Los gobiernos neoliberales de los últimos treinta años han venido desestructurando, poco a poco, el régimen de seguridad social costarricense. Sobra decir que el único elemento de cohesión social que le queda a esta pequeña «Suiza Centroamericana» (entiéndase en el tanto cueva de ladrones y corruptos se encuentran aquí) es la Caja Costarricense del Seguro […]
Los gobiernos neoliberales de los últimos treinta años han venido desestructurando, poco a poco, el régimen de seguridad social costarricense. Sobra decir que el único elemento de cohesión social que le queda a esta pequeña «Suiza Centroamericana» (entiéndase en el tanto cueva de ladrones y corruptos se encuentran aquí) es la Caja Costarricense del Seguro Social. Si de jactarse respecto a la paz se trata, esta institución es el último baluarte de ese delgado hilo de la confrontación social.
No han quedado atrás los escándalos de corrupción de ciertos expresidentes que se enriquecieron a costa de la Caja y que hoy andan campantes entre las calles de la ciudad, debido a un sistema judicial inepto y complaciente con las cúpulas del poder económico. Tampoco quedaron atrás las constantes denuncias sobre las escandalosas cifras de morosidad patronal de empresas privadas e instituciones públicas, siendo los más afectados los usuarios, los trabajadores que ven como poco a poco se pierde su dinero en cuantiosas horas de filas para recibir atención o en eternos periodos de tiempo para una cita médica. Nada de eso ha quedado en el olvido, sigue tan latente como desde el inicio, pero hay un pueblo dormido que no se atreve a abrir los ojos aunque oiga ruidos en la cocina.
Ahora son los cuarenta y cinco EBAIS administrados por el proyecto PAIS-UCR. El peligro se encuentra en las ansias de privatización inaugurada por Oscar Arias Sánchez, el mismo «Nobel de la Paz» que no le ha importado provocar una confrontación de magnitudes inimaginables, todo por sus intereses mezquinos de saciar sus bolsillos con su clínica mientras, por otros medios, ofrecía al mejor postor a este país por medio de un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Ahora, su acólita, Laura Chinchilla Miranda, sí, la misma enclenque y mentirosa que no ha sabido poner un orden frente al caos que ella misma ocasionó, ha permitido la misma lógica. Y hay que decirlo, la ineptitud de la mandataria es tal que ni siquiera ella ha podido continuar con la venta del país y por supuesto, de la Caja. Para eso han tenido que ser todos sus allegados que, al darse cuenta de la ineficiencia de la gobernante, han decidido ellos, por su cuenta, volarse todo lo que se pueda antes de irse de la actual administración, mientras Laura se queda detrás del palo o ahogando sus penas en viajes, todo con tal de mantenerse alejada de este país cada vez más acéfalo e ingobernable.
Ha sido pues, la Balmaceda, presidenta VIP de la Caja, la encargada de continuar con lo empezado por Oscar Arias. Después de haber garroteado a un grupo de familias (ancianos y niños incluidos) el pasado 8 de noviembre de 2012, y percatándose de que por la fuerza bruta (y bien bruta por cierto) no podía lograr vender o regalar la institución a sus amigos, decidió hacerlo a pedacitos y que otros lo continúen a posteriori. Al final de cuentas, probablemente sólo le interesan esos cuarenta y cinco EBAIS, ¿bien? administrados por algún susodicho que le asegurará, aparte de cariño, una pensión digna a la señora.
Pero entregar los EBAIS a empresas privadas no ha salido fácil, aunque se ha de decir que sí ha sido muy estratégico y pareciera, solo pareciera, que a la rectoría de la Universidad de Costa Rica le vale muy poco lo que acontece. Por un lado, la Balmaceda, en confabulación con la prensa vendida y apátrida de este país, ha logrado crear una cortina de humo para hacer pensar a la población que ya hay un acuerdo y que todo depende de la Universidad. Por otro lado, la casa de estudios sale en respuesta alegando que no se ha entregado documento alguno, pero los medios callan esta información. Así mismo, se esperó terminar el contrato, precisamente el 30 de marzo, en medio de la fervorosa enajenación de la Semana Mayor, al mejor estilo de los juegos romanos, y cuando ya no hay tiempo ni espacio para negociar pues ¡a vacacionar se ha dicho! Y como si eso fuera poco, los unos se tiran la pelota a los otros pero de acuerdos, nada. En resumen, pareciera que, desde ambas partes, lo que se busca es deshacerse de esa responsabilidad.
Y es que privatizar estos EBAIS va a ser muy buen negocio: alrededor de 2000 millones de colones (de los contribuyentes) son los que se entregarán a una cooperativa de dudosas (aunque no tanto) procedencias. Pero cosa curiosa, la Universidad de Costa Rica apenas los administra por cerca de una cuarta parte de ese monto. ¿Beneficiar a quién entonces? La respuesta es sencilla: a quien sea. Cualquier tagarote es bueno cuando de corrupción, privatización, neoliberalismo y egoísmo se trata.
La Solución es fácil
Sacar a la Caja de la crisis es de lo más sencillo. La solución en verdad que es muy fácil. Esto se gana en las calles, el pueblo sumergido en mares incontenibles de solidaridad, de lucha, de defensa. Es, ahora sí, confrontar directamente al gobierno con todos sus aparatos represivos. No hay de otra, las revoluciones solo parten del pueblo, de cada rincón, de cada bosque, de cada ciudad con sus calles, avenidas y alamedas. Se trata de adelantarse a los hechos, pues ya se sabe que defender la Caja Costarricense del Seguro Social es traerse abajo enormes intereses personales. Pero esta institución que sostiene la paz está siendo comida por los buitres, y son ellos precisamente, quienes quieren romper el contrato socialmente establecido, no es el común de la gente.
El pueblo soberano construye la historia con su trabajo, hace la cultura. El pueblo edifica este país mientras los gobernantes elegidos por este sistema liberal burgués se han encargado de descuartizar, por medio de sus instituciones, todo lo que queda del modelo solidario. Las piezas están en el tablero, las pusieron ellos y son ellos mismos quienes empezaron la jugada, ahora le corresponde a cada uno de los costarricenses hacer su movida. Las consecuencias serán, probablemente, inevitables, pero de algo se debe estar seguro: la seguridad social se defiende cueste lo que cueste. Es hora de tomar las calles, tomar los pueblos y las ciudades, es hora de hacer valer eso que llaman democracia (aunque sea un adorno), es hora de que el pueblo adormecido despierte, no vaya a ser muy tarde cuando esto ocurra.
Ellos quieren jugar por la mala, así lo han venido haciendo desde hace tres décadas, y el pueblo sigue sonriéndoles a cada descalabro insensato de esos gobernantes, de esas cúpulas del poder económico. Ya está bueno de tanto medianismo, la calle es de los costarricenses y debe tomarse a toda costa. La defensa del futuro de los niños, de las mujeres, de los ancianos, de los campesinos y obreros debe ser, de ahora en adelante, una lucha radical. La represión vendrá, con la violencia desalmada de aquel 8 de noviembre, pero el pueblo la contestará con alegría, con lucha aguerrida, con total convicción de la verdad, de la esperanza, de la solidaridad.
Esto queda en la palestra. «Sepamos ser libres, no siervos menguados».
José Solano es educador