Roberto Marchena, portavoz del Presidente de la República, ha sorprendido a la sociedad dominicana afirmando que los/as emigrantes procedentes de Haití reciben aquí un trato sumamente «humanitario y tolerante», beneficiándose en demasía de tratamientos médicos y enseñanza gratuita. Marchena nos habla de la política de «buena vecindad» con Haití y del respaldo dominicano a su […]
Roberto Marchena, portavoz del Presidente de la República, ha sorprendido a la sociedad dominicana afirmando que los/as emigrantes procedentes de Haití reciben aquí un trato sumamente «humanitario y tolerante», beneficiándose en demasía de tratamientos médicos y enseñanza gratuita.
Marchena nos habla de la política de «buena vecindad» con Haití y del respaldo dominicano a su «desarrollo», contrastando esta idílica conducta oficial criolla con la que exhiben las potencias europeas y exaltando el proyecto de naturalización como una de las máximas expresiones del humanitarismo dominicano para con el pueblo vecino.
El porqué de la sorpresa
Si estas palabras vinieran de Vincho y los vinchosos, de esas conspicuas y detestables figuras del racismo anti-haitiano al interior de los gobiernos del PLD y en el seno de nuestra sociedad, no habría ni sorpresa ni pesar alguno.
Tales personas sabemos para lo que dan. Pero tratándose de Roberto Marchena la sorpresa tiene razón de ser y mueve a preocupación, porque de él se ha hablado como persona ecuánime, sensible y no proclive a la mentira y a la fábula.
La sorpresa es mayor porque el «spokesman» Marchena le había renunciado a Leonel por razones éticas, y muchos/as pensaron que se inclinó por Danilo para ejercer esas funciones sin tener que incurrir sistemáticamente en el «arte de mentir» como forma de comunicación oficial.
Frei Betto: las personas y el poder
El destacado escritor y sacerdote brasileño, Frei Betto, nos decía en una de sus conferencias -a propósito de los desmanes de ciertos dirigentes del PT de Brasil- que no es que el poder corrompa, sino que tiende a crear las condiciones para que cada quien exhiba y despliegue lo desconocido que lleva por dentro.
Yo no quiero ser tan duro con Roberto, aunque en general coincido con la esencia del criterio de Betto.
Prefiero, por tanto, explicarme esta reacción del portavoz presidencial como un infeliz y pasajero episodio de desmemoria, provocado por las tensio nes y dificultades que genera la función de expresar a Danilo Medina después de éste haber acatado y defendido nacional e internacionalmente la sentencia racista anti-haitiana del TC.
Actitud gubernamental, que por demás, tiende a potenciar la innumerables violaciones a la dignidad humana de nacionales dominicanos/as de ascendencia haitiana, cometidas recientemente por la JCE (bajo control de Roberto Rosario) y por el cohollo del PLD, el ejército, la PN y todas la instituciones coercitivas; lo que entrampa a este otro Roberto.
A esa desmemoria se le agregó «un lapsus» de ceguera, que ojala sea bien pasajero.
Recuento de olvidos y cegueras
De inmediato pensé en los olvidos de Roberto: en la matanza del 37, en las contrataciones semi-esclavistas de braceros haitianos, en las condiciones infrahumanas de los bateyes y en la batata asada como alimento del día bajo el calor y el ardor de los campos de caña.
Pensé en el dramático tráfico de trabajadores haitianos que le sucedió a esa contrataciones interestatales ; contrabando inmundo de seres humanos a cargo de generales, finqueros, políticos y empresarios del azúcar, el café, plantaciones agrícolas y las construcciones.
Recordé las famosas «camionas», los seres humanos bestializados, las macanas, ametralladoras y «foetes» en acción; los hacinamientos, los salarios de miseria, las viviendas insalubres, los mal tratos, la negación de cesantías y pensiones, las persecuciones y redadas, las quemas de casuchas, los asesinatos, las cárceles hediondas y las repatriaciones antes de fecha de pago.
Me vinieron a la mente las adolescentes y niñas haitianas traficadas por proxenetas y militares, alquiladas al precio de 2000 pesos al día para satisfacer placeres sexuales de jefes y jorocones inescrupulosos.
También reaparecen en mi cerebro las veces que se le ha negado la documentación merecida y el ingreso a una escuela a niños/as descendientes de familiares haitianos y dominico-haitianos, o que se le impidió asistencia médica a un nacional de ese hermano país.
Me asalta el corazón cuando constato que no ha sido fantasía eso de vivir por años y por décadas como emigrantes preteridos/as, sin acceso a la salud, a la educación, a la vivienda digna, al agua potable, a la diversión, a la palabra, a la libertad, a la dignidad humana… que ha sido la manera de existir y de sufrir de los/as más.
Me detengo en las inmensas fortunas de los Vicini, de la South Sugar Company, de la Gulf an Wester, de los Bonetti, los Fanjul, los grandes contratistas de obras, las corporaciones de la construcción, los magnates cafetaleros, los dueños de plantaciones agrícolas, generales y funcionarios… y me dejó seducir por la trascendencia del cálculo abrumador de la plusvalía aportada a magnates y al propio Estado dominicano por emigrantes y por descendientes de emigrantes haitianos/as sobre-explotados/as y empobrecidos al extremo.
Pensé que la educación y la salud eran derechos inalienables de trabajadores/as de cualquier nacionalidad, merecedoras todas de vivir y reproducirse con un mínimo decoro, y no un recurso filantrópico que hay que agradecerles a los grandes beneficiarios de la super-explotación y el tráfico. Más aun cuando se trata de aquellos/as que han sido capaces de crear tantas riquezas para solo poder sobrevivir en la extrema pobreza y enfermos/as.
Se me hincha el cerebro pensando en lo que nos dijo Saramago sobre el significado de la in-documentación de seres humanos, sobre la muerte civil de emigrantes empobrecidos; y no puedo dejar de mirar hacia los desafueros de la JCE, despojando de sus actas de nacimiento y cédulas a incontables personas de color negro, descendientes de emigrantes haitianos/as o sospechosos/as de serlos.
La voz oculta del presidente, discretamente acudillado
Ahora me agredió el alma escuchar a ese Roberto, que no es apellido Rosario, decir que con la ley de naturalización preparada disque para compensar ese despojo, se estaría haciendo una extraordinaria inversión de humanismo.
¿Cómo es posible que este encumbrado y cultivado portavoz sea capaz de creernos imbéciles o cretinos?
Pero entonces pensé: ¡Ah!, ya lo entiendo, es que su jefe, Danilo, tranquilamente dijo en la CELAC que «no se podía despojar a nadie de lo que nunca había sido».
¡Cuatro generaciones nacionalizadas que no fueron tales, que se quedaron transitando como espíritus en pena por casi un siglo!
¿Se esfumaron?
Nada de eso, sino que por encima de todo lo reales y criollas que fueron y son esas generaciones procedentes de padres o madres de la patria de Desalinne, había que matarlas en vida, in-visibilizarlas, arrebatarles los documentos que las identifican, para hacerlas más vulnerables y desatar los odios raciales bajo el paraguas patriotero anti-haitiano, electoralmente rentable hasta que prime la luz.
Y de ahí lo de ¡Muerte a los haitianos! ¡Muerte a los traidores!
Consignas, que lanzadas en manifestaciones pro-gubernamentales y pro-estatales, todavía retumban en nuestros oídos.
Pero es que Roberto Marchena, que no es de apellido Rosario, ni tampoco Castillo ni Ray Guevara, además de temporalmente impedido de recordar y ver todas las discriminaciones y abusos practicados y todo el nazi-racismo que se ha introducido en al cúpula del PLD (infectado de trujillismo-balaguerismo), en su gobierno, en la JCE, en el TC, en los «altas cortes», en los «altos mandos» y en los «altos negocios», se puso temporalmente sordo.
Me dicen que se trata de un síndrome muy frecuente en los «spokesman», no esencialmente bellacos, al servicio de presidentes tan tranquilos y capaces de esconder las manos -y la voz-, como Danilo. De presidentes siempre interesados en preservar puntos en las encuestas, aun haciendo lo malo con otro estilo. Como Danilo.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.