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Los 27 afrontan el gran recorte en el presupuesto de la UE

Fuentes: La Vanguardia

«Es ahora o nunca», «no hay elección», «si fracasamos será una pesadilla»… Diplomáticos y funcionarios europeos echaron ayer mano de la clásica retórica comunitaria para justificar el muy probable resultado de la melodramática negociación que hoy se inicia en Bruselas: un presupuesto europeo que, por primera vez, será inferior al actual. La UE, se argumenta, […]

«Es ahora o nunca», «no hay elección», «si fracasamos será una pesadilla»… Diplomáticos y funcionarios europeos echaron ayer mano de la clásica retórica comunitaria para justificar el muy probable resultado de la melodramática negociación que hoy se inicia en Bruselas: un presupuesto europeo que, por primera vez, será inferior al actual. La UE, se argumenta, debe asumir la austeridad que predica y funcionar con menos recursos. No hubo acuerdo en noviembre y hoy, a las tres de la tarde, comienza en Bruselas la que pretende ser la segunda y definitiva ronda de negociaciones entre los jefes de Estado y de gobierno de los Veintisiete.

Aunque el presupuesto de la UE no supone más del 1% del PIB europeo, están en juego desde las ayudas a los agricultores al apoyo a nuevas redes de transporte o un plan contra el paro juvenil, el último conejo que se ha sacado de la chistera Herman van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, para ganarse el apoyo de los países del sur.

La estrategia de presión orquestada por la inusual alianza entre David Cameron y Angela Merkel -ambos partidarios de recortar el gasto- ha dado sus frutos. Los líderes europeos vuelven a Bruselas asumiendo que el punto de partida es el recorte que se les planteó el 22 de noviembre: 973.000 millones de euros, lo que supone ya un recorte de 77.000 millones respecto a la propuesta original de la Comisión. «Nadie está contento del todo. La solución ideal llegará cuando todos estén descontentos en la misma medida», vaticinan fuentes diplomáticas.

La rebaja todavía es insuficiente para Londres, Berlín y La Haya. Van Rompuy, mediador de la negociación, deberá cuidarse de no ceder demasiado y no desatender a París, Roma y Madrid. El tijeretazo adicional que hoy propondrá es de unos 15.000 millones de euros, aunque tiene preparadas algunas ideas para, en la última fase de la negociación, llegar hasta 20.000 millones. Las partidas más perjudicadas son la inversiones en nuevas redes de transporte y en banda ancha (10.000 millones menos, sobre todo en telecomunicaciones, aunque también puede perjudicar a la construcción del corredor ferroviario euromediterráneo) y al gasto común en políticas de Justicia, Interior y Exteriores.

También se espera que Van Rompuy dé un tajo a la administración comunitaria. Si bien no servirá para cuadrar las cuentas del nuevo presupuesto, es clave para contentar al Reino Unido. El argumento de las instituciones europeas de que si se recorta su presupuesto administrativo ya no serán capaces de cumplir con sus cometidos correctamente deja fríos a los gobiernos. Criticar los altos salarios de los funcionarios europeos ha dejado de ser visto como un vicio británico en el norte, sobre todo desde que Berlín decidió sumarse a la causa. Menos solidaridad encuentran aún en los países del sur, donde los gobiernos, a instancias de la UE, han tenido que aligerar su cuerpo de funcionarios y empeorar sus condiciones laborales.

La discreción habitual de Van Rompuy ha tornado en «auténtica opacidad», según dicen. Sus colaboradores han mantenido intensos contactos a nivel técnico con las capitales (por videoconferencia con el equipo de Mariano Rajoy en la Moncloa), pero nadie ha visto la propuesta de compromiso por ahora. No se presentará hasta esta tarde, pero «no pillará a nadie por sorpresa», afirman fuentes europeas.

La prioridad de España es que el acuerdo no se aleje demasiado de la última propuesta de compromiso de Van Rompuy en noviembre, ya que elevaba sus asignaciones en ayudas agrícolas y de cohesión. Estas mejoras, sumadas a unas contribuciones al presupuesto europeo que serán inferiores a lo previsto como consecuencia de la crisis (se calculan en función del PIB), llevan a que España no vaya a ser contribuyente neto a las arcas comunitarias y que todavía vaya a recibir ligeramente más de lo que aporta a la UE.

Rajoy llega a Bruselas con el objetivo de concretar el plan contra el paro juvenil. De él sólo se sabe que beneficiará a los países y regiones con desempleo juvenil más alto (España, Grecia…), pero el Gobierno quiere asegurarse de que será dinero fresco y no sacado, por ejemplo, del Fondo Social Europeo. El presidente del Comité de Regiones, Ramón Valcárcel, ha pedido una partida presupuestaria aparte y contribuir al diseño del plan. Según fuentes consultadas, las ayudas ascienden a unos 3.000 millones de euros.

La cumbre ofrecerá también la primera oportunidad a los líderes europeos para reunirse con Cameron desde la declaración de Londres, en la que reclamó renegociar la relación con la UE y anunció la convocatoria de un referéndum. La cercanía del británico con Merkel en la última cumbre sorprendió e inquietó a François Hollande, que sigue buscando sin éxito recuperar el eje francoalemán. El presidente francés se comprometió el martes ante la Eurocámara a impedir que un país (en referencia al Reino Unido) imponga sus ideas y a frenar las propuestas que «dañen el crecimiento europeo».