El 22 de junio de 1941, hace 70 años, la Alemania Hitleriana lanzó la Operación Barbarroja, su más ambicioso ataque desde la Batalla de Inglaterra. Su objetivo expreso, soñado por todas las burguesías imperialistas del mundo desde el 1918 era nada menos que aniquilar para siempre la fuente del bolchevismo, destruir la Unión de Repúblicas Socialistas […]
El 22 de junio de 1941, hace 70 años, la Alemania Hitleriana lanzó la Operación Barbarroja, su más ambicioso ataque desde la Batalla de Inglaterra. Su objetivo expreso, soñado por todas las burguesías imperialistas del mundo desde el 1918 era nada menos que aniquilar para siempre la fuente del bolchevismo, destruir la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), arrebatarle el territorio vital a esos pueblos eslavos, esclavizarlos. Tres años después, el 22 de junio de 1944, la ya vencedora Unión Soviética lanzaba su Operación Bagratión, destruyendo el Grupo de Ejércitos Centro de la Wehrmacht y descalabrando su, hasta entonces, formidable maquinaria bélica. El empuje arrollador de los vencedores ya no se detendría hasta la victoria sobre el fascismo alemán y la destrucción definitiva del Tercer Reich en mayo de 1945.
Sin declaración de guerra, en la madrugada del 22 de junio de 1941, la Luftwaffe descargaba sus bombas sobre aeródromos, líneas ferroviarias, bases navales y ciudades fronterizas de la Unión Soviética. Comenzaba en esa hora, para el pueblo soviético, la larga pesadilla de la invasión nazi. A las numerosas hordas del enemigo, 2.5 millones de soldados encuadrados en 190 divisiones, entre ellas 33 de tanques – una colosal agrupación de tropas jamás vista en la historia – se opusieron las fuerzas del Ejército Rojo de Obreros y Campesinos , que sorprendidas y dispersas a lo largo de la frontera tuvieron que ceder terreno y material de guerra ante los golpes masivos desde aire y tierra. En el primer día de guerra la aviación nazi destruyó en tierra 1,200 aviones de combate.
Aun con todo su poder de fuego, la invasión de la Unión Soviética no sería el paseo militar que Hitler había anunciado. Según escribió el general fascista E. Buttlar en 1948: «Como resultado de la resistencia tenaz de los rusos, ya en los primeros días de combate las tropas alemanas sufrieron tales pérdidas en hombres y en técnica, que eran considerablemente superiores a las conocidas por nosotros en las experiencias de las campañas realizadas en Polonia y Occidente. Era totalmente evidente que la forma de realizar las operaciones militares y el espíritu combativo del enemigo no se parecían en nada al que los alemanes habían encontrado en sus «guerras relámpago» precedentes.»
Según transcurrió la guerra, las poderosas pero declinantes fuerzas del despiadado invasor tuvieron que enfrentarse a las fuerzas neutralizadoras y ascendentes de la Gran Guerra Patria del pueblo soviético . En apoyo al Ejército Rojo y si guiendo la doctrina militar de la guerra de todo el pueblo, la masividad del movimiento guerrillero dirigido por el partido de Lenin, en los territorios ocupados por el enemigo, mantuvo en jaque durante toda la guerra a las fuerzas invasoras obligándolas a combatir en múltiples frentes.
La resistencia heroica contra los agresores fascistas, la abnegación del pueblo soviético – con 26.6 millones de pérdidas humanas y la destrucción de 1.700 ciudades- y las victorias de su ejército en Moscú (1941), Stalingrado y Kursk (1943) y Bielorrusia (1944) patentizan la hazaña más extraordinaria de todos los tiempos.
Habían pasado exactamente tres años de la invasión alemana cuando el 22 de junio de 1944 el Ejército Rojo lanzó su Operación Bagratión, contra el Grupo de Ejércitos Centro que ocupaba el territorio soviético de Bielorrusia. En solo cinco semanas de arrolladora campaña, las fuerzas militares soviéticas llegaron a las puertas de Varsovia luego de liberar a Bielorrusia y de aniquilar el grosor de las fuerzas militares fascistas que se le oponían. La Operación Bagratión, combinada con la Ofensiva Lvov- Sandomierz lanzada tres semanas después en Ucrania, representó para la Wehrmacht una derrota más calamitosa, con mayores pérdidas de hombres y material de guerra, que su debacle sufrida en Stalingrado en febrero de 1943. Como consecuencia inmediata, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas pudo recuperar casi todo el territorio que poseía previo a la invasión por Alemania en 1941 y, como espléndida bonificación, penetrar en el territorio alemán de Prusia Oriental.
La derrota del III Reich era ya cuestión de tiempo. Diez meses después ondearía la gloriosa bandera roja sobre las ruinas del Reichtag.
Miguel Cruz Santos es redactor del Abayarde Rojo, periódico comunista de Puerto Rico.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.