Con el propósito de avanzar orgánicamente y establecer un plan de acción común, del 16 al 20 de mayo tendrá lugar la I Asamblea Continental de Movimientos Sociales, en Sao Paulo, Brasil, con una programación que contempla, entre otros temas, el análisis de los desafíos tanto ante la crisis mundial del capitalismo y la estrategia […]
Con el propósito de avanzar orgánicamente y establecer un plan de acción común, del 16 al 20 de mayo tendrá lugar la I Asamblea Continental de Movimientos Sociales, en Sao Paulo, Brasil, con una programación que contempla, entre otros temas, el análisis de los desafíos tanto ante la crisis mundial del capitalismo y la estrategia global que el imperio aplica en el continente, como los referidos a la construcción de un proyecto de integración popular.
La convocatoria de esta Asamblea, que se desarrollará en la Escuela Nacional Florestan Fernandes del Movimiento Sin Tierra de Brasil, parte del proceso de Articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA que arrancó en julio de 2008, estableciendo que toma como referente al ALBA (la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) porque recoge las banderas históricas a favor de la integración de Latinoamérica y el Caribe como único camino de liberación verdadera de nuestros pueblos. Esto es, principios como el derecho y respeto a la autodeterminación de los pueblos, la solidaridad, la complementariedad y la cooperación, entre otros.
La Articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA, nos dice João Pedro Stedile, integrante de la Coordinación Nacional del MST, es «resultado de un largo proceso histórico de articulación de los movimientos sociales que viene desde la ‘Campaña de Resistencia Indígena, Negra y Popular’ contra la celebración, en 1992, de los 500 años del inicio de la invasión europea. En aquellos años, la década de los 90, estábamos enfrentando a la hegemonía del capital, con su proyecto neoliberal. Y ahí comenzamos a articular nuestras fuerzas. Después vino la campaña contra la ALCA (el proyecto estadounidense de crear el Área de Libre Comercio de las Américas). Y después construimos juntos la idea del Foro Social Mundial (FSM), y dentro de él realizamos las asambleas de los movimientos sociales».
Entonces, acota el dirigente del MST, «tras más de veinte años de caminar juntos, ahora tenemos una identidad programática común, contamos con una un importante plataforma política de los movimientos que fue adoptada durante el FSM de Belem (enero de 2009); tenemos unidad de proyecto en torno al ALBA, si bien hasta hoy es sólo un rotulo, pero que revela un proyecto de integración popular; tenemos confianza política suficiente como para construir un proceso más orgánico de todos los movimientos sociales del continente que se asumen como anti-neoliberales y anti-imperialistas, y que sueñan con una sociedad más justa e igualitaria».
En tal sentido, precisa Stedile, el punto gravitante de la Asamblea «será el proceso de organización y a partir de esa unidad construir planes de acción. Por eso espero que la Asamblea permita profundizar la unidad para realizar cosas concretas, como: movilizaciones de masas unitarias en el continente contra nuestros enemigos, que son el grand capital, las transnacionales, el imperio, los bancos, los que explotan nuestros los recursos naturales. Realizar actividades conjuntas en el plano de la comunicación tanto a nivel continental como local, al igual que en el plano de la formación política, para tener más militantes preparados; realizar actividades conjuntas productivas, y también campañas de solidaridad con los pueblos que están enfrentando situaciones más difíciles como Haití, Cuba, Honduras y Colombia».
Como la identidad de esta confluencia organizativa se remite al ALBA, preguntamos el parecer del secretario ejecutivo de tal entidad oficial, el abogado y diplomático venezolano Rodolfo Sanz, quien tajantemente señaló: «el ALBA sin los movimientos sociales es como el cuerpo sin alma, el alma son los movimientos sociales, el cuerpo son los Estados». Para luego precisar: «que florezcan mil flores, los movimientos sociales deben ser autónomos, deben ser críticos, deben ser contrahegemónicos, si no hay calor de pueblo, y si el pueblo no produce ese calor de una visión alternativa, los procesos tienden a morirse en los Estados, en los gobiernos».
Entonces, acota, «bienvenido ese proceso de asamblea de movimientos autónomos, independientes de los Estados, siempre y cuando tengan una visión crítica de la búsqueda de nuevos rumbos, de nuevos paradigmas, de generación de nuevos procesos que humanicen la sociedad en la cual vivimos».