El próximo 12 de septiembre habrá elecciones en los Países Bajos y también se espera el veredicto de la Corte constitucional de Alemania sobre la constitucionalidad del Mecanismo Europeo de Estabilidad. En el marco de la «dispersión» progresiva de los intereses de las poblaciones de los diferentes países de la Unión Europea, que va cuajando […]
El próximo 12 de septiembre habrá elecciones en los Países Bajos y también se espera el veredicto de la Corte constitucional de Alemania sobre la constitucionalidad del Mecanismo Europeo de Estabilidad. En el marco de la «dispersión» progresiva de los intereses de las poblaciones de los diferentes países de la Unión Europea, que va cuajando progresivamente, manteniéndose el interés mínimo de salvar entre todos a la banca para no caer en el desastre mundial, las elecciones políticas en un estado pueden desencadenar la ruptura de la zona euro y redituar a la Unión Europea en niveles de cooperación menos intensos (puede ser que más realistas, más soportables e incluso más equitativos).
Sin llegar todavía a los niveles de Grecia, las poblaciones de los países de la Unión Europea van tomando conciencia de que los caminos emprendidos por sus políticos no defienden sus intereses colectivos mínimos. Cuando prueban un partido de los grandes, y no funciona, se prueba el otro grande, y tampoco; finalmente las poblaciones prueban vías inicialmente minoritarias, primero como castigo y después… ya se verá. Una cosa está clara, cuando los políticos que mayoritariamente son elegidos no tienen ni el valor ni la audacia ni la inteligencia necesarios, en un contexto de destrucción de la manera de vivir que acomodaba hasta ahora a la población, ésta busca alternativas, así se equivoque. No hay quien, viendo que se le empuja hacia el precipicio, no intente sublevarse.
Veremos qué pasa en los Países Bajos, donde no gusta tener que someterse a recortes al dictado de Bruselas, máxime cuando su porcentaje de deuda pública sobre el producto interior bruto (PIB), es muy bajo respecto al que tienen los Estados Unidos, Reino Unido, Francia, España y, sobre todo, Japón. Además, su déficit público también es el segundo más bajo (cerca de Francia, tanto en términos generales como en temas de déficit público primario, o sea, dejando a un lado los intereses sobre la deuda pública). La gestión de las cuentas públicas se convierte una vez más manifestación de la libertad para un estado.
Respecto a la decisión de la Corte constitucional alemana no se puede hacer nada. La mayor preocupación de la señora Merkel ha sido evitar declaraciones de gobernantes que pudieran entorpecer el proceso decisorio. Lo que ella haya hecho o no en secreto para condicionarla, permanece en el misterio y ya se verá el resultado. Debe quedar claro que los alemanes juegan con ventaja al hacer pasar decisiones europeas por su Corte constitucional antes de ser aprobadas definitivamente.
Fernando G. Jaén. Profesor titular del Departamento de economía y empresa. Universidad de Vic.
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