Si nos atenemos sin más a la consensuada tesis de que un crecimiento anual de menos de seis, siete por ciento no sirve de base al escurridizo desarrollo, América Latina y el Caribe no tienen nada que hacer en un ámbito donde tradicionalmente los argonautas no se han puesto de acuerdo en la búsqueda del […]
Si nos atenemos sin más a la consensuada tesis de que un crecimiento anual de menos de seis, siete por ciento no sirve de base al escurridizo desarrollo, América Latina y el Caribe no tienen nada que hacer en un ámbito donde tradicionalmente los argonautas no se han puesto de acuerdo en la búsqueda del vellocino de oro, donde ha imperado el codazo impenitente de las potencias a los más canijos, desfavorecidos compañeros de boga. La economía de la región cerrará 2013 con un «anémico» aumento de tres por ciento.
Es cierto que las dificultades devienen ingentes. Conforme a un estudio de la Cepal y la Organización Internacional del Trabajo, citado por Prensa Latina, el territorio muestra debilidades tales como una anudada dependencia de las ventas a Europa y China, el ensanchamiento del déficit de cuenta corriente, serias restricciones fiscales en el Caribe, América Central y México, vulnerabilidad en América del Sur a causa de la atadura a la explotación de los recursos naturales, disminución de la inversión al PIB, desbalance entre las importaciones y las exportaciones…
A juicio de la secretaria ejecutiva de la Cepal, Alicia Bárcena, «el ciclo económico de América Latina y el Caribe está llegando a su límite», y se precisa ahora de Estados sólidos para evitar que se evaporen los progresos de la última década. Aunque la economía del área «crece más que la media mundial», aún no basta para superar «una deuda histórica impresionante», que se expresa en «la peor distribución del ingreso del mundo».
¿Cómo salir del atascadero? La integración supone el requisito estratégico para la reducción de las asimetrías y la exitosa inserción en un contexto internacional de competitividad disparada. Afortunadamente, el área no ha desaprobado esa asignatura. ¿Botón de muestra? La II Cumbre Extraordinaria ALBA-Petrocaribe, recién celebrada en Caracas, concluyó con un llamado a avanzar en un método de trabajo que «ponga lo político sobre la mesa». Porque solo con la voluntad gubernamental se plasmaría el imperativo categórico, formulado por el conocido marxista Emir Sader, de «hacer las adecuaciones necesarias para quebrar la hegemonía del capital financiero bajo forma de capital especulativo que las políticas de desregulación del neoliberalismo promovieron como sector hegemónico en el plano económico, canalizando para el uso predatorio capitales que deberían ir a las inversiones productivas, que generan los bienes y los empleos que nuestras economías necesitan».
La cita supo empuñar el arma dilecta contra la ideología del mercado desalado, con que algunos pretenden obturar la historia. Por principio, la propuesta zona económica exclusiva ALBA-PetroCaribe trascenderá marcos convencionales, reduccionistas, para abarcar: Transporte y Comunicaciones, Programa Estructurante de Entrenamiento Productivo, Programa Estructurante de Turismo, Comercio e Integración, y Desarrollo Social y Cultural. No en vano Cuba, en voz de su primer vicepresidente, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, destacó que el progreso del ALBA trasluce la vigencia y el alcance del ideario bolivariano, enriquecido por Fidel Castro y Hugo Chávez.
El orador insistió en lo imprescindible de fortalecer la institucionalidad, en aras de la puesta en marcha de los proyectos y la eficacia de la alianza. Asimismo, dijo, no puede haber integración verdadera si persisten las desproporciones sociales, la miseria, aseveración que argumentó con las proféticas palabras de Fidel de que las campanas que hoy doblan por los que mueren de hambre doblarán mañana por la humanidad entera.
¿Lograrán algún día América Latina y el Caribe romper la maldición de un crecimiento de menos de seis, siete por ciento como condición ineludible para el desarrollo? Una cosa sí se puede afirmar: en vista de la participación en la Cumbre -dignatarios de 22 países-, no todos los argonautas están dispuestos al codazo felón en la búsqueda del vellocino de oro. Al parecer, los remeros van comprendido que la boga es tarea mancomunada.
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