En la actual coyuntura, el voto nulo se ha convertido en una decisión personal y/o en una acción política para muchas personas dentro de la izquierda. Por ello es preciso aclarar, que ésta no una decisión que aplique para todas las personas ni es una opción para todas las coyunturas de la lucha política. Defino […]
En la actual coyuntura, el voto nulo se ha convertido en una decisión personal y/o en una acción política para muchas personas dentro de la izquierda. Por ello es preciso aclarar, que ésta no una decisión que aplique para todas las personas ni es una opción para todas las coyunturas de la lucha política.
Defino a la izquierda como un amplio y diverso movimiento que identifica al sistema capitalista como la causa estructural de los problemas actuales de injusticia, desigualdad, violencia y deterioro ambiental, y que tiene como utopía la construcción de una sociedad y de un sistema económico alternativo al capitalismo.
En consecuencia, excluyo de esta clasificación a personas, movimientos y pensamientos que no cuestionan los fundamentos ni la racionalidad del sistema capitalista y/o que aun cuando cuestionen a este sistema, han llegado a la conclusión que no es posible sustituirlo, y en consecuencia, optan por humanizarlo y/o perfeccionarlo para que funcione de manera democrática, incluyente y justa.
Estas personas, movimientos y pensamientosreformistas (social demócratas, social cristianos, progresistas, keynesianos, institucionalistas, etc.) coinciden en muchos planteamientos con la izquierda (justicia social, preocupación por los problemas de la gente, cambio climático, soberanía alimentaria, igualdad de género,etc.), y por ello, tienden a mimetizarse con las posturas política de izquierda. Sin embargo, siempre es posible diferenciarles cuando se analizan sus posturas frente al capitalismo.
La lucha de la izquierda contra el capitalismo es un campo de lucha heterogéneo. Esta marcada por una amplia gama de «tendencias» (marxistas, marxistas leninistas, troskistas, stalinistas, anarquistas, maoístas, gramscianas, comunistas, ambientalistas, ecofeministas, …) que tienen propuestas diversas (y hasta encontradas) sobre las estrategias y las tácticas que deben seguirse para derrotar al capitalismo e instaurar una sociedad alternativa.
Estas propuestas varían desde las que plantean que es necesaria la toma del poder del Estado para hacer la revolución anti capitalista («desde arriba») hasta otras que plantean que la revolución se puede hacer sin tomar el Estado («desde abajo»). Las tácticas varían entre quienes se proponen articular la lucha revolucionaria a partir de un partido que participa en las luchas electorales y asume las reglas de la democracia capitalista, hasta quienes se decantan por la lucha al margen del sistema político y del régimen político de las democracias capitalistas.
Sin importar las diferencias entre estrategias y/o tácticas de la lucha política, es inevitable que las personas de izquierda más tarde o más temprano, se enfrenten con dilemas éticos entre lo que piensan y lo que hacen.
Por ejemplo, tomemos el caso de una persona de izquierda que piensa que los tratados de libre comercio e inversión (TLC, AdA) y los asocios públicos privados (APP) son instrumentos del neoliberalismo que tienen como objetivo la re-funcionalización de los procesos de acumulación del Capital nacional y transnacional a costa del bienestar de los sectores populares. Podría suceder que ésta persona enfrente un dilema ético cuando constate que el partido político porque el que debería votar, está comprometido con dar continuidad a estos instrumentos del neoliberalismo. Frente a este dilema, esta persona podría optar por la anulación de su voto, como una forma de mantener la coherencia entre lo quepiensa (escribe, dice, enseña) y lo que hace.
Ahora bien, no es de esperar que todas las personas de izquierda enfrenten este mismo dilema ético o que todas las personas que lo enfrenten, lo resuelvan anulando el voto. Algunas personas pueden resolverlo aplicando el principio del «mal menor» (Santo Tomás de Aquino), otras desde el principio «el fin justifica los medios» (Maquiavelo) y otros desde el pragmatismo político, es decir, asumiendo que «la política es así, y es preciso hacer concesiones a la burguesía y al imperialismo, si eso nos permite ir acumulando fuerzas.» Otras podrían simplemente reconocer que sí bien existen problemas de coherencia en el programa de este partido, de lo que se trata es de llevar al partido al gobierno, para que una vez allí, la práctica de la ciudadanía activa, conduzca a la rectificación de estos errores como los TLC y los APP…. A lo mejor, muchas personas desde la izquierda ni siquiera llegarán a platearse esta disyuntiva.
Pero debe agregarse que el voto nulo tampoco es útil en todas las coyunturas de la lucha política de la izquierda. Anular el voto no tiene sentido cuando los procesos electorales pueden llevar al gobierno o a la Asamblea Legislativa a un partido políticoque desde el Estado y desde la sociedad civil puedecontribuir al logro de condiciones para la construcción de contra- hegemonía capitalista.
En concreto, no se debería anular el voto cuando la victoria electoral de un partido pueda desencadenar procesos conducentes a:
1)El debilitamiento de la base material del poder de la clase dominante;
2)El debilitamiento ideológico que sustenta la hegemonía de la clase dominante y
3)La creación y/o fortalecimiento de condiciones para el desarrollo de la conciencia de clase y de la movilización política de las masas.Este fue el caso de las votaciones presidenciales de marzo de 2009, que potencialmente encerraban la posibilidad de que un triunfo electoral del partido FMLN pudiera contribuir a esas tres condiciones;presunción que la realidad se encargó posteriormente de desvirtuar.
En la coyuntura actual y dada la estructura de alianzas y pactos económicos y políticos con los cuales gobernará el partido FMLNno es de esperar que este gobierno contribuya a la creación de contra-hegemonía al Capital. Porque debe tenerse en cuenta que las elecciones de 2014 no constituyen una lucha entre la izquierda y la derecha, sino que reflejan un enfrentamiento al interior de la clase dominante, entre dos fracciones empresariales que se disputan la dirección del Estado, para imponer su versión particular del capitalismo neoliberal.Es cierto que la derrota de ARENA podría significar la derrota política de la «oligarquía» neoliberal, pero el triunfo del FMLN y de su alianza con GANA, representan la victoria política de la «burguesía» neoliberal, que pese a sus diferencias con la «oligarquía» neoliberal, es tan clase dominante como aquella.
Después del 1 de junio de 2014, la clase dominante comenzará un proceso de ajuste en su dirección hegemónica, que implicará que poco a poco, la llamada oligarquía neoliberal se adapte a las nuevas reglas del juego de la burguesía neoliberal (eliminación de monopolios en ciertos sectores, apertura de nuevos mercados, diversificación del aparato productivo, etc.) y que comience a aceptar cambios en la actual forma de distribución del excedente económico. No sería extraño que algún tiempo les veamos haciendo negocios juntos, en los medicamentos, en la energía, en el agua, en las cadenas agroalimentarias, en el transporte, en los agro negocios, etc.
Lo más importante de esta reconfiguración del poder en el seno de la clase dominante es que implicará un rejuvenecimiento del discurso del Capital, ya que generalizará la idea entre las masas que este sistema económico no necesita ser sustituido por otro, ya que mediante reformas sociales e institucionales puede ser humanizado y ponerse al servicio de la sociedad.
Por tanto, si bien es cierto que anular el voto en esta coyuntura política específica, no hace avanzar la revolución anti-capitalista, tampoco la obstaculiza, porque ese objetivo no está implícito en ninguno de los proyectos políticos en contienda. Pero en cambio,usar esta acciónen la izquierda como un medio para el discernimiento y para el análisis de la coyuntura,puede contribuir en alguna medida a cuestionarla hegemonía del Capital y a comenzar a generar conciencia crítica entre las masas y sus intelectuales, de cara a la próxima etapa de la lucha contra el sistema.
En conclusión: En esta coyuntura, algunas personas de izquierda resuelven sus dilemas éticos anulando el voto. Otras personas desde la izquierda piensan que no es posible construir contra hegemonía votando por un partido que gobernará en alianza con una fracción de la clase dominante (burguesía neoliberal) que pondrá en marcha una Revolución Pasiva, que fortalecerá las bases materiales e ideológicas del Consenso del Capital en lugar de debilitarlo. (Ver: La amenaza de la Revolución Pasiva; Rebelión,02.08.2013).
Las personas que desde la izquierda anularemos el voto el próximo 9 de marzo, podemos estar equivocadas, podemos ser ingenuas, idealistas, utópicas, incultas… pero merecemos respeto y tenemos el derecho de no ser intimidadas ni exterminadas por quienes desde la izquierda comparten nuestra misma lucha contra el capitalismo. De otros y de otras que nos atacan desde posturas reformistas porque no comparten esta lucha contra el Capital y/o desde sectores que defienden los intereses del Capital, de ellos y ellas, por supuesto que nos extraña que se nos trate de esta manera.
Julia Evelyn Martínez es economista, profesora de la escuela de economía de la Universidad Centroamericana «José Simeón Cañas» (UCA) de El Salvador.
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