Eslovenia ha sido presentada repetidamente en los medios de comunicación, desde la crisis chipriota, como el siguiente eslabón débil de la eurozona, abocado a solicitar la «ayuda» europea. Afronta una crisis real, pero que se aprovecha para «colar» las medidas «estructurales» reclamadas machaconamente por las entidades financieras internacionales y europeas desde hace años. La movilización […]
Eslovenia ha sido presentada repetidamente en los medios de comunicación, desde la crisis chipriota, como el siguiente eslabón débil de la eurozona, abocado a solicitar la «ayuda» europea. Afronta una crisis real, pero que se aprovecha para «colar» las medidas «estructurales» reclamadas machaconamente por las entidades financieras internacionales y europeas desde hace años. La movilización social que tuvo lugar durante semanas en todo el país a lo largo de invierno, y que hoy está en sordina, encierra potenciales excepcionales y grandes fragilidades. Su consolidación y su extensión determinarán el resultado de un pulso en el que lo que está en juego no solo afecta a los dos millones de habitantes del país.
Las bazas inmediatas: ¿el rescate de qué?
A pesar de una frágil recuperación tras la fuerte recesión (-8%) de 2009, Eslovenia ha recaído en la recesión (-2,5%) en 2012 y los pronósticos son pesimistas para 2013. La tasa de paro, que era inferior al 8% en 2010, es hoy en día superior al 11%. Antes de caer (a raíz de un escándalo de fraude fiscal) a comienzos de 2013, el gobierno de derechas de Janez Jansa creó una estructura de cesión de títulos tóxicos («banco malo») dotado de un tope de 4.000 millones de euros de fondos garantizados por el Estado; el saneamiento de los bancos se asocia a la creación de una agencia única de participaciones del Estado (los diversos títulos financieros que posee) y a una serie de compromisos de «restructuración» y de «consolidación fiscal» que se supone reducirán al déficit público actual al 0,5% del PIB de aquí a 2015. Las primeras reformas de las pensiones y de la legislación laboral, adoptadas en diciembre de 2012, marcan el camino.
El FMI ha enviado a Eslovenia una misión que ha presentado sus conclusiones tras la visita en marzo de 2013/1. Según su informe, la situación alarmante del país se debe a una «espiral negativa» que combina tres componentes: los bancos («en grave peligro»), las empresas sobreendeudadas y el Estado, metido hasta el cuello en todos los marasmos y con el déficit desbocado. Está claro que esta descripción tiene razón en algunos aspectos: los tres principales bancos del país -cuyo accionista mayoritario es el Estado- han registrado un aumento de la morosidad de sus préstamos de alrededor del 6% en 2009 a más del 20% en 2012; un tercio de los créditos a las empresas, según dicho informe, son incobrables. El FMI cifra las necesidades de financiación del país en 3.000 millones de euros en 2013 (el equivalente al 9% del PIB de este pequeño país de dos millones de habitantes), de los que un tercio se requieren para recapitalizar los bancos; el gobierno tiene además un vencimiento muy importante de refinanciación de su deuda pública el próximo mes de junio por importe de 1.000 millones de euros.
El informe del FMI apoya y radicaliza las primeras medidas adoptadas, pero los miembros de su misión dicen estar inquietos por la «falta de transparencia» y los intereses opacos subyacentes a la crisis. Proponen frente a ello integrar en las nuevas estructuras creadas a expertos internacionales «independientes»: ¿independientes de quien? El FMI se muestra preocupado asimismo por el «mal uso de las finanzas públicas» y declara, en su informe de marzo, el sentido de su respuesta: «la defensa mal entendida del ‘interés nacional’, incluida la hostilidad a la venta de activos a los extranjeros, lastra el presupuesto y prolonga excesivamente el bajón del sector bancario y de las empresas. Una privatización consecuente podría enviar una señal clara a los inversores internacionales». El discurso tiene al menos el mérito de no irse por las ramas.
La primera receta preconizada es por tanto la apertura -hasta entonces más limitada en Eslovenia que en otras partes (véase más adelante)- al capital extranjero. La segunda vincula las grandes necesidades de (re)financiación mencionadas a las exigencias de austeridad presupuestaria de los pactos europeos. La misión del FMI declara que las primeras medidas adoptadas (sobre la reforma de las pensiones y la legislación laboral) «van en la buena dirección». ¿Qué relación guarda con la crisis bancaria y los déficit de las empresas? Ninguna. En cambio, se trata sin duda, como en todas partes, de hacer cuadrar la ecuación universalmente conocida: austeridad presupuestaria (regla de oro) = disminución del gasto público, por tanto privatización de los servicios públicos y reducción de los salarios y las protecciones sociales: este es el contenido de la pretendida mejora de la «competitividad»… La misión del FMI reconoce la importancia de «negociar» estas orientaciones, es decir, de que las acepten los sindicatos y asociaciones de pensionistas, prestándose a apretarse el cinturón bajo la presión de la crisis y de la lógica de la competencia. Esta es la baza primordial.
La nueva primera ministra, Alenka Bratužek, de «centro-izquierda»/2, prometió presentar un plan de restructuración a comienzos de mayo y dio garantías al parlamento afirmando que el sistema bancario estaba bajo control, rechazando toda comparación con la situación de Chipre. Esto es cierto en varios aspectos. Mientras que la parte de los activos bancarios equivale en Chipre el 700% del PIB (2.500% en Luxemburgo…), en Eslovenia representa el 130%. El reflotamiento de los bancos disparó el déficit presupuestario anual a cerca del 6% del PIB desde 2009 (mientras que el gobierno prometió un retorno al 0,5% de déficit en el horizonte de 2015), lo que evidentemente aumentó la cuantía de la deuda pública. Sin embargo, esta última sigue siendo inferior al 50% del PIB y por tanto está muy por debajo incluso de las normas europeas. Y Eslovenia tampoco es un paraíso fiscal. Al contrario, podríamos decir, poniendo el acento en lo que hizo que esta antigua república yugoslava, que se independizó en 1991 e ingresó en la UE en 2004, se convirtiera en un lugar de importantes resistencias sociales a los preceptos neoliberales, y no, como se dice a menudo, en su «mejor alumno», hasta el punto de que las entidades financieras que consideran que su «transición» estaba inacabada y el FMI preconiza llevar a cabo de una vez las reformas estructurales «para ir más lejos».
Más lejos, ¿hacia dónde? ¿Para quién? ¿Cómo? Siguiendo el ejemplo de otros países, la sociedad civil eslovena podría reclamar una auditoría pública de la deuda eslovena bajo control «ciudadano», especialmente por parte de las organizaciones sindicales y de los representantes de las grandes movilizaciones populares, de los trabajadores de banca y de las empresas endeudadas: hay que abrir los libros de cuentas y examinar ce cerca la gestión del presupuesto, recurriendo a (contra)expertos frente a los del FMI y de las instituciones dominantes eslovenas, partiendo de la experiencia del CADTM. Cada caso nuevo es a la vez específico (y hay que analizar sus particularidades) y producto del «espíritu» dominante del capitalismo real en que todas las nuevas ofensivas neoliberales explotan por doquier las diversas crisis «de la deuda» para hacer «progresar» el desmantelamiento de los servicios públicos y de los derechos sociales.
Se trata de arrojar luz sobre los montajes financieros que alimentaron en Eslovenia una gran burbuja inmobiliaria (similar y sin duda asociada a la que ha golpeado a Croacia y Montenegro e incluso a Hungría) y rechazarla por ilegítima: parece que una parte sustancial de los fondos públicos concedidos a las empresas eslovenas se financiaron mediante créditos transfronterizos en divisas, especulando en torno a las diferencias de tipos de interés y de cambio, especialmente del franco suizo. En Eslovenia no estamos ante una verdadera crisis de «deuda soberana», sino de una auténtica crisis bancaria, acompañada de una crisis de toda la clase política dominante, en la que los grandes partidos e instituciones nacionales e internacionales pretenden canalizar y disciplinar la cólera popular y las resistencias. Estas últimas han sido importantes, aunque frágiles, desde la independencia del país.
Las resistencias eslovenas tras el «gradualismo»
Desde la independencia de 1991, los partidos de derecha no han cesado de tratar de erradicar los restos de la Yugoslavia autogestionaria y de criminalizar la revolución, presentando a las corrientes reaccionarias como «auténticas patriotas». Pero Eslovenia se ha beneficiado mucho del pasado, tanto en el plano de los derechos nacionales como sociales, construyendo su Estado en un marco yugoslavo de carácter marcadamente confederal. Y los derechos autogestionarios fueron eficaces desde el punto de vista económico, legando en particular unos servicios de salud y educación de alto nivel. De ahí que durante 15 años (tras un breve periodo de gobierno de una coalición de derechas en 1991, DEMOS), la presidencia y el parlamento esloveno hayan estado dominados por un «centro-izquierda» sensible a las presiones populares y reacio a las políticas de destrucción radical de las conquistas sociales.
Pero el «gradualismo» esloveno es ante todo el resultado de luchas en que las aspiraciones populares se han expresado de modo colectivo y organizado. No así en el plano político: los excomunistas socialdemocratizados se han convertido, como en otras partes, al socioliberalismo, defendiendo la incorporación a la UE y la OTAN (presentadas en un mismo paquete) y las relaciones clientelares. La moderación relativa de los gobiernos de centro-izquierda que han llevado las riendas durante 15 años (hasta 2004) fue más bien una manera de «colar» la restauración capitalista, aunque cediendo a las luchas y presiones sociales en cuestiones particulares del programa neoliberal. Ningún partido político sostuvo realmente aquellas resistencias (salvo hasta hace poco el Partido de los Jubilados, que lamentablemente se ha integrado en la reciente coalición de derechas): fueron los sindicatos eslovenas los que las organizaron. Esta es la verdadera causa de las especificidades eslovenas, evidentemente explicables por cierta fortaleza popular en la defensa de las conquistas sociales, aunque también por cualidades propias de los dirigentes sindicales surgidos en aquel contexto.
Tras la independencia en 1991, en efecto, los antiguos sindicatos oficiales se disolvieron y pasaron a formar inmediatamente una Confederación de Sindicatos Libres (ZSSS), centrada en la organización de luchas de resistencia concretas. Fue capaz de impulsar varias huelgas generales y grandes manifestaciones, que reunieron a varias decenas de miles de personas de una población total de dos millones y una capital de 350.000 habitantes. Cuando se formaron los nuevos sindicatos, también empezaron a constituirse frentes. Fruto de ello fueron, desde comienzos de la década de 1990, la constitución de órganos de negociación colectiva (sindicatos, patronal, Estado) e importantes derechos de iniciativa popular: el Parlamento está obligado a examinar toda proposición de ley firmada al menos por 5.000 electores y toda proposición de enmienda constitucional presentada por 30.000 electores como mínimo. También está obligado a convocar un referendo si lo reclaman al menos 40.000 electores. Paralelamente a las negociaciones en el marco institucional, los sindicatos han mantenido regularmente y hasta hoy una relación de fuerza externa: han organizado impresionantes movilizaciones en la calle o campañas para conseguir, y ganar, sendos referendos populares contra proyectos antisociales.
En otras palabras, mucho antes de las revueltas del invierno de 2012, de las que se hicieron eco los medios de comunicación internacionales -crisis bancaria obliga-, las movilizaciones hostiles a las políticas neoliberales dominantes fueron excepcionales en aquellos años en comparación con el conjunto de los países del este candidatos a la adhesión a la UE, e incluso más allá. Es más, este fenómeno se dio en varios ámbitos clave: desde la resistencia a las privatizaciones hasta el bloqueo de proyectos de reforma del sistema de pensiones, pasando por el rechazo del «impuesto plano» (impuesto unificado y de tipo único y ya no progresivo sobre las rentas y el capital), la protección de los salarios y el rechazo de los contratos precarios.
Se puede decir, para resumir, que el crecimiento esloveno no aprovechó las «ventajas competitivas» preconizadas en otros países (reducción de los salarios y bajada de los impuestos sobre el capital). El caso es que los sentimientos populares y el movimiento sindical se vieron refrendados por los análisis del exministro y economista Jože Mensiger/3, que se desenganchó de la aprobación por la mayoría de economistas de Europa oriental de las tesis neoliberales: destacó en particular el carácter cuando menos incierto de una orientación basada en las bondades de las IDE (inversiones directas extranjeras) y, en todo caso, la necesidad de una supervisión macroeconómica de las financiaciones. El crecimiento esloveno ha sido fuerte y regular, situando el país en un nivel próximo a la media europea, por encima de todos los demás nuevos países miembros de la UE de Europa oriental, y ello «a pesar» de tener unos niveles salariales más elevados, de haber rechazado el impuesto de tipo único y reducido sobre el capital y las rentas y, por consiguiente, una proporción menor que en otros países de la IDE con respecto al PIB. Los argumentos económicos y sociales se combinaron con un nacionalismo hostil al capital extranjero, por oposición a la opción en sentido contrario de Estonia/4.
Esta es la razón por la que Eslovenia ha sido un «contramodelo» -aunque como en todas partes se restauró el capitalismo- según las instituciones financieras internacionales y europeas: se trata ahora de destruir «hasta las últimas consecuencias» toda especificidad y toda resistencia a la lógica absoluta de la competencia capitalista globalizada. Estas resistencias se han visto en gran medida socavadas por la manera en que se desmanteló la antigua propiedad social. Conviene examinar esto más de cerca.
Estatalización y accionariado «de masas» en vez de propiedad social
La antigua «propiedad social» no pertenecía al Estado y estaba asociada a un estatuto y unos derechos autogestionarios y no al dinero. Fue desmantelada desde arriba (la estatalización nacional/nacionalista) y desde abajo: la trampa del accionariado popular de masas en el contexto traumático de la crisis y de las guerras yugoslavas. Si en este marco no podemos retomar aquellos episodios ni examinar la cuestión de la autodeterminación de cada pueblo, sí que podemos decir que todos los pueblos de la región sufrieron la ausencia de un proyecto yugoslavo -o mejor, balcánico (implicando a los pueblos eslavos y no eslavos en pie de absoluta igualdad)- de gestión solidaria de la crisis de la década de 1980 que preservara los derechos sociales (autogestionarios) y nacionales adquiridos. La consolidación de los derechos de propiedad de las nuevas burguesías nacionales se llevó a cabo en condiciones de opacidad y sin ningún medio autónomo de defensa de sus derechos e intereses por parte de los trabajadores de todas las nacionalidades.
La restauración capitalista se produjo por tanto efectivamente en Eslovenia como en otros países, inclusive con su lote de «restituciones» a los antiguos propietarios, entre ellos la iglesia católica, que ha recuperado los bosques del país. Y como en otros países, la falta de capital monetario endógeno para «comprar» realmente empresas comportó, como en la mayoría de países del «socialismo real» -dejando de lado Hungría y los países Bálticos, que acudieron de inmediato al capital extranjero-, una primera fase de «privatización masiva» (esencialmente jurídica, sin aportación -o con muy poca- de capital monetario) – y pretendiendo restituir a los trabajadores las «participaciones» en la antigua propiedad por la vía del accionariado. Al mismo tiempo que hubo una «estatalización» de la responsabilidad de las privatizaciones -con nuevas leyes que destruyeron el carácter «social» del antiguo sistema de propiedad indiferente a la nacionalidad- asociadas a la creación de los Estados-nación, se creó por tanto un accionariado popular «de masas».
Tras varios años de negociaciones, el sistema adoptado en Eslovenia repartía el capital social de las empresas por tramos, de acuerdo con la siguiente fórmula: el 10% para los fondos de pensiones; otro 10% para los antiguos propietarios (restituciones); un 20% para los fondos de desarrollo abiertos a nuevos compradores. Del 60% restante, un tercio debía distribuirse gratuitamente a los «insiders» (colectivos de trabajo «internos» -trabajadores y directivos- de cada empresa); el 40% que quedaba se atribuía finalmente al Estado (en el caso de las empresas estratégicas o deficitarias) o al conjunto de la ciudadanía, conformemente a la idea de que la propiedad era «social» y no empresarial. Por tanto, cualquier trabajador/ciudadano podía convertirse en accionista de cualquier empresa socializada, especialmente con ayuda de los bonos (vales) distribuidos a los ciudadanos para poder adquirir esas acciones. Si optaban por comprar participaciones en su propia empresa (además del 20% inicial), les concedían un 50% de descuento y facilidades de pago. Lo que no adquirían los trabajadores/ciudadanos revertía en las arcas del Estado o del fondo de desarrollo.
En la práctica se produjo -como en todas las variantes de esta lógica del accionariado popular mediante «vales» en Europa oriental- une rápida concentración del capital en pocas manos. En tres años, según Jože Mencinger/5, el accionariado «masivo» se redujo un tercio, pues los «capitalistas de vale» preferían revender sus participaciones a cambio de dinero contante y sonante, especialmente con la pérdida de ingresos de comienzos de la década de 1990. Si los «insiders» eran mayoritarios en más del 60% de las empresas al término del periodo inicial de privatización (1997), se trataba de las más pequeñas, que representaban menos del 25% del capital total; en cambio, en las 150 empresas que abarcaban el 45% del capital total, los «insiders» poseían menos del 20% de las participaciones; estas cifras no reflejan las participaciones adquiridas por los propios directivos, que en muy pocos casos siguieron siendo «rojos», como los llamaban. En la práctica, el Estado esloveno mantuvo el control de las grandes empresas y de los sectores estratégicos: seguros, distribución, telecomunicaciones y bancos, y hasta la década de 2000 siguió siendo el accionista principal o incluso mayoritario, lo que facilitó una «transición» menos agresiva desde el punto de vista social.
La evolución del sector bancario esloveno
El caso del sector bancario refleja las resistencias iniciales al ultraliberalismo, contrariamente al ejemplo ya mencionado de Estonia. Pero hay que recordar de entrada que en la última fase del sistema yugoslavo, las reformas constitucionales de comienzos de la década de 1970/6 resocializaron los bancos en el marco de las empresas autogestionadas, de las que pasaron a ser el departamento financiero. Fue este sistema, que favoreció un fuerte endeudamiento en la década de 1980, el que se vio confrontado con las privatizaciones masivas de las empresas autogestionadas, con su accionariado de masas y todo.
A partir de 1991 se introdujo un sistema de dos niveles (banco central y bancos comerciales sujetos a una lógica de beneficio). Se crearon nuevos bancos y los antiguos servicios bancarios fueron privatizados de hecho automáticamente cuando sus antiguos propietarios (empresas autogestionadas) pasaron a ser accionistas principales. Sin embargo, el endeudamiento anterior y la desintegración yugoslava plantearon graves problemas de créditos irrecuperables, asociados también al hundimiento de las empresas en la «recesión sistémica» de comienzos de la década de 1990. Además era imposible reembolsar las cuentas en divisas. En 1993, los bancos medianos quedaron sometidos al control administrativo de una Agencia de Rehabilitación Bancaria, de propiedad pública, que se apoderó de hecho de los bancos quebrados y los reestructuró hasta 1997. Al término del proceso de rehabilitación, el Estado se convirtió en propietario oficial de una parte esencial del sistema bancario -y en particular de los dos bancos más grandes, Nova Ljubljanka banka (NLB) y Nava Krediyna banka Maribor (NKBM)- a raíz de una fusión con el tercer banco más grande (véanse los cuadros).
En 2002, presionado por las exigencias de las entidades financieras y de la Comisión Europea, el gobierno anunció la privatización de estos dos bancos en el marco de una adjudicación que fue un fracaso parcial: las protestas populares contra la privatización de las compañías de seguros y los bancos, y en particular contra la venta de los activos bancarios al capital extranjero, impusieron una limitación de la adquisición de acciones por el banco belga KBC al 34% del capital de NLB, mientras que el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD, de carácter público internacional) obtuvo el 5%. Tras algunas otras cesiones, el Estado conservó el 44% de los activos de NLB (pero más del 90% del NKBM).
Variación de la estructura de la propiedad del sector bancario esloveno en 2000-2004
2000 |
2001 |
2002 |
2003 |
2004 |
|
Capital extranjero |
12,0 |
16,0 |
32,5 |
32,4 |
32,4 |
Estado |
36,8 |
37,0 |
20,3 |
19,4 |
19,1 |
Privado nacional |
51,2 |
47,0 |
47,2 |
48,2 |
48,6 |
(Fuente: Jože Mencinger, «Privatization in Slovenia», EIPF y Universidad de Liubliana, 2006)
Sin embargo, con las negociaciones de adhesión a la UE en la década de 2000 se intensificaron las presiones a favor de la integración financiera de los países candidatos mediante su apertura a la libre circulación de capitales. En todos los países candidatos (inmediatos o potenciales), los años 2004-2007 fueron testigos de importantes entradas de inversión directa extranjera (IDE), especialmente en el sector bancario: la liberalización de los servicios financieros en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC) a finales de la década anterior coincidió con las dificultades particulares de creación de bancos privados en Europa oriental en el contexto de un sentimiento de seguridad generado por la perspectiva de la integración en la UE: de ahí el aumento espectacular de la parte de los activos bancarios controlados por los bancos de Europa occidental. No obstante, Eslovenia se apartó del guion general a pesar de la creciente presión a favor de las privatizaciones, y la parte de los activos bancarios bajo control extranjero no dejó de ser minoritario hasta nuestros días.
Parte de los activos en manos del capital extranjero (en % del total) en los bancos y año en que el capital extranjero comenzó a controlar (en su caso) el 50% de los activos
País |
Año del 50% bajo control extranjero |
Activos controlados por el capital extranjero en 2007 |
Activos controlados por el capital extranjero en 2011 |
Rusia |
– |
17,2 |
16,92 |
Nuevos países miembros de la UE |
|||
Rep. Checa |
2000 |
84,8 |
84,7 (2008) |
Hungría |
1997 |
64,2 |
85,8 |
Polonia |
2000 |
75,5 |
69,2 |
Eslovaquia |
2001 |
99 |
91,5 |
Letonia |
1996 |
63,8 |
65 |
Estonia |
1998 |
98,8 |
94 |
Lituania |
1998 |
91,7 |
90,8 (2010) |
Eslovenia |
– |
28,8 |
29,3 |
Rumanía |
2001 |
87,3 |
81,8 |
Bulgaria |
2000 |
82,3 |
76,5 |
Balcanes occidentales |
|||
Albania |
2004 |
94,2 |
90,3 |
Bosnia y Herzegovina |
2001 |
93,8 |
94,5 (2009) |
Croacia |
2000 |
90,4 |
90,6 |
Macedonia |
2000 |
85,9 |
92,4 |
Montenegro |
2005 |
78,7 |
89,7 |
Serbia |
2005 |
75,5 |
74,5 |
Fuente: BERD – informes por país
Esta debilidad relativa de la participación de los capitales extranjeros en los bancos se repite a escala global en la participación de la IDE en el PIB, que es mucho menos en Eslovenia que en todos los demás países de Europa central y oriental (PECO).
IDE en los PECO antes de la adhesión a la UE)
País |
IDE/PIB en % 1995 |
IDE/PIB en % 2003 |
Activos bajo control de los bancos extranjeros en el total de activos (2001) |
Rep. Checa |
14,1 |
48,0 |
90,0 |
Estonia |
19,3 |
77,6 |
98,9 |
Letonia |
13,9 |
35,1 |
65,2 |
Lituania |
5,7 |
27,2 |
78,2 |
Hungría |
25,3 |
51,8 |
88,8 |
Polonia |
5,8 |
24,9 |
68,7 |
Eslovaquia |
4,2 |
31,5 |
85,5 |
Eslovenia |
9,5 |
20,7 |
20,6 |
Sin embargo, y contrariamente a toda interpretación «nacionalista» de la crisis bancaria, el ejemplo esloveno ilustra asimismo que el cebo del beneficio y por tanto de los montajes financieros no dejó de atraer a los bancos «nacionales» con fuerte presencia de capital público en Eslovenia. Esto significa que hay que poner el acento en la lógica económica y financiera global y en la propia de los bancos. La integración europea de Eslovenia acercó su política y las prácticas de los partidos a los criterios dominantes. Las privatizaciones se intensificaron, y con ellas las diversas operaciones clientelares de corrupción, que comenzaron a penetrar en los partidos en el poder. Esto lo aprovecharon los partidos de la derecha.
De la radicalización neoliberal a la crisis
El año de ingreso de Eslovenia en la UE (2004) marcó también la llegada al poder del Partido Democrático Esloveno, de derechas, y del primero gobierno de Janša. Había llegado la hora de la nueva «estrategia de desarrollo»: era la réplica de la estrategia neoliberal de Lisboa elaborada en 2005 a escala europea. Y se presentaba como una promoción del bienestar, de la iniciativa privada, de las libertades y de una mayor transparencia del Estado, contra la corrupción que había manchado a los partidos de centro-izquierda que gobernaban desde hacía 15 años. En nombre de estas promesas se puso fin al «gradualismo» de las reformas, y ello a pesar de los éxitos de Eslovenia/7. A partir de entonces se incluyeron en el orden del día, como reclamaba la Comisión Europea, la flexibilidad del trabajo, la reforma de las pensiones y la de los impuestos, pilares de la apertura radical a la IDE: una «tarifa plana» de bajo nivel para atraer capital, acompañada de un aumento del IVA sobre los productos.
La «transparencia del Estado se tradujo por un vasto proyecto de privatización, en particular de los grandes bancos y compañías de seguros, de telecomunicaciones y del sector energético, sobre la base de una crítica al clientelismo estatal. En realidad, en el marco de ciertas operaciones opacas (especialmente a través del control de dos fondos de inversión públicos, KAD et DOD), el partido gubernamental se reservó partes sustanciales (del orden del 30 al 40%) en la privatización total o parcial de sectores importantes (puerto, aeropuerto, fábrica de cerveza, venta minorista Mercator, compañía petrolera, laboratorio farmacéutico, etc.), no sin clientelismo político, claro.
A partir de 2007 se inició una importante burbuja inmobiliaria, como en España, pero sobre todo como en Hungría, Croacia y Montenegro. La combinación de la crisis bancaria y de la recesión en la «vieja» Europa en 2008 golpeó sin remedio a un país muy dependiente (por su tamaño) de las exportaciones a la UE -a menudo en forma de trabajos subcontratados- y cuyo crecimiento reciente había venido impulsado por una especulación inmobiliaria regional de gran amplitud y créditos transfronterizos poco controlados. La crisis bancaria y la recesión mundial y europea en 2008 provocaron una fuerte contracción de las exportaciones y de los créditos después de la crisis bancaria/8. Con el alza de los tipos de interés de los préstamos tóxicos se multiplicó la morosidad. Así, la recesión golpeó a Europa oriental en 2009 especialmente por su doble dependencia comercial y financiera con respecto a la UE. La caída de la tasa de crecimiento fue en esta región más fuerte que en la antigua UE/9. El retorno al crecimiento resultó más difícil en los países en que en la fase anterior hubo una burbuja inmobiliaria alimentada por el crédito y que más dependían de las exportaciones a los países frágiles de la UE: este era el caso, en ambos aspectos, de Eslovenia, que tiene a Italia como principal socio comercial.
Desde entonces, los discursos alarmistas se han multiplicado tanto por parte del gobierno como de las instituciones internacionales y europeas: Eslovenia está según ellos al borde del abismo y tendrá que aceptar (de una vez) medidas de «saneamiento» y de «competitividad», especialmente si debe recurrir al «mecanismo» europeo de «salvamento». Los escándalos de corrupción y de fraude fiscal, combinados con los recortes sociales, alimentaron las grandes movilizaciones populares del invierno pasado.
De Maribor al país entero y a los Balcanes
La gota que colmó el vaso en la ciudad de Maribor fue, a finales de 2012, la privatización del cobro de las multas por exceso de velocidad tras la instalación de radares. La cólera popular estalló al mismo tiempo que la comisión anticorrupción revelaba algunos escándalos asociados a la gestión caciquil y familiar del alcalde, Franck Kangler. Hasta entonces, este último había gozado de una imagen más bien popular de sheriff y «hombre duro de gran corazón», imagen fomentada con la distribución gratuita de gulash en la calle. Sin embargo, desde comienzos de la década de 1990, tras la independencia eslovena, cuando Maribor, que gozaba de un estatuto de autonomía, conoció pronto la quiebra de los antiguos gigantes industriales locales y su privatización. Se multiplicaron las «asociaciones público/privadas» con compañías extranjeras, prefigurando la privatización de los servicios: sobre estas bases, a partir de 1997 la tarifa del agua era bastante más alta en la ciudad que en el resto del país, como fue también el caso, más recientemente, de las tarifas del transporte público, cuya gestión fue adjudicada a la multinacional francesa Veolia.
El año pasado, el alcalde de la ciudad, Frank Kangler, después de haber vendido el teleférico, privatizó asimismo la red de distribución de gas para asegurar, según él, los recursos que permitirían a Maribor asumir sus actividades de «Capital europea de la cultura». Las viviendas sociales, los equipamientos municipales, los servicios funerarios también fueron privatizados en su totalidad o en parte, operación que en todos los casos dio lugar a un aumento subsiguiente de los precios. Las peticiones y otras iniciativas populares no fueron atendidas. Las manifestaciones de cólera, por tanto, se radicalizaron, exasperadas por más de una quincena de condenas del alcalde por diversos delitos. Las respuestas represivas del gobierno Janša y los escándalos de fraude fiscal y otros delitos que salpicaron al propio primer ministro no hicieron sino generalizar el enfado, hasta que se rompió la coalición gubernamental en enero de 2013.
Al amparo de las manifestaciones espontáneas, además de la acumulación de las resistencias organizadas por los sindicatos, se formó otro crisol de radicalización, dirigido a la juventud, al margen de los partidos institucionales: la Workers & Punks’ University (WPU) -universidad paralela autogestionada, creada en 1998-, que ha roto con el «silencio estupefaciente de la vida intelectual eslovena» de la década de 1990, como declara la presentación de la WPU. Esta tuvo que desarrollarse al margen de la institución universitaria oficial, convertida en «bastión del conservadurismo nacionalista y de la ideología liberal tecnocrática» a finales de la década de 1990. Pero también tuvo que resistirse a la «ONGeización» finalmente convencional que también la amenazaba, no en vano estuvo financiada por el multimillonario Soros (quien apoyó en la región a todos aquellos que se resistían a los nacionalismos belicosos). El equipo de animación de la WPU resistió en todos estos frentes a la hora de organizar sus seminarios de lectura y reflexión, incorporando lo más rico de las tradiciones marxistas y de la crítica de la economía política y centrando en estos últimos años la enseñanza en el análisis de la crisis capitalista y europea, al igual que de la experiencia del socialismo yugoslavo. Alimentada tanto por la riqueza del pasado/presente de la revolución y de la experiencia autogestionaria yugoslava y por la percepción de la crisis profunda del sistema capitalista globalizado, la WPU organiza cada año 5 o 6 seminarios de lecturas y proyecciones de películas que culminan en una semana intensiva de talleres de reflexión en su «Escuela del 1º de mayo». La búsqueda de participantes exteriores y de jóvenes de los distintos países balcánicos ha llevado a sus miembros a organizar los cursos en inglés, con centros de formación en varios países de la región, gracias al valioso apoyo de la Fundación Rosa Luxemburg asociada al partido alemán Die Linke.
Así que se produce una interacción entre diversas movilizaciones e iniciativas en los Balcanes, donde se articulan dos grandes núcleos que permiten cada vez más dialogar e intercambiar puntos de vista sobre las alternativas: el de la WPU de Liubliana, que culmina en los seminarios de varios días de duración en su Escuela del 1º de mayo, y el del Festival Subversivo de Zagreb/10, desde hace ya varios años. Este gran foro en Croacia acoge a centenares de personas (sobre todo jóvenes) gracias a la combinación de diversas dimensiones: desde el festival de cine progresista hasta grandes «espectáculos» mediáticos, pasando por talleres de reflexión temáticos a los que acuden cada año participantes internacionales. El año pasado introdujo un cambio importante al organizar un primer Foro Social Balcánico, que deberá ampliar sus lazos y consolidarse. Todas estas iniciativas se producen en una situación marcada por el impacto directo en los Balcanes de la crisis griega y, en cuanto a la radicalización política, el de Syriza (algunos de cuyos militantes y dirigentes participan en los encuentros de Liubliana y Zagreb).
La reflexión sobre la construcción de los necesarios frentes sociopolíticos amplios y el sentimiento de que Europa puede y debe repensarse observando la experiencia de sus «periferias» del sur y del este nutren todos estos encuentros. Este año, la cumbre alternativa de Atenas se preparará en Zagreb en mayo… El Manifiesto por la anulación de las deudas ilegítimas adoptado durante el Foro Social Mundial de Túnez/11 también se refiere a Eslovenia. El caso es que la crisis eslovena se inscribe cada vez más en la «normalidad» capitalista europea, lo que exige encontrar focos de resistencia a esta escala al tiempo que se forma un frente sociopolítico que asocie a los sindicatos y los jóvenes en la resistencia popular nacional. El papel de bisagra de la pequeña y rica Eslovenia en los Balcanes y en la zona del euro es esencial para la construcción de otra Europa.
Notas
1/ Cf. «Slovenia 2013 Staff Visit: concluding statement of the Mission». Liubliana, 18 de marzo de 2013
2/ En las últimas elecciones legislativas (diciembre de 2011), el nuevo partido «Eslovenia positiva» (de «centro-izquierda»), fundado por el alcalde de Liubliana, Zoran Jankovic, fue el más votado, pero no logró formar gobierno. Puesto que Jankovic prefirió entonces volver a presentarse para alcalde de la capital, en marzo de 2012 renunció a su escaño parlamentario. Así se estableció una coalición ecléctica escorada a la derecha (en la que se integró el Partido de los Jubilados), que incluye al SDS de Janez Janša, elegido primer ministro a comienzos de 2012. A raíz de las manifestaciones y revelaciones de fraudes fiscales y otros escándalos que afectaron a Jansa, este dimitió y la presidente del partido «Eslovenia positiva» se ha convertido en la primera mujer primera ministra.
3/ Exministro del primer gobierno de comienzos de la década de 1990, dimitió entonces para protestar contra las leyes de privatización impulsadas por Jeffrey Sachs, un personaje muy conocido en América Latina y en Polonia por sus consejos ultraliberales. Ha participado en las redes de los economistas europeos contrarios a las políticas neoliberales.
4/ Sobre la comparación entre Estonia y Eslovenia, véase Nicole Renée Lindstrom, «Economic nationalism in the New Europe». Conferencia «European Identities?» Londres: Nanovic Institute for European Studies. 17-18 de octubre de 2008 http://nanovic.nd.edu/research-publ…
5/ Cf. Jože Mencinger, «Privatization in Slovenia», EIPF y Universidad de Liubliana, 2006
6/ En la fase del «socialismo de mercado» de mediados de la década de 1960 a comienzos de la de 1970 se desmantelaron los fondos de inversión que estaban al servicio de la planificación, se reforzaron los derechos autogestionarios de forma descentralizada en las empresas atomizadas y los bancos asumieron la lógica del beneficio, aunque seguían controlando una parte importante del excedente. Muy pronto se produjeron fenómenos de ósmosis entre el sector bancario y las direcciones de las empresas a espaldas de los trabajadores. Las protestas sociales e ideológicas contra la «burguesía roja» y la «propiedad de grupo», así como la rápida agravación de las diferencias de desarrollo asociadas a la competencia comercial, provocaron un viraje de la dirección titista y la aprobación de enmiendas constitucionales. Sobre las diferentes reformas del sistema yugoslavo, véase Catherine Samary (en francés o inglés), Nobebook n°7/8, Plan, marché et democratie, Amsterdam: IIRE, 1988. http://www.iire.org/en/publications
7/ Tras la recesión inicial relacionada tanto con el cambio de sistema como con el desmantelamiento de Yugoslavia, Eslovenia tuvo una tasa de crecimiento estable y relativamente alta -de alrededor del 4%- y conoció, a pesar del aumento de las desigualdades, un menor grado de destrucción de las conquistas sociales gracias a las resistencias señaladas, lo que le permitió mantenerse a la cabeza de todos los PECO en PIB por habitante (que en 2010, a pesar de la recesión de 2009, era de 28.000 dólares estadounidenses (USD) en paridad de poder de compra, cercano a la media de la UE, frente a un poco más de 18.000 USD de Estonia, siendo el más bajo el de Rumania, con 11.700 USD).
8/ En 2009-2010, el intento de una retirada masiva de los bancos occidentales de sus filiales del este para hacer frente a su propia crisis amenazaba con convertirse en «un tsunami social y bancario». La crisis se produjo efectivamente, así como la contracción del crédito, pero el hundimiento de las filiales de los bancos occidentales no se produjo gracias a una intervención masiva y poco conocida de todas las grandes instituciones financieras mundiales y europeas en el marco coordinado de la llamada «Iniciativa de Viena» (véase vienna-initiative.com). La fragilidad de la situación -particularmente en los países balcánicos golpeados por la crisis griega (Serbia, Rumania…)- llevó al BERD a lanzar una segunda Iniciativa de Viena en 2012. Después de haber celebrado la «estabilidad» asociada a la integración financiera, el BERD recomienda ahora a los bancos de Europa oriental que traten de… depender menos de la financiación externa y de financiar sus créditos sobre la base de los depósitos nacionales.
9/ La caída fue más importante en los Estados bálticos -del 14 al 18 % del PIB en 2009-, después de que fueran presentados como los «tigres» de Europa oriental, caracterizados por un alza muy intensa de los créditos al consumo tras una considerable caída del nivel de vida en la década de 1990. El conjunto de los países del este conocieron una recesión más fuerte que los países de Europa occidental; los únicos países de esa región que evitaron la recesión fueron Polonia, gracias a su volumen y a sus fuentes de crecimiento más diversificadas, y Albania, con un fuerte apoyo del Estado antes de las elecciones, la repatriación de las remesas de emigrantes afectados por la crisis y el aumento de las exportaciones.
10/ Véase su página web (en croata y en inglés): www.subversivefestival.com
11/ Véase http://cadtm.org/Espanol
Traducción: VIENTO SUR
Fuente: http://www.vientosur.info/spip.php?article7958