El gran circo del G8 se ha instalado estos días en un hotel de cinco estrellas del condado de Fermanagh en Irlanda del Norte. No contentos con movilizar y entrenar para la seguridad a las unidades Gurkha del ejército británico, guardias privados y más de 8.000 policías, se ha montado un «anillo de acero espinado» […]
El gran circo del G8 se ha instalado estos días en un hotel de cinco estrellas del condado de Fermanagh en Irlanda del Norte. No contentos con movilizar y entrenar para la seguridad a las unidades Gurkha del ejército británico, guardias privados y más de 8.000 policías, se ha montado un «anillo de acero espinado» de más de 5 kilómetros que aísla la gran carpa del resto del mundo. Se ha interrumpido el transporte público, las escuelas y en algunos hospitales se ha doblado el personal por si hubiera enfrentamientos entre la policía y los activistas. El Condado asegura que se podrán celebrar bodas, funerales y enterramientos. Se ha liberado un pabellón de la prisión de Maghaberry con 260 celdas para los posibles detenidos que serán juzgados por 16 jueces que están de guardia permanente estos días. Han llegado buques de guerra estadounidenses y rusos a la zona.
Ayer se celebró una manifestación convocada por el Festival por un mundo más justo, donde participan sindicatos locales, Amnistía Internacional y oenegés. 1.500 personas, según la policía, recorrieron las calles de Belfast. No hubo detenidos, y las crónicas señalan que la manifestación, a la que asistió menos gente de la esperada tal vez por las pésimas condiciones meteorológicas, discurrió pacíficamente. Ayer había sólo una tienda montada en el espacio que ha destinado la administración pública del Condado de Fermanagh para acoger a los activistas que van a protestar contra el G8, lo que no es de extrañar por la intensificación de los controles en aeropuertos y puertos de Gran Bretaña e Irlanda. Cosas que ocurren bajo la ley marcial o el estado de sitio.
Quien vaya a una manifestación cercado por centenares de policías, vigilado por tierra por decenas y decenas de todoterrenos reforzados contra disturbios (jeeps de grupos de «apoyo táctico») y por aire por implacables helicópteros tiene dos alternativas o pasar pacíficamente o guerreramente acabar en la cárcel, el hospital o ambos.
El blog el Norte de Irlanda informa que «en la semana previa a la reunión del G8 en Fermanagh, casi una docena de casas de activistas de Republican Network for Unity (RNU) fueron allanadas por el policía británica de Irlanda del Norte (PSNI) bajo la legislación de «terror» espuria y la utilización de la atmósfera de seguridad visible, posible gracias a la inminente cumbre. Varios también fueron arrestados, mientras que el nivel de las operaciones de parada y registro también se incrementaron notablemente».
Mañana saldrán a la pista las grandes estrellas de la política mundial. Hay números difíciles de resolver. El mundo entero estará pendiente del redoble de tambores por Siria. El público entero sonreirá con los tres chistes oficiales sobre el avance del comercio, el cumplimiento de los impuestos y el fomento de una mayor transparencia. Durante el espectáculo no habrá lugar para el pesimismo porque el mundo crecerá, habrá prosperidad y desarrollo económico. Los líderes políticos insistirán en que el G8 es funcional, eficaz y viable. Todo serán buenas intenciones y los ciudadanos del mundo saldrán del espectáculo habiéndose tragado un gran campaña publicitaria de Irlanda del Norte, un lugar «inspirador» para montar negocios.
Se apagarán los focos y ya nadie se acordará del G8 hasta el año que viene cuando el circo se montará en Rusia. Da la sensación de que este formato ya no tiene pegada, y no porque falten histriones de fotogénicas sonrisas o domadores de duro látigo, sino porque negar la existencia de la gran mayoría que lucha por otro mundo posible es negar la existencia de las fieras.
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