Entre la reciente crisis política suscitada en Ucrania y la anexión de la península de Crimea a la Federación Rusa, Estados Unidos y la vieja Europa se han puesto a temblar. El año pasado, Vladimir Putin jugó un papel protagónico en la escena internacional al detener la intervención militar occidental en Siria y promover una […]
Entre la reciente crisis política suscitada en Ucrania y la anexión de la península de Crimea a la Federación Rusa, Estados Unidos y la vieja Europa se han puesto a temblar. El año pasado, Vladimir Putin jugó un papel protagónico en la escena internacional al detener la intervención militar occidental en Siria y promover una resolución política al conflicto. A menos de un año de distancia, las tensiones interimperialistas se han trasladado al Este de Europa.
Angela Merkel y David Cameron se reunieron el 10 de marzo de 2014 y aprovecharon para comunicar la postura europea frente a la crisis política que vivía Ucrania. Cabe aclarar que, en esta cuestión, Angela Merkel ha sido mucho más mesurada que sus contrapartes occidentales, lo que se debe en gran medida a la dependencia del gas ruso que tiene la economía alemana. En la declaración conjunta, los mandatarios expresaron que la prioridad era disminuir la tensión y hacer que Rusia se comprometiera al diálogo, reiteraron que, de llevarse a cabo el referéndum separatista de Crimea, sería ilegal y cualquier intento ruso por «legitimar» el resultado tendría consecuencias. Los mandatarios acordaron que continuarían «apoyando al gobierno Ucraniano» y buscarían la forma de estabilizar la situación económica.
Sin embargo, Crimea se declaró independiente el 11 de marzo, tras el derrocamiento del presidente ucraniano Viktor Yanukovich y cinco días después celebró un referéndum, con una fuerte presencia de tropas rusas, en el que se preguntaba a su población sobre la posible adhesión a la Federación Rusa. El resultado del referéndum organizado por las autoridades rusas de Crimea, entre una población mayoritariamente de origen ruso, no sorprendió. El 18 de marzo de 2014 los líderes de la República de Crimea, Serguéi Aksiónov y Vladímir Konstantínov, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, y el alcalde de Sebastopol, Anatoli Chali, firmaron el tratado de adhesión.
La opinión pública internacional manifestó su rechazo a las acciones rusas, denunciando la violación del derecho internacional. Los líderes europeos declararon insistentemente que, de continuar las «violaciones», tomarán cartas en el asunto y aplicarán las «sanciones» correspondientes. La primera medida tomada fue expulsar a Rusia del G8. Por su parte, Putin manifestó que no ha existido una violación a la libertad de los pueblos sino una defensa de aquellos que han sido fuertemente reprimidos por el nuevo gobierno usurpador ucraniano.
El mismo 18 de marzo, el Primer Ministro británico expresó que el Reino Unido «está supeditado a la estabilidad y seguridad del orden internacional», calificó de inaceptable el «intento de Putin por anexar Crimea» y como una «flagrante violación al derecho internacional» pues usó la fuerza para modificar fronteras en un «falso» referendum. Apuntó también que, quienes no acaten las reglas deben «enfrentar las consecuencias», «sanciones» y «medidas» en las que ya trabajan la Unión Europea y Estados Unidos. Declaraciones contradictorias pues, tras el referéndum promovido por el Reino Unido los días 10 y 11 de marzo de 2013 en las Malvinas/Falkland Islands, en el que la población casi totalmente británica de un territorio ocupado militarmente por el Reino Unido desde 1833 votó masivamente por permanecer británica, Cameron se declaró «encantado» con el resultado que se expresó de la «manera más clara posible». Cameron pidió respeto internacional al resultado y manifestó el que su país defendería el territorio pues ellos creían en la «autodeterminación».
En menos de dos años hemos experimentado situaciones que pusieron al mundo al borde de conflagración mundial, el caso de las disputas entre Coreas y la potencial intervención militar de occidente en Siria, a lo que el Parlamento británico voto sorpresivamente en contra. Actualmente, la incorporación de Crimea a la Federación Rusa, la expulsión de Rusia del G8 y las crecientes muestras de separatismo en otras provincias ucranianas, han elevado la temperatura geopolítica mundial y fomentaron la muy urgente reunión en Ginebra, Suiza, de los representantes de la Unión Europea, Estados Unidos, Rusia y Ucrania para buscar una salida pacífica del conflicto. Sin embargo, la historia aún no está escrita y es ese factor sorpresa el que eleva la esperanza de otro mundo posible.
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