A poco más de dos meses del 1 de octubre, cuando asuma la nueva presidenta de México, Claudia Sheinbaum, los ojos de la sociedad civil de ese país se enfocan en los desafíos y las prioridades futuras. Para mirar ese horizonte, sin embargo, parece imprescindible el balance del sexenio pasado, compleja tarea que asume Sara Méndez, defensora de derechos humanos y fundadora de la organización CODIGO DH.
CODIGO DH (Comité de Defensa Integral de Derechos Humanos Gobixha) trabaja a favor de la defensa integral de los derechos humanos en el Estado de Oaxaca: a nivel legal, médico y psicológico de víctimas y sobrevivientes de violaciones a sus derechos esenciales. Gobixha, en lengua zapoteca, significa Sol. (https://codigodh.org/).
“Se está cerrando un sexenio del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que promovió un fuerte enfoque social, aunque su gestión tuvo muy diversos claros oscuros, entre ellos una tensa relación con la sociedad civil mexicana”, expresa la antropóloga y militante social Sara Méndez en esta entrevista exclusiva durante su reciente visita a Suiza. Y concluye: “Esperamos con mucha ansiedad que la nueva etapa de Claudia Sheinbaum permita profundizar los logros sociales y avance con los aspectos pendientes heredados de la gestión de López Obrador”.
La reflexión de Méndez se nutre de su práctica político-social de inserción en los territorios y entre los sectores más excluidos del sur oriental Estado de Oaxaca. Su organización, además del trabajo de derechos humanos, se ocupa del fortalecimiento comunitario y de iniciativas de cabildeo y sensibilización a favor de políticas públicas y del cumplimiento y el impulso de legislación en materia de derechos humanos, integrando diversas redes y plataformas nacionales. El espectro es amplio, señala Méndez, al enumerar los ejes de la tarea de CODIGO DH: la atención de víctimas de tortura, la prevención de la violencia de género, el apoyo a los pueblos indígenas, así como la mirada crítica a la siempre compleja relación entre empresas y derechos humanos (https://www.youtube.com/watch?v=ZYV1OB3dw5Y).
El sexenio de López Obrador
El triunfo de Sheinbaum en las urnas el pasado 2 de junio, con el 59% de los votos, es el resultado de una serie de factores, varios de los cuales se originan en el sexenio que está por concluir. Elemento esencial: la economía mexicana se fortaleció, como afirma Sara Méndez, quien en representación de un sector de la sociedad civil de su país participó como “testigo” en el cuarto Examen Periódico Universal, mecanismo de control de los Derechos Humanos, que acaba de realizarse a inicios de julio en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, Suiza. (https://www.ohchr.org/sites/default/files/Documents/AboutUs/CivilSociety/Chapter_7_sp.pdf).
Partiendo
de algunos datos ilustrativos y a manera de ejemplo, la militante
social realiza un balance del actual Gobierno. “Hoy el país cuenta con
una moneda fuerte. En estos últimos años se logró una clara recuperación
del salario mínimo, que pasó de 4 dólares diarios a casi 13. Lo que
habla de un paso importante, aunque todavía insuficiente, en la
recuperación del poder adquisitivo y constituye una buena señal, si se
considera, además, la preocupación oficial por tematizar y mejorar el
respeto de los derechos laborales, casi olvidados por completo en los
gobiernos neoliberales anteriores a López Obrador”.
Los programas sociales, agrega, permitieron que, según datos oficiales,
cerca de 5 millones de personas hayan podido salir de la situación de
pobreza en la que vivían al asumir López Obrador. Tres han sido los
principales: el que beneficia a la juventud (Jóvenes Construyendo el
Futuro), que promueve oportunidades laborales; las becas escolares para
niñas y niños de sectores priorizados según los niveles de marginación
definidos por la Secretaría de Educación Pública, y el apoyo a adultos
mayores a partir de los 65 años.
Es
llamativo, señala Méndez, que, a pesar de esa creciente inversión
social, la deuda no haya aumentado y siga siendo estable. Situación
macro que va de la mano de los esfuerzos del Gobierno por priorizar al
empresariado nacional y el fortalecimiento de empresas como PEMEX, que
recuperó en casi un 34% su capacidad de refinamiento de petróleo, y la
Comisión Federal de Electricidad, que aseguró precios estables, e
incluso menores, de la electricidad y el gas de uso domésticos, con el
correspondiente impacto positivo en la calidad de vida de la gente.
Ambas entidades habían sido prácticamente desarticuladas en las
administraciones precedentes a López Obrador.
La coordinadora de CODIGO DH cierra este rápido balance con dos aspectos
que le parecen centrales. El esfuerzo por una nueva política de
comunicación promovida por el propio presidente López Obrador, con su
programa diario las “mañaneras” de diálogo con la prensa y transmitido
abiertamente, al igual que su resumen vespertino. Paradójicamente,
sectores de la oposición critican este espacio por considerarlo un
mecanismo de control de la opinión pública –más que un ejercicio de
transparencia–, en un país en el que algunas pocas empresas de medios,
como Televisa, ejercen un control casi monopólico de la prensa.
Por otra parte, “la mayor participación de las mujeres, a nivel general, y en particular en la vida política, constituye un elemento muy positivo, aunque perfectible, en un país en el que las mismas representamos el 52% de la población”. Tras su afirmación, Méndez esgrime datos que la sostienen, como la paridad de género, resultado de recientes cambios legislativos tanto en la Cámara de Diputados como de Senadores, aunque reconoce que dicha relación se debilita a nivel de base, en instancias regionales y municipales. “En este siglo, al que denominamos ‘el de las mujeres’, empezamos bien en México y esperamos que siga mejorando”, afirma la coordinadora del área de fortalecimiento de CODIGO DH.
Desafíos pendientes
Sin embargo, para Méndez “no todo ha sido lineal y positivo. Ha habido desencuentros. Se dieron ataques desde el Gobierno a organizaciones de la sociedad civil”. Una sociedad civil donde, como ella misma lo reconoce, conviven sectores de derecha y de izquierda, de incidencia territorial y del gran empresariado. Y esto será uno de los principales desafíos de la nueva presidenta, que se verá, además, confrontada a dar respuestas y resolver temas pendientes del gobierno de su predecesor y “padre político”.
Méndez
subraya que faltaron resultados en la lucha contra la impunidad, así
como respuestas a demandas de importantes organizaciones sociales
críticas a la militarización; no se resolvieron casos emblemáticos de
violencia como el de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa; no
se detuvo el asesinato de numerosas trabajadoras-es de prensa, así como
los constantes feminicidios que golpean desde años a México. El acceso a
la justicia y el propio sistema de justicia sigue siendo un muy
trascendental tema pendiente. Y en cuanto a la política gubernamental de
información, si bien las mañaneras constituyen un ejercicio positivo,
hay aspectos de ese programa que deberían ser revisados para evitar
aumentar el tono de confrontación en el país. Y reflexiona: “es
importante desde el Estado combatir las fake news, fortalecer el
esfuerzo informativo-pedagógico, pero sin exagerar en ese ejercicio lo
que lleva a antagonismos poco saludables para el conjunto de la Nación”.
El punto de arranque, según Méndez, “es positivo y Claudia representa
una nueva generación de mujeres”. Y enumera una rica biografía: “Viene
de una larga militancia estudiantil y social; no está atada a fuerzas
políticas tradicionales; cuenta con una sólida formación científica e
incluso ha sido funcionaria de Naciones Unidas y miembro del Grupo
Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático; posee una
amplia experiencia ejecutiva, entre otras, al frente del Gobierno de la
Ciudad de México”.
Si bien en esa gestión, recuerda Méndez, la presidenta electa tuvo
algunos desencuentros con sectores del movimiento de mujeres,
actualmente se define como “feminista social”, (concepto un tanto vago
según Sara Méndez) y en sus últimos discursos ha dado señales de real
apertura hacia dicho movimiento. La fundadora de CODIGO DH precisa:
“tiene la gran responsabilidad de ser la primera presidenta mujer de
toda la historia de México. Las capacidades están a la vista. Ahora
deberá expresar en su nueva práctica política como mandataria que está
dispuesta a propiciar un paso más adelante en la promoción del rol y de
la paridad de género”. Todo esto, aclara, en un país machista donde
existen importantes fuerzas de poder que “no se van a sentir cómodos
ante el hecho de que una mujer mande”.
En síntesis, la defensora de derechos humanos de Oaxaca cree que los
desafíos para Sheinbaum son enormes: mantener y profundizar los avances
sociales y la estabilidad económica; atender temas esenciales
pendientes, como la reforma de la justicia y la lucha contra la
corrupción, el nepotismo, el crimen organizado (todos fenómenos muy
anclados en la vida nacional), así como la migración. Mejorando
cuestiones esenciales como las tensiones y los desencuentros de su
predecesor con la sociedad civil, priorizando los sectores populares y
los movimientos sociales y dándole un lugar privilegiado, ahora, también
a las mujeres.
¿Cómo se va a posicionar ante la nueva etapa esa sociedad civil que
acompaña y sostiene, pero que también espera pasos firmes para concretar
las tareas pendientes?, preguntamos. Méndez no duda y sostiene
enfáticamente: “Seguiremos siendo críticas, señalaremos lo que hay que
mejorar, y no callaremos ante los ataques a territorios indígenas con
megaproyectos sobre los que no fueron consultados, como es el caso del
Corredor Interoceánico entre Oaxaca y Veracruz. Pero también
saludaremos las medidas positivas. Nos alienta que Claudia haya avanzado
una agenda propia con temas desafiantes y esperamos que la respete:
mejorar la educación y la salud pública, salarios justos, empleo y
vivienda dignas, priorizar la cultura y promover un medio ambiente
sano”.
Una hoja de ruta y expectativas sociales muy amplias y exigentes para
los próximos seis años. Y una responsabilidad tácita inmensa, como lo
reconoce Sara Méndez, en un continente atravesado por nuevas aventuras
de extrema derecha que proponen desmantelar el Estado y desconocer
principios sociales elementales. El éxito de la nueva presidenta sería
un espaldarazo para todas las mujeres progresistas y los movimientos
sociales latinoamericanos. Su fracaso, por el contrario, podría
significar un retroceso significativo y un golpe muy fuerte para
aquellos que apuestan a la vigencia del Estado social en América Latina.
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