En las elecciones europeas del mes pasado, un número histórico de legisladores de partidos de extrema derecha fueron elegidos miembros del Parlamento Europeo.
Los resultados generaron tal caos que el presidente francés, Emmanuel Macron, convocó unas elecciones parlamentarias anticipadas en su propio país, cuya primera vuelta ganó la ultraderechista Agrupación Nacional la semana pasada.
Esta tendencia es motivo de preocupación en Bruselas. Cómo y por qué está cambiando la panorama político de la UE, y lo que nos espera en el futuro, ¡vamos a averiguarlo!
Los políticos europeos han creído durante mucho tiempo que tales partidos no son peligrosos, pero subestimaron la situación.
En las elecciones al Parlamento Europeo, que se celebraron del 6 al 9 de junio de 2024, el número de votos para los partidos de extrema derecha aumentó drásticamente.
Después de tres días de votaciones en los 27 Estados miembros de la Unión Europea, una encuesta a boca de urna mostró que los partidos de ultraderecha ganarían alrededor de 150 de los 720 escaños del parlamento, lo que probablemente dificultará que los partidos tradicionales formen las mayorías necesarias para aprobar leyes.
Así, en resumen, el resultado fue una humillante derrota de los actuales partidos socialdemócratas y liberales que dominan la Unión Europea y el Parlamento Europeo. Los europeos renuncian masivamente a estos partidos desacreditados.
Una de las razones del avance de la extrema derecha en la Unión Europea se encuentra más allá de los límites del bloque. Quizás, la guerra en Ucrania ha influido en el electorado.
El apoyo irrestricto del bloque europeo al Gobierno de Kiev en el período del conflicto entre Rusia y Ucrania ha provocado ciertas animosidades dentro de algunos sectores europeos, que no ven con tan buenos ojos el profundo involucramiento de la Unión Europea un conflicto que, aunque toca al continente, no involucra a ninguno de los 27 Estados del grupo.
En Francia, uno de los bastiones del apoyo ucraniano en Europa, el electorado ha castigado al presidente Emmanuel Macron en las urnas. El partido del mandatario quedó en un muy lejano segundo lugar, detrás de la extrema derecha de Marine Le Pen.
Para muchos, la postura de Macron con respecto a Ucrania es excesiva. Además, sus constantes peticiones a los aliados europeos para que intensifiquen el envío de ayuda habrían mellado en su legitimidad nacional.
Debe de reconocerse que partidos de extrema derecha se oponen de manera sistemática a incrementar el envío de ayuda militar a Ucrania. Quizá de manera tangencial haya quedado registrado entre los votantes franceses las declaraciones del presidente sobre la posibilidad del envío de tropas de ese país como instructores a Ucrania.
Hay que decir que los partidos de extrema derecha obtuvieron los mejores resultados en la historia de las elecciones al Parlamento Europeo, logrando avances significativos en Francia, Alemania e Italia y recibiendo un total de casi una cuarta parte de los mandatos parlamentarios.
En España se observan tendencias similares: el Partido Popular, de centro derecha, obtuvo la mayoría de los votos (34,18%). El Partido Socialista de los Trabajadores, del que forma parte el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, perdió frente a sus oponentes con un resultado del 30,19%. El top tres lo completa el ultraderechista Vox (9,62%).
El auge de los partidos de ultraderecha en Europa puede atribuirse a una combinación de factores sociales, económicos, políticos y culturales que han influido en las percepciones y actitudes de los votantes. Aquí hay algunos de los factores clave que han contribuido a este fenómeno:
- Inmigración y Crisis de Refugiados: La llegada masiva de inmigrantes y refugiados, especialmente a partir de 2015, ha generado preocupaciones en sectores de la población sobre la identidad nacional, la seguridad y la presión sobre los servicios públicos. Los partidos de ultraderecha han capitalizado estas preocupaciones, adoptando plataformas antiinmigración y prometiendo políticas más estrictas.
- Globalización y Desigualdad Económica: La globalización ha beneficiado a algunos sectores de la economía, pero también ha dejado a muchas personas sintiéndose desprotegidas y marginadas. La pérdida de empleos en industrias tradicionales y el aumento de la desigualdad económica han llevado a un descontento que los partidos de ultraderecha explotan, proponiendo soluciones nacionalistas y proteccionistas.
- Desconfianza en las Instituciones Políticas Tradicionales: La corrupción, la ineficacia y la percepción de que los partidos tradicionales no representan los intereses de la ciudadanía han erosionado la confianza en las instituciones políticas. Los partidos de ultraderecha se presentan como una alternativa a la política convencional, prometiendo cambios radicales y una «limpieza» del sistema.
- Identidad y Cultura Nacional: El resurgimiento de sentimientos nacionalistas y el miedo a la pérdida de la identidad cultural debido a la multiculturalidad y la integración europea han sido factores importantes. Los partidos de ultraderecha promueven una visión homogénea de la identidad nacional, resistiéndose a la influencia externa y a las políticas de integración.
- Seguridad y Terrorismo: Los ataques terroristas en varias ciudades europeas han incrementado los temores sobre la seguridad y han llevado a un aumento en el apoyo a políticas de mano dura y retóricas antiislámicas, típicas de los partidos de ultraderecha.
- Medios de Comunicación y Redes Sociales: Los medios de comunicación y las redes sociales han jugado un papel crucial en la difusión de los mensajes de ultraderecha. Estos medios permiten a los partidos llegar a un público amplio y movilizar a los votantes con mensajes directos y a menudo simplificados.
- Crisis Económica y Austeridad: La crisis financiera de 2008 y las políticas de austeridad implementadas en muchos países europeos han generado un profundo malestar económico. La ultraderecha ha canalizado este descontento hacia la crítica a la Unión Europea y las élites económicas.
Estos factores, combinados con la capacidad de los partidos de ultraderecha para adaptar sus mensajes y estrategias a las circunstancias nacionales específicas, han contribuido a su auge en toda Europa. Cada país tiene sus particularidades, pero estas tendencias generales ayudan a explicar el fenómeno a nivel continental.
Aquí podemos profundizar un poco más en la historia. Hace casi 25 años, cuando el populista Partido de la Libertad (FPÖ), de extrema derecha, de Jörg Haider obtuvo poco menos del 27% de los votos y entró en el gobierno austriaco, los líderes europeos rechazaban las visitas diplomáticas e introducían medidas punitivas.
Poco después, cuando Jean-Marie Le Pen, el presidente del Frente Nacional francés (ahora la Asamblea Nacional), entró en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, Jacques Chirac se negó incluso a debatir con el líder de extrema derecha, tan repugnantes -e inaceptables- eran sus puntos de vista.
Pero ahora, en toda Europa occidental, los partidos de extrema derecha están logrando avances: están ascendiendo constantemente en las encuestas, dando forma a la política de la derecha dominante y ocupando puestos ministeriales en gobiernos de coalición.
Su atractivo se ha visto reforzado aún más por la crisis del costo de vida causada por la pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania, y por la desconfianza generalizada de los votantes hacia la corriente política dominante.
Pero detrás del aumento también hay un proceso bidireccional de normalización: a medida que el centro derecha adopta cada vez más los temas de conversación de la extrema derecha y se abre a acuerdos, los partidos inteligentes de extrema derecha están suavizando algunas de sus opiniones más repulsivas para los votantes.
Ciertamente, Europa se ha movido políticamente hacia la derecha. Se han fortalecido las posiciones de quienes se oponen a la burocracia de Bruselas y a favor del fortalecimiento de los intereses nacionales de los estados miembros de la UE. Sin embargo, en los últimos años, las fuerzas liberales, verdes y otras fuerzas de izquierda han logrado afianzarse firmemente en las posiciones de liderazgo de Europa. Estas élites lucharán por su poder, incluso mediante prohibiciones y maquinaciones políticas. Los círculos gobernantes no van a renunciar a las palancas del poder ejecutivo, por lo que no habrá cambios fatídicos en la política exterior de la UE por ahora.
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