La grandeza de una nación se revela en sus gestos pequeños; sus miserias también. Los grandes gestos de Francia revelan muy poca grandeza: apoyo a dictadores, bombardeos de países, activa complicidad en el golpe de Estado del Banco Central Europeo. En cuanto a los gestos pequeños no indican sino una diferencia de grado o de […]
La grandeza de una nación se revela en sus gestos pequeños; sus miserias también. Los grandes gestos de Francia revelan muy poca grandeza: apoyo a dictadores, bombardeos de países, activa complicidad en el golpe de Estado del Banco Central Europeo. En cuanto a los gestos pequeños no indican sino una diferencia de grado o de escala. Es lo que el filósofo Leibniz llamaba una «mónada», elementos mínimos de los que se compone la realidad y «que reflejan el todo en armoniosa concatenación de percepciones». Lo más grande y lo más pequeño están unidos por una coherencia sin cortes ni fisuras; es decir, cuando se es injusto, se es injusto en todos los lugares y en todos los niveles.
Acabamos de enterarnos de una de estas mónadas de escandalosa coherencia. Todos los lectores de Rebelión conocen a Hernando Calvo Ospina, uno de los más comprometidos y rigurosos periodistas de investigación, colaborador habitual de Le Monde Diplomatique y autor de algunos imprescindibles trabajos sobre la guerra sucia en Colombia, el terrorismo anticubano o las operaciones de la CIA en América Latina. Hernando Calvo Ospina, nacido en Cali (Colombia) en 1961, estudiaba periodismo en 1985 en la Universidad Central de Quito cuando fue detenido y hecho desaparecer por un operativo colombiano-ecuatoriano. Torturado y encarcelado en el penal García Moreno, fue liberado sin cargos a finales de diciembre de ese año y, tras una breve estancia en Perú, llegó a París en marzo de 1986, donde las autoridades francesas, conscientes de la persecución de que era objeto por parte de uno de los Estados más violentos del mundo, le concedió el estatuto de refugiado político. Desde entonces vive y trabaja en Francia; allí ha tenido dos hijos con una ciudadana francesa y desde allí mantiene su compromiso ético, periodístico y político con las luchas de los pueblos latinoamericanos, atento particularmente a la dolorosísima situación en Colombia. Su trabajo periodístico y político le ha convertido en objeto de vigilancia por parte no sólo del gobierno de su país sino también del de los EEUU. Por muy difícil de creer que resulte, el 19 de abril de 2009, en efecto, el avión de Air-France en el que viajaba a México fue desviado en el aire por orden de la CIA para evitar que sobrevolase el espacio aéreo estadounidense (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=84210, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=85043).
Pues bien. A Hernando Calvo Ospina se le acaba de negar la nacionalidad francesa, según carta firmada por el ministerio del Interior francés cuyo original y traducción reproducimos más abajo. Como puede comprobarse tras su lectura, el funcionario no hace el menor esfuerzo por disfrazar bajo tecnicismos o florituras las razones de su decisión. Es bien preocupante que los motivos alegados sean abiertamente políticos, pero más preocupante es, si cabe, que estos motivos sean los mismos que justificaron, hace 25 años, su acogida en Francia en calidad de refugiado político: el hecho, en definitiva, de que Hernando Calvo es un «disidente». En Francia, ¿se puede ser un disidente colombiano pero no un disidente francés? En Francia, cuna de la Revolución y Les Lumieres, ¿no se puede ser al mismo tiempo crítico, comprometido, comunista y francés? Veamos los inquietantes argumentos esgrimidos por las autoridades del Servicio Encargado de Naturalizaciones:
– Hernando Calvo Ospina no merece ser francés porque, según el escrito, » mantiene relaciones con la representación diplomática cubana en Paris». Huelga decir que también las autoridades de París mantienen relaciones con la representación diplomática cubana en París.
– Hernando Calvo Ospina no merece ser francés porque «reconoce sus relaciones con la legación cubana en Paris, su afinidad con la ideología castrista, e igualmente su sensibilidad respecto al combate proseguido por las FARC, algunos de cuyos miembros ha encontrado con ocasión de sus actividades de periodista». Aunque Francia mantiene relaciones diplomáticas con Cuba y aunque no está prohibido declararse «castrista» en París (y miles de franceses confiesan todos los días su simpatía hacia Cuba y su revolución), Francia se comporta como Colombia y criminaliza la «sensibilidad» de un ciudadano. Pero criminaliza también la actividad de un periodista. Hernando Calvo Ospina ha entrevistado a decenas de personas a lo largo de su carrera, también a algunos delincuentes: a miembros del Cártel de Medellín, por ejemplo, para elaborar su investigación sobre Pablo Escobar; o a Ornaldo Bosch y otros terroristas ligados a Miami para su libro ¿Disidentes o mercenarios? Al identificarlo con las FARC, el ministerio del Interior francés se comporta de nuevo como el gobierno colombiano (frente a cuyas amenazas Hernando Calvo es precisamente refugiado político en París), mediante una lógica que el propio periodista ha denunciado muchas veces y que ha llevado a tantos abusos y asesinatos en su país. En un artículo titulado Para ser guerrillero y terrorista publicado en Rebelión el 14 de septiembre de 2010, Hernando Calvo recordaba cómo se convierte uno en miembro de las FARC en Colombia: «doy fe», dice «de que «ser» guerrillero colombiano es simple. La clave: por algún medio informativo exprésese objetivamente sobre el gobierno o algún otro ente estatal. Demuestre que los servicios de seguridad, fuerzas armadas y sus paramilitares torturan, asesinan y hacen desaparecer a indefensos ciudadanos por miles, haciéndolos pasar por guerrilleros. Insista en mostrar las tantísimas pruebas que hacen de muchísimos representantes de ese Estado honorables narcos paramilitares. También sirve que exprese sus deseos de una paz con dignidad para todos los colombianos, o la necesidad de un diálogo con la guerrilla. Ya con esto es más que suficiente». (http://rebelion.org/noticia.php?id=112907). En Francia, al parecer, también.
– Hernando Calvo Ospina, finalmente, no merece ser francés porque en 2003 «criticó seriamente la política extranjera de Francia» respecto de Cuba. La condición para llegar a ser francés es, por tanto, que uno no haya criticado ni vaya a criticar a Francia. Es decir, la condición para llegar a ser francés es el compromiso de no imitar a Zola, Sartre, Foucault, Bourdieu, Aragon, Vidal-Naquet y un largo etcétera de grandes intelectuales cuyas denuncias de la política francesa a lo largo de la historia constituyen la verdadera grandeza de Francia.
La noticia del rechazo a la concesión de la nacionalidad francesa a Hernando Calvo Ospina ha provocado la inmediata protesta y solidaridad de sus compañeros de Le Monde Diplomatique, de la editorial francesa donde publica sus libros (Les temps de cerises ) y de la Asociación Francia-Cuba. Esta decisión del gobierno francés es, sin duda, un signo pequeño, pero las flechas también son pequeñas y, bien dirigidas, hieren y matan. Es una flecha más que indica certeramente la «colombianización» creciente de Europa y la criminalización irresistible de todos aquellos que luchan por introducir un poco de verdad y de razón en un mundo atroz. Hernando Calvo Ospina, que estuvo a punto de perder la vida, no va a llorar la pérdida de la nacionalidad francesa, pero él sabe -como sabemos nosotros- que una misma lógica puede presidir el paso de una pérdida a otra. Hernando Calvo es «terrorista» en Colombia y ahora también, oficialmente, «terrorista» en Francia. Señalado, amenazado, criminalizado por los enemigos de la paz en su país, ahora el mismo documento francés que le niega un pasaporte de esa nacionalidad certifica su condición semidelictiva y da la razón a sus torturadores de antaño. No hay nada que hacer; esa lógica es implacable y se impone al margen de la voluntad, como bien expresa el propio Hernando Calvo, con amargo humor, en las últimas líneas del artículo arriba citado: «porque usted no es guerrillero de armas, pero tampoco de tribuna u oficina y ni de papel. Porque quizás nunca ha querido serlo, así entienda sus luchas. O lo que es el colmo: así esté en contra de ellas. Sólo porque usted cree en la democracia, pero no en esa que han armado los que deciden quienes «somos» guerrilleros o terroristas».
Si se cree en la democracia, tampoco se puede ser francés.
TEXTO EN ESPAÑOL DEL DOCUMENTO DE DENEGACIÓN DE LA NACIONALIDAD:
Ministerio del interior
Rezé, el 22 de septiembre 2011
Señor,
Usted ha presentado una petición para adquirir la nacionalidad francesa. Después de haber examinado su dossier de naturalización, he decidido rechazar su petición, en aplicación del artículo 49 del decreto n°93.1362 del 30 de diciembre 1993.
En efecto, resalta de los elementos de su dossier que Ud. mantiene relaciones con la representación diplomática cubana en Paris, y por otra parte, con las Fuerzas armadas revolucionarias de Colombia (FARC). Por esas dos razones, hace parte desde 2009 de una lista americana de personas a quienes se les prohíbe sobrevolar el espacio aéreo de EEUU.
Por otro lado, Ud. reivindica las declaraciones virulentas que ha sostenido contra Francia. En 2003, ha escrito en un cotidiano cubano que «la diplomacia francesa juega con candela», criticando seriamente la política extranjera de Francia en su alineamiento sobre las medidas de retorsión tomadas por la Unión europea hacia el régimen castrista.
Observo que Ud. reconoce sus relaciones con la legación cubana en Paris, su afinidad con la ideología castrista, e igualmente su sensibilidad respeto al combate proseguido por las FARC, algunos de cuyos miembros ha encontrado Ud. con ocasión de sus actividades de periodista, grupo calificado de terrorista por la posición común del Consejo de la Unión europea 2001/931/PESC, actualizada por última vez el 13 de julio del 2010.
Dadas las relaciones que Ud. mantiene con la representación diplomática de un país extranjero y su proximidad con un grupo calificado de terrorista, su lealtad hacia nuestro país y sus instituciones no está comprobada. En consecuencia, no me parece oportuno otorgarle el favor que solicita.
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