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Francia

Los socialistas no saben qué papel le toca a DSK

Fuentes: Página 12

El PS está en pleno proceso para las elecciones primarias de octubre y los sondeos muestran que el escándalo sexual del ex candidato no afectó la credibilidad del partido. Pero sus correligionarios lo prefieren lejos y callado.

Apenas una sonrisa por toda declaración. Dominique Strauss-Kahn regresó el domingo a su casa de París casi cuatro meses después de haber intentado hacer lo mismo en un vuelo que lo traía de Nueva York a la capital francesa. El ex director gerente del Fondo Monetario Internacional fue arrestado el 14 de mayo pasado acusado por una mucama del hotel Sofitel de Nueva York de un brutal intento de violación. Detenido, encarcelado y luego confinado a una lujosa mansión neoyorquina, Strauss-Kahn fue liberado de todos los cargos el pasado 23 de agosto. En el camino de retorno, el economista francés perdió el puesto en el FMI y, sobre todo, su calidad de candidato socialista preferido para las elecciones presidenciales de 2012. Su retorno cae en un mal momento para el Partido Socialista francés. El PS está en pleno proceso para las elecciones primarias del 9 y el 16 de octubre y nadie sabe muy bien qué papel podrá desempeñar el ex presidenciable caído en los abismos.

Los sondeos realizados hasta ahora son sin discusión: el escándalo Strauss-Kahn no afectó la credibilidad de los socialistas como partido. Uno de sus antiguos allegados dijo ayer a la prensa francesa: «Nos habíamos acostumbrado a su ausencia, pero ahora que vuelve entre nosotros no sabemos muy bien qué podemos hacer con él». La situación de Strauss-Kahn y de sus aliados es por demás cómica: nadie reniega de él, pero su circulación en el terreno político es incómoda. «Hay que dejarle tiempo al tiempo», recomendaba el domingo pasado la ex candidata socialista Ségolène Royal. Y tiempo hay poco. En un mes son las primarias y en mayo próximo la elección presidencial. Cualquier error de Strauss-Kahn puede dinamitar al partido. Manuel Vals, otro dirigente socialista de peso y candidato a la candidatura, excluyó cualquier intervención del economista en la campaña: «Dominique es consciente de que les planteó un problema a la izquierda, al PS y a los franceses. Es sobre eso que debe explicarse. Las primarias se harán sin él».

De hecho, la palabra de Strauss-Kahn a favor de uno u otro de los aspirantes socialistas a la candidatura del partido es capaz de destruir al candidato por quien DSK se pronuncie. El silencio parece la mejor regla, pero eso no está garantizado. A Strauss-Kahn se le puede ocurrir apoyar a un candidato sólo para hundirlo. Su imagen y su palabra están contaminadas. DSK es como una brasa que pasa rápidamente de mano en mano. Sin embargo, no todo es tan sencillo y el arte de comunicar puede modificar las reglas en curso.

Dominique Strauss-Kahn adelantó que dentro de poco hablaría con la prensa. Ello significa que se va a explicar por lo ocurrido, es decir, que va a limpiar su imagen degradada con una buena campaña de comunicación. Si el operativo reparación tiene éxito entonces su palabra recupera todo su valor. Algunos le ven un destino posterior. En caso de que el candidato socialista derrote en mayo al presidente saliente Nicolas Sarkozy, Strauss-Kahn podría desempeñar un papel importante en el Ejecutivo. Los sondeos indican que una mayoría de los franceses no desea que DSK vuelva a la acción política.

Sin embargo, uno de sus allegados, el diputado socialista Jean Marie Le Guen, comentó que Francia «no puede privarse de sus competencias en materia de economía internacional». Pero DSK es hoy un hombre quemado, no sólo por la acusación de la mucama, de la que salió airoso, sino por los turbios entretelones sobre su vida privada y su gusto casi brutal por el sexo, que se fueron conociendo con el coletazo del hotel Sofitel. Si el capítulo judicial de Nueva York está cerrado para él hay otro abierto que lo espera en Francia. Una periodista francesa, Tristane Banon, acusa a DSK de otro intento de abuso sexual ocurrido en 2003 en un departamento parisino. De los tres principales pretendientes a la candidatura socialista, Martine Aubry, la actual primera secretaria del PS; François Hollande, el ex primer secretario, y Ségolène Royal, sólo Aubry dio un paso al costado de Strauss-Kahn. Aubry dijo en una entrevista que compartía «la opinión de las mujeres sobre el comportamiento de Strauss-Kahn». Otro candidato menor, Arnaud Monteburg, fue más categórico cuando dijo: «Que pida disculpas y se calle». Strauss-Kahn pasó de santo de la victoria segura a demonio que coquetea con la derrota. Difícil prever en medio de esta bruma con qué poción mágica comunicacional Dominique Strauss-Kahn podría recuperar una porción de la credibilidad y el paraíso perdidos.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-176142-2011-09-06.html