Rafael Poch de Feliu, una vez más, nos ha regalado un artículo imprescindible sobre la inauguración del monumento oficial a la matanza nazi de gitanos: «Berlín reconoce a la Cenicienta del Holocausto» [1]. No se lo pierdan (Rebelión lo reprodujo en su edición del pasado jueves 25 de octubre [2]). Poch de Feliu recuerda que […]
Rafael Poch de Feliu, una vez más, nos ha regalado un artículo imprescindible sobre la inauguración del monumento oficial a la matanza nazi de gitanos: «Berlín reconoce a la Cenicienta del Holocausto» [1]. No se lo pierdan (Rebelión lo reprodujo en su edición del pasado jueves 25 de octubre [2]).
Poch de Feliu recuerda que hasta medio millón de gitanos -el número exacto se desconoce-, «se estima que fueron exterminados por los nazis». El «hecho» tardó unos cuarenta años en ser reconocido oficialmente. Fue el canciller H. Schmidt quien, en 1982, recibió por primera vez a una delegación del consejo central de los sintis y romaníes alemanes.
En el desarrollo de su información y argumentación crítica, el gran periodista de La Vanguardia señala que a «diferencia de la aniquilación en cautividad de 3 millones de prisioneros soviéticos, sobre los 5 millones que capturó el Tercer Reich, de los homosexuales, de los comunistas e izquierdistas en general, y aún más de los seis millones de judíos, los gitanos están en el furgón de cola de la memoria». Después de la segunda guerra mundial, la memoria del genocidio gitano fue omitida, «tanto en el Oeste como en el Este de Europa, aunque en Polonia sí hubo actos conmemorativos ya en los años sesenta».
Poch de Feliu parece presuponer -o no es punto en el que pueda detenerse en su nota- que, al contrario de lo que sucede con los ciudadanos gitanos asesinados por el nazismo, en la memoria de los pueblos, de los ciudadanos demócratas de todo el mundo, han quedado bien incorporados los casos que él cita: homosexuales, judíos, comunistas y gentes de izquierda, alemanes o no alemanes (rotenspanien internacionalistas entre ellos) y los tres millones -¡3.000.000!- de prisioneros soviéticos «aniquilados en cautividad».
No es el caso, en absoluto. Nadie duda del conocimiento prácticamente universal del holocausto judío. Pero poco se sabe de forma generalizada de los homosexuales asesinados. Menos aún de los comunistas y militantes de izquierda resistentes. Y mucho, mucho menos de los prisioneros soviéticos, sobre los que Poch de Feliu, desde luego, no permite que habite el olvido y la desconsideración.
La memoria no ha acuñado por el momento todas estas monedas, algunas de ellas en especial. Pregunten y comprobarán. El por qué de esta desmemoria injusta, inadmisible, infame, ideológicamente orientada, está en la mente y en el corazón de todos y todas.
Notas:
[2] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=158219
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