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La revolución en Nepal, el NOMT y la Tercera Guerra Mundial

Fuentes: Rebelión

Introducción Nepal es un país asiático situado entre China e India, cercano al Reino de Bután y la República Popular de Bangladesh. Con una población de casi 30 millones de habitantes repartidos en 147.181 Km 2 (CIA, 2012), la mayoría de su población vive en el campo (el 80%) si bien tiene importantes núcleos urbanos […]

  1. Introducción

Nepal es un país asiático situado entre China e India, cercano al Reino de Bután y la República Popular de Bangladesh. Con una población de casi 30 millones de habitantes repartidos en 147.181 Km 2 (CIA, 2012), la mayoría de su población vive en el campo (el 80%) si bien tiene importantes núcleos urbanos como la capital Katmandú con más de dos millones de habitantes. Desde hace siglos ha sido un país que ha oscilado entre periodos de autarquismo y otros de pertenencia semicolonial a la órbita injerencista de la India. Todavía hoy Nepal mantiene esa dualidad en sus estructuras, en tanto inscrito por un lado a la economía-mundo capitalista, pero en donde una parte importante de su población rural continúa sometida a un orden de relaciones sociales de corte feudal-capitalista . No en vano, el país estuvo gobernado por una monarquía absolutista hasta hace menos de una década. En el presente trabajo daremos cuenta de la lucha de gran parte del pueblo nepalí por la República, la democracia y el socialismo, como herramientas necesarias para alcanzar la ansiada soberanía nacional. Además, cuestionaremos si este objetivo es alcanzable dentro de un sistema interestatal de economía capitalista altamente mundializado. Señalaremos también cómo la lucha de clases sigue siendo uno de los motores de la historia, junto a la necesidades de reproducción social de los individuos. Y ello pese a los elucubraciones contrarias de una historiografía posmodernista y eurocéntrica que ahora recula bajo el peso de una realidad gobernada por los recortes y las deudas externas. También por la asfixia de los presupuestos de las universidades donde todavía laboran no pocos de esos, otrora, laureados autores.

  1. Guerra Civil o «Guerra Popular«

El 13 de febrero de 1996, el Partido Comunista de Nepal (Maoísta) declaraba la «Guerra Popular» a la monarquía nepalesa, buscando la proclamación inmediata de la república y la construcción de una democracia popular maoísta. Poco a poco, el ejército insurgente fue controlando más y más territorios en el campo si bien las ciudades permanecieron, en los primeros años, ajenas a su influencia. En las urbes, la mayor influencia la tenían el Congreso Nepalí (CN) y el Partido Comunista de Nepal- Unificación Marxista Leninista (PCN-UML). El primero, un partido centrista con un pasado socialdemócrata (adscrito a la II Internacional) que ahora practicaba un discurso económico neoliberal y el segundo, pese a su «revolucionario» nombre, un partido de corte socialdemócrata de izquierdas. Ambas formaciones se alternarían en el poder gubernamental compartido con el Rey en esta década de guerra (1996/2006). En el año 2001, justo en el ecuador del conflicto armado, se produce un hecho muy importante para la pérdida del apoyo popular a la monarquía: la masacre de la familia real. El príncipe heredero Dipendra, después de una noche de alcohol y cocaína, mata a su padre y a todos los herederos directos por, según fuentes oficiales, razones de índole sentimental. El príncipe asesino también queda malherido por el fuego cruzado y pocos días después fallece en el hospital. Como consecuencia de ello, el Rey Gyanendra, hermano del anterior monarca asesinado y para muchos autor intelectual de la masacre, es proclamado Rey de Nepal. El nuevo monarca tenía un perfil todavía más reaccionario que el anterior y pronto lo demostraría asumiendo plenos poderes desplazando de l gobierno a los dos partidos legales mayoritarios: el Congreso Nepalí y los marxistas-leninistas. Ante el fin del parlamentarismo se produjeron diversas protestas simbólicas de EUA y la UE que retiraron a su personal diplomático, sin interrumpir, sin embargo, la actividad económica con el brutal régimen monárquico (por aquel entonces todavía garante de un Estado confesional hinduista). Los partidos políticos legales, desde el centro a la izquierda del espectro político, fueron adquiriendo una posición más de crítica frontal contra la monarquía y se sumaron a huelgas convocadas por la guerrilla insurgente, cada vez más poderosa. Estas movilizaciones tuvieron una amplia incidencia en las principales ciudades y en la capital del país. Durante la guerra civil los maoístas se financiaron mediante el robo de bancos y la extorsión de capitalistas, terratenientes y «reaccionarios» junto a la ayuda de organizaciones guerrilleras y populares solidarias con su causa, repartidas principalmente por el sureste asiático (Cruz, 2012). En las zonas que controlaron los maoístas se produjeron colectivizaciones de latifundios y se establecieron gobiernos populares como hizo la guerrilla de Mae Zedong en la Guerra Civil China. La situación de la mujer sufrió un cambio radical al ser empoderadas como miembros con iguales derechos que los hombres. No en vano, cabe recordar que el 40% de la guerrilla estaba compuesta por mujeres. Esto produjo cambios, aunque tímidos, al otro lado de las trincheras, pues el ejército monárquico tuvo que aceptar mujeres si bien estas adoptaron roles secundarios y a penas llegaron al 5% del total de sus miembros. Además de las clásicas estrategias de propaganda maoísta, como difusión de panfletos, cartelería, banderas, etc; es de resaltar el uso que hicieron de las nuevas tecnologías como Internet, mediante el cual pudieron captar la solidaridad financiera de agrupaciones maoístas hermanas. Incluso el Comité Central llegó a realizar un videoclip musical que fue distribuido por la Red para animar a los nepalíes a unirse a la guerrilla. Justo al mismo tiempo que Estados Unidos declaraban a los maoístas como organización terrorista internacional.

  1. Acuerdo de paz

 En 2006, después de una huelga de tres semanas protagonizada por los maoístas junto a los partidos legales democráticos, el rey se vió obligado a restablecer el parlamentarismo, y el PM Koirala del CN junto a Prachanda, líder de la guerrilla maoísta, alcanzaron un acuerdo de paz. El rey Gyanendra, aunque no es depuesto, deja de ser jefe de Estado con la aprobación de una Constitución interina. El acuerdo también fue auspiciado por la ONU que se comprometió con una misión de paz a vigilar su cumplimiento. Los insurgentes se acantonaron a la espera de su incorporación al ejército y entregaron las armas que fueron depositadas en contenedores vigilados por la ONU. Los principales partidos y el monarca, se comprometieron a realizar unas elecciones para formar una Asamblea Constituyente que redactara una nueva constitución.

  1. Elecciones de 2008

 Las elecciones del 20 de abril dieron la victoria a los exguerrilleros, para sorpresa de propios y extraños. El PCN(m) quedó como primera fuerza del país obteniendo 229 de los 601 escaños de la Asamblea. En segundo y tercer lugar quedaron el Congreso Nepalés con 115 y 108 votos respectivamente. Si bien las diferencias no fueron tan grandes en porcentaje de votos, los resultados dejaron meridianamente claro que el pueblo nepalés apoyaba a las fuerzas de la (llamémosle) «izquierda amplia» (desde el centro-izquierda de los marxistas-leninistas a los maoístas ortodoxos). La izquierda amplia obtuvo un total de más de 6.200.000 votos. Mientras que al lado opuesto del espectro político , la derecha amplia (desde el centro-derecha del CN a la extrema derecha monárquica) no alcanzaron los tres millones, cifra que los maoístas por sí solos, superaron. De este modo, una amplia mayoría del pueblo nepalés mostraban un deseo de ruptura con lo que había sido la política nepalí hasta la fecha. Siguiendo este deseo, la Asamblea Constituyente votó por la abolición de la monarquía en mayo de ese mismo año, poniendo fin a más de 249 años de gobierno de la Dinastía Shah. El ex monarca Gyanendra se retiraría a su palacio de verano con un séquito de protección policial permanente a cargo del Estado y afirmaría su intención de «vivir como un ciudadano nepalí más». En realidad Gyanendra quedaría como reserva en el banquillo de jugadores que tanto la India como Estados Unidos conservan en el tablero nepalí. Los motivos de la hegemonía de la izquierda en Nepal no hay que buscarlos simplemente en los factores objetivos de pobreza y desigualdad del país o su clásico papel de semicolonia de la India. Hay que analizar también la cultura nepalesa y su tradición religiosa, sus costumbres comunitarias propias de una sociedad agraria que se siente más identificada con la cosmovisión comunista que con la individuación ofrecida por el capitalismo y su fetichismo alienador. Todo ello permite que la prédica comunista haya calado en su población, aumentando exponencialmente su presencia desde los años noventa. Como ya hemos señalado, los maoístas también han sido muy hábiles aprovechando las nuevas tecnologías para crear lazos de solidaridad y financiación, a la par que se mostraron inclusivos con las tradiciones (también religiosas) de amplios sectores de la población.

  1. Asamblea Constituyente y gobiernos frágiles (2008/2012)

 Desde la formación de la Asamblea Constituyente en 2008 hasta el presente, los partidos mayoritarios no ha conseguido redactar una nueva constitución. Durante estos cuatro años se han sucedido una seria de gobiernos frágiles que no lograron adelantar en ningún aspecto del Acuerdo de Paz, al menos hasta la llegada del actual Primer Ministro Bhattarai. Hasta ese momento se habían sucedido los gobiernos de, en primer lugar, Prachanda (líder de los maoístas desde la guerrilla hasta el presente), el cual tuvo que dimitir debido a que el Presidente conservador de la República, se negó a expulsar del Ejército a su General en Jefe pese a estar incumpliendo de modo flagrante el Acuerdo de Paz. Posteriormente vendrían dos gobiernos de corta duración encabezados por los marxistas-leninistas con apoyo parlamentario, primero, del Congreso Nepalés, y más tarde, de los maoístas. Finalmente en 2011, le tocaría el turno al maoista Bhattarai. Este consiguió avanzar mucho la incorporación de los exguerrilleros a las fuerzas de seguridad del Estado y la vida civil, si bien tuvo sus costes entre las bases, pues a ojos del ala izquierda maoísta, Bhattarai es un reformista que, durante su gobierno, no ha hecho sino ceder con las élites nepalíes y las fuerzas imperialistas. Lo más interesante de este periodo fue que cuando los maoístas no estuvieron en el gobierno consiguieron una movilización permanente de las masas que les permitió derrocar gobiernos de los marxistas-leninistas y mantener una guerra de posiciones en la sociedad civil que los empoderó no sólo en la política nepalí sino entre sus bases. Mientras que en sus breves estancias encabezando gabinetes gubernamentales se produjo un alejamiento de las bases con respecto a los líderes. De hecho, una de las razones de la vuelta a los maoístas al gobierno fue que las tradicionales clases dirigentes nepalíes y el gobierno indio los consideraban menos peligrosos con responsabilidades gubernamentales, que sin ellas. Cuestión que en general suele ocurrir internacionalmente con la mayoría de izquierdas en el poder. Enfrentadas a un sistema socioeconómico contrario a sus bases programáticas, deben lidiar con lo posible de lo deseable, más la corrupción que siempre danza con gran soltura en los espacios del poder. En especial en los tiempos actuales de globalización ultraliberal donde los capitales y ciertos individuos detrás de poderosas corporaciones transnacionales tienen un poder que hace aritméticamente muy sencillo doblegar voluntades políticas individuales a cambio de cifras con muchos ceros, lo que conocemos bajo el nombre de corrupción. Sugeriremos una ilustración a modo de ejemplo. El hombre más rico del mundo, según Forbes, es el mexicano Carlos Slim. Si la diferencia de la riqueza entre Slim y un asalariado español medio se midiera por peso, el trabajador español llegaría al gramo, como las hormigas; mientras que el magnate mexicano alcanzaría las dos toneladas y media, como un gran hipopótamo. ¿Pueden un hipopótamo y una hormiga regirse por las mismas reglas políticas? Las posibilidades de corrupción (o aplastamiento) se agravan dentro de un contexto de polarización social donde a los pueblos no se les ha dotado, después de más de un siglo de democracias representativas, de nuevas herramientas que posibiliten democracias de base permanentes y multidireccionales. Es necesario superar la pobreza cívica que significa votar cada cuatro años con leyes electorales, además, amañadas. Es un insulto para la especie que los medios de producción hayan avanzado tantísimo desde el siglo XIX, y en cambio sigamos con parecida superestructura política a la que posibilitó el primer sufragio universal en Nueva Zelanda en 1893. La implementación de estas nuevas herramientas democráticas es perfectamente posible con el actual desarrollo de la informática y los medios de comunicación. Sólo falta la voluntad política para alcanzar esa democracia de nuevo tipo que haga efectiva la soberanía que teóricamente consagran las leyes, pero niegan los mercados. Retomando la última hora de la realidad nepalí cabe señalar que a finales de mayo el Primer Ministro maoísta Bhattarai disolvió la Asamblea Constituyente al vencer un nuevo plazo límite para redactar la constitución. Ante la imposibilidad de llegar a acuerdos entre los principales partidos, Bhattarai anunció nuevas elecciones para noviembre próximo. La situación es sumamente caótica, pues mientras que la derecha acusa a Bhattarai de querer implantar una dictadura comunista; el ala izquierda de su partido dirigida por el excomandante guerrillero Kiran lo acusan de «neorevisionista». Además, Kiran y los suyos se han escindido junto a un tercio de los diputados para formar un nuevo partido maoísta «revolucionario». Por su parte, el Presidente de los maoístas, Prachanda, también se suma a las peticiones de dimisión de Bhattarai, amenazándolo con expulsarlo del partido si se niega. En este escenario India y China están muy nerviosas. India, realizando maniobras militares fronterizas y moviendo sus hilos con sus partidos-marionetas (como el CN), temerosa de que la relación entre su guerrilla maoísta (los naxalitas) y los maoístas nepalíes vuelvan a buen cauce vía Kirán, complicándoles sus políticas contrainsurgentes. Por su parte, el gobierno chino está muy molesto por la escisión maoísta, como le hizo saber a un destacado dirigente de los «maoístas revolucionarios» en visita a Beijing. Los «díscolos» de Kiran están poniendo en peligro la estabilidad de los negocios chinos acordados con el gobierno de Bhattarai, como es el caso de la construcción de una gran hidroeléctrica valorada en 1.600 millones de $.

  1. Reflexiones, entre el comunismo y el capitalismo: sistema interestatal y bloque histórico. El NOMT y la Tercera Guerra Mundial.

 En un mundo totalmente interconectado por el mercado mundial, más que nunca antes en la historia, lograr la soberanía basándose en el concepto de Estado-nación heredado del Tratado de Westfalia nos parece simplemente imposible. También les parecía de este modo a Marx y a Engels cuando afirmaban en el Manifiesto Comunista que el mercado mundial rompía todas las barreras nacionales y que la revolución debería triunfar, para sobrevivir, en varios de los países más desarrollados. Posteriormente este internacionalismo fue también una premisa clave de la III Internacional hasta que se impuso la ideología estalinista de la revolución en un solo país. La cual obligó a los partidos comunistas más importantes a tener como principal objetivo no ya la revolución mundial sino la defensa de la soberanía de la URSS en su particular camino hacia un comunismo que, a diferencia de los pronósticos oficiales del PCUS en los sesenta, no llegaría a finales del pasado siglo, sino que se transmutaría en la conocida restauración capitalista de Rusia y el resto de repúblicas satélites . Un capitalismo que, no olvidemos, nunca abandonó Rusia en tanto la URSS seguía adscrita al sistema-mundo capitalista y a su ley del valor. Si bien es cierto que la restauración capitalista oficial llevaría a la privatización de amplios sectores de su economía y a la afluencia legal de enormes capitales procedentes de la mafia que se habían acumulado en el mercado negro de ciudades tan importantes como Moscú o San Petersburgo (antes Leningrado). La imposibilidad de la soberanía nacional también es reconocida actualmente por el Primer Ministro nepalí Bhattarai, contra parte d el maoísmo predominante en su partido, cuando reconoce la imposibilidad de mantener una revolución comunista en un sólo país. Mucho menos si el país en cuestión es tan pequeño y empobrecido como Nepal; más difícil todavía si está rodeado de los dos aspirantes a potencias hegemónicas en el Nuevo Orden mundial. Esta determinación es la que Bhattarai denomina como «el sándwich nepalí». Actualmente nos encontramos con lo que venimos llamando el Nuevo Orden Multipolar Transitorio (NOMT) que se resolverá cuando la nueva potencia hegemónica quede reconocida de facto por la mayoría del sistema interestatal y/o supraregional. Aunque todavía es muy prematuro para prever un escenario de futuro con claridad, las mejores posicionadas para conseguir reemplazar lo que fue Estados Unidos son indudablemente China y en segundo lugar India, con más de 1.200 millones de habitantes y un crecimiento demográfico que pronto la convertirá en el país más poblado del mundo. Pero tanto China como India tienen crecientes problemas internos relacionados con el auge de la ideología maoísta, lo que puede dificultarles su camino hacia la hegemonía. India, como reconoció su Primer Ministro Manmohan Singh, tiene en los naxalitas (guerrilleros maoístas indios) el principal peligro para su fortaleza estatal. Por su parte China, debido a las crecientes protestas y revueltas de sus trabajadores, está viendo un auge de un sector maoísta del Partido Comunista, que poco a poco fortalece sus anteriores posiciones minoritarias frente a los clásicos reformistas del «socialismo de mercado» de tercera y cuarta generación, inspirados en Deng Xiaoping. Si bien es cierto que a veces este reconocimiento no es pacífico, ni mucho menos automático. Se producen retrasos y tiene mucho que ver con el nivel de lucha de clases mantenido por la clase obrera china. Como lo demuestran los asesinatos de varios líderes maoístas regionales (como dirigentes medios y alcaldes) muy queridos por su población debido a su lucha contra la mafia y en favor de políticas progresivas de redistribución entre las rentas del trabajo y las del capital. Una salida de la élite gobernante china, para evitar la lucha de clases en el interior de su país, es desplazarla geográficamente intensificando sus políticas imperialistas en otros países, explotando a los trabajadores extranjeros. O sea, lo que han venido haciendo EUA y Europa desde el final de la II Guerra Mundial, pero al revés. ¿Qué posibilidades tiene Nepal de alcanzar la soberanía en este escenario? En nuestra opinión, ninguna. Pero es que si analizamos sintéticamente, la estructura interna internacional, veremos que las cosas se complican todavía más. El país donde nació Buda se halla inserto en un nodo explosivo de la actual red de interdependencias del sistema-mundo capitalista. Como afirma Chase-Dunn sólo un sistema-mundo socialista y democrático podría entregar a los pueblos la soberanía que nunca han disfrutado plenamente y que en nuestros días es negada por el capital financiero y las políticas imperialistas. Desde que comenzó la crisis mundial a mediados de 2007 estamos cansados de ver cómo los gobiernos se han dedicado a salvar a los principales bancos, inyectando dinero que procede de lo negado con los recortes a las clases populares. Políticas de abaratamiento de la fuerza de trabajo dictadas por los gobiernos burgueses que están sometiendo a poblaciones enteras desde Canadá a Grecia, pasando por España y Portugal. La escisión, convertida en antagonismo de larga duración, existente entre la soberanía proclamada en las constituciones y la enterrada por los mercados, entre humanismo e irracionalidad, racionalidad y crisis de sobreproducción, democracia y plutocracia , proyecto socialista y capitalismo, continua ampliándose hasta nuestros días trazando una brecha que puede desembocar en la posibilidad de vivir una bifurcación histórica en el sistema, tal como señalan Wallerstein o Minqi Li. Ello significaría la posibilidad de poder elegir. De nosotros dependerá qué futuro sistema reemplazará al actual: si uno todavía más desigual donde la hegemonía se consiga intensificando las políticas de coerción (en especial en Europa), o por el contrario, otro más democrático e igualitario. Según la correlación de fuerzas internacionales que exista en el momento clave de la bifurcación del bloque histórico, entre las clases populares con conciencia y las masas pasivas manipuladas por las élites capitalistas, la balanza se decantará hacia un lado u otro. Dentro de la opción negativa hay que destacar la posibilidad de que se produzcan nuevas guerras regionales que pudieran desembocar en una guerra mundial de nuevo tipo, pues la «destrucción creativa» siempre ha sido una buena salida para que los gobiernos burgueses desplacen temporal y geográficamente las contradicciones inherentes del sistema. Todo ello acontecerá, claro está, si las fuerzas populares volvemos a perder la batalla por la hegemonía en el momento clave, como ocurrió al estallar la I y la II Guerra Mundial. Nepal podría ser escenario bélico de este conflicto internacional, en especial si India y China se enfrentaran en diferentes bandos, lo que ocurriría con bastante probabilidad. En ese caso, las fuerzas maoístas nepalíes e indias se posicionarían con China (y muy posiblemente junto a Rusia) frente a la alianza indio-estadounidense, especialmente si no vieran posibilidades objetivas para la revolución socialista mundial. China y Rusia vienen dando pasos los últimos meses en relación a esta alianza contra EUA y sus aliados y los gestos de estrategia militar preconflicto se precipitan, junto a las declaraciones de altos dirigentes políticos y del ejército chino ante la creciente situación de conflicto en Oriente Medio. Ya se han producido declaraciones y publicaciones oficiales chinas donde el gigante asiático se prepara para una eventual guerra. La historia de Nepal de los últimos veinte años, para bien y para mal, puede ser ilustrativa de los convulsos tiempos que nos esperan bajo esta nueva crisis de la economía-mundo capitalista. Quizás tengamos que aprender mucho de los errores y los aciertos nepalíes. Del mismo modo que muchos aprendieron de un país empobrecido e insignificante como España, en el sistema-mundo de los años treinta del siglo pasado, cuando durante su Guerra Civil se convirtió en terreno de pruebas de las potencias que se enfrentaron más tarde en la II Guerra Mundial. Ojalá Nepal, junto con Siria o Irán, no se conviertan esta vez en unas de las cobayas de la III Guerra Mundial. Por ello debemos estar muy atentos al acontecer asiático, donde en razón a una acumulación acelerada de capitales, se está jugando el futuro de la humanidad. Los tiempos de hegemonía euroestadounidense son historia del pasado, ahora deberemos decidir con nuestro trabajo y compromiso diario, si la historia del futuro estará marcada por el socialismo mundial, o por la barbarie.

El presente trabajo es una versión ligeramente modificada de la exposición «Nepal, crisis permanente en la cima del mundo: monarquía, república, democracia y soberanía entre dos superpotencias asiáticas» presentada en la Universidad Complutense de Madrid, en el I Congreso de Gobernanza y Asuntos Públicos, a principios de julio de 2012. El presente artículo fue publicado el 10 de agosto de 2012. Tiene derechos Creative Commons pudiendo ser reproducido libremente en cualquier lugar siempre que se conserve la totalidad del texto, la estructura, se cite la autoría y no exista ánimo de lucro.

Jon Juanma es el seudónimo de Jon E. Illescas Martínez, investigador y doctorando en la Universidad de Alicante y la Universidad Complutense de Madrid, en temáticas de geocultura, geopolítica, industrias culturales y análisis del sistema-mundo. Recientemente ha publicado el libro «Nepal, la revolución desconocida. Crisis permanente en la cima del mundo.» (La Caída, 2012). También es artista plástico y creador del Sociorreproduccionismo Prepictórico.

Bibliografía

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CHASE-DUNN, Christopher y BABONES, Salvatore J. (2006), Global Social Change: Historical and Comparative Perspectives. Maryland: The Jhons Hopkins University Press.

CRUZ, Alberto (2011). La violencia política de India. Más allá del mito de Ghandi. Madrid: La Caída.

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GRAMSCI, Antonio (1981) Cuadernos de la cárcel. México D.F: Era [1975].

ILLESCAS MARTÍNEZ, Jon E. (2012). Nepal, la revolución desconocida. Crisis permanente en la tierra de Buda. Madrid: La Caída.

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MANDEL, Ernest (1986) Las ondas largas del desarrollo capitalista. La interpretación  marxista.  Madrid: Siglo XXI [1980].

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WALLERSTEIN, Immanuel (2005), Análisis del sistema-mundo. México D.F: Siglo XXI [2004].

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Blog del autor: http://jonjuanma.blogspot.com.es/

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