se involucró en todo lo que pudiera ayudar a salir adelante a aquella comunidad. Se dedicó a enseñar a leer y escribir, a sanar enfermos, a prótesis dental, a psicólogo, a constructor, al teatro y cientos de cosas más ¡Su profesión era técnico en electrónica!
En enero de 1993 inició un proceso de formación con un pequeño grupo de jóvenes: Ernesto Lovato (14 años), Wilber Amaya (17 años), Jorge Ayala (22 años), Elmer Palacios (21 años), Dolores Rodríguez (16 años), Noris Realageño (15 años), Hilda Rivas (15 años) y Glenda (16 años). Jóvenes que no habían asistido de manera sistemática a la escuela, habían aprendido a leer y escribir en el refugio, en San Antonio, Honduras.
El proceso de formación iba encaminado a un proyecto de radio comunitaria. El concepto tomaba cuerpo en El Salvador. Aunque hoy en día existen 22 radios comunitarias el Estado no reconoce en ninguna ley a este sector de las comunicaciones. José Luis conocía el concepto y lo comenzó a hacer realidad.
El 14 de febrero de 1993, con una antena fabricada por José Luis, un pequeño transmisor y una pequeña grabadora, tipo Walkman, inició la transmisión. La comunidad esperaba la señal. Encendieron sus viejos y destartalados radios, donde escuchaban en el refugio la famosa «Radio Venceremos», y la señal se hacía realidad. Así nació Radio Izcanal. Una de las primeras hijas de la Asociación de Radios y Programas Participativos de El Salvador (ARPAS), de quien José Luis Gavira fue cofundador y director ejecutivo.
Se llamó Izcanal en honor al nombre de la planta que más abundaba en la zona cuando la comunidad llegó del refugio de Honduras. Es una palabra que significa «río de hormigas». Esta planta tiene una espina en forma de cuernos de vaca, que alberga unas hormigas muy guerreras y ponzoñosas.
Se hizo realidad el sueño de la comunidad de tener un medio de comunicación. Una radio donde pudieran hablar, cantar y escucharse. Hasta esa fecha, apenas un año después de los acuerdos de paz, todos los medios de comunicación estaban en manos de la oligarquía. Con la radio Izcanal los pobres podían soñar, y veían que se podía hacer realidad, el tener una radio para ellos, en donde escuchan su propia música, no la proveniente de Hollywood y de México, sino la que tocaba don Pablo con la guitarra y don Pablito con su violín, o la voz de Cayetano con don Daniel instruyendo a la comunidad.
Luego les donaron un amplificador y unos micrófonos. Los jóvenes empezaron a aprender periodismo, literatura, teatro y, por supuesto, a manejar el pequeño equipo de radio. También hacer intercambios con otras experiencias de radio. Habían nacido casi en las mismas circunstancias otras experiencias de radios comunitarias en Morazán, Radio Segundo Montes, y en Cabañas, Radio Victoria.
José Luis era un hombre muy visionario y quiso que la voz de los campesinos se escuchara más allá de Nuevo Gualcho, y así otras comunidades se sumaran al proyecto. En marzo de 1994 se trasladaron al casco urbano de Nueva Granada y transmitieron para todo el municipio. La gente del pueblo tenía miedo de la radio, decían que era «la radio de los guerrilleros». No pasaban enfrente de la manzana en donde estaba ubicada. Poco a poco se fue perdiendo el miedo y las comunidades se fueron incorporando. Primero a través del festival de la comunicación y arte comunitario, luego a través de los procesos organizativos que promovía la radio.
Los poderosos dueños de los grandes medios de comunicación vieron que representaba un peligro para sus intereses el aparecimiento de este tipo de radio. Pidieron que se declararan ilegales y se clausuraran. El 5 de diciembre de 2005, a la 1 de la tarde, en sincronía, la Policía Nacional Civil, incautó los transmisores de 11 radios comunitarias.
Los jóvenes que estaban en la Radio Izcanal, a pesar de estar asustados, le dieron falsa información y la policía, y en vez de llevarse el transmisor, se llevó la consola de audio. Cuando la policía desalojó el lugar, Iraida y Juancito salieron huyendo con el transmisor por los montes hacia la comunidad Nuevo Gualcho. La comunidad estaría dispuesta a defender su radio.
Chepe Luis no se desanimó. Empezó la lucha, junto a otros fundadores de radios comunitarias, en la Asamblea Legislativa, en la Superintendencia de Electricidad y Comunicaciones, con abogados, con apoyo de ONG, hasta encontrar una solución: comprar una frecuencia a nivel nacional para todas las radios comunitarias. Así nace la 92.1, la frecuencia de las radios comunitarias en El Salvador. La solución no era del agrado de José Luis, pues tenían que someterse a las leyes del mercado.
Una semana antes de su muerte manifestaba que debíamos luchar por una ley de telecomunicaciones que reconociera tres sectores en las comunicaciones: el público no gubernamental, el comercial y el de medios comunitarios. Además de eliminarse el mecanismo de la subasta, que tanto daño ha ocasionado a la democratización de los medios de comunicación en El Salvador.
Después de la confiscación Izcanal se fortaleció y José Luis fue uno de los grandes maestros de la comunicación alternativa en El Salvador. La Izcanal fue su centro. Por allí han pasado jóvenes que han aprendido periodismo, computación, locución, organización comunitaria, etc. Apoyó el nacimiento de otras radios comunitarias. E Izcanal comenzó a «sonar más fuerte» en la zona, ya no solo para el municipio de Nueva Granada, sino para 90 municipios del país.
Desde entonces es el medio donde los pobres pueden oír su voz, pueden denunciar sus atropellos o hasta enviar un telegrama a sus vecinos. En momentos de huracanes, terremotos y otras catástrofes naturales es el medio que enlaza a las comunidades. Las ONG, los sindicatos y otros luchadores sociales encuentran un espacio para hacer escuchar sus demandas.
Al ver su entrega total al proyecto, muchos opinaban que la radio era propiedad de José Luis, pero la radio es de la comunidad de Nuevo Gualcho. La comunidad se organizó en una asociación sin fines de lucro llamada, también, Izcanal. Un colectivo de hombres y mujeres campesinas que respaldan legalmente el proyecto y se involucran de lleno en la comunicación alternativa.
Para José Luis era importante que la gente hable y se escuche en la radio, pero también que se vea. Así nació Televisión Izcanal. En enero de 2005 se inició el proyecto de televisión por cable, que pronto fue una herramienta de lucha de las distintas organizaciones de la zona. En televisión estábamos acostumbrados a ver el rostro de la élite, ahora en Izcanal vemos el rostro de los campesinos y luchadores sociales. IzcanalTV es el primer canal de televisión comunitario de El Salvador y llega a través de cable a 28 municipios del departamento de Usulután y norte de San Miguel.
Cuando murió José Luis, durante la velación, a través de la radio, una persona anónima hizo una observación: «José Luis era poco conocido, yo casi nunca lo escuché en la radio». Es cierto. José Luis hablaba poco en la radio, es que él no quería ser voz de nadie, quería, como lo decía Ellacuría: «que el pueblo haga escuchar su voz».
Alcides Ernesto Herrera es párroco de Nueva Granada y comunicador social
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