Todo indica que los problemas de liquidez que enfrenta actualmente la región latinoamericana y caribeña podrían prolongarse durante al menos una década, afectando gravemente el desarrollo económico y social. Si la región pudiera pasar del discurso a la acción concreta para defender sus intereses comunes, canalizar liquidez y complementar sus economías, estaría en condiciones mucho […]
Todo indica que los problemas de liquidez que enfrenta actualmente la región latinoamericana y caribeña podrían prolongarse durante al menos una década, afectando gravemente el desarrollo económico y social. Si la región pudiera pasar del discurso a la acción concreta para defender sus intereses comunes, canalizar liquidez y complementar sus economías, estaría en condiciones mucho mejores para enfrentar la crisis. La IV Cumbre de la CELAC es una oportunidad para movilizar la voluntad política necesaria.
Tal fue el mensaje central del foro público sobre «Acciones financieras regionales para enfrentar la crisis», que se realizó el lunes 25 de enero, en Quito, en vísperas de la Cumbre de la CELAC (26-27 enero), organizado por Flacso y el Ministerio Coordinador de Conocimiento y Talento Humano de Ecuador.
La región ha avanzado mucho en la integración política y los planteamientos discursivos, con algunos logros de destaque, sobre todo a favor de la paz; pero los procesos se traban en lo técnico, cuando se trata de definir mecanismos concretos de integración, por ejemplo entre los bancos centrales, señaló el académico y ex canciller del Ecuador, Fander Falconí.
Luego de citar un estudio de la Flacso que demuestra que a las fluctuaciones de precios de los commodities suelen seguir ciclos largos, y que, por lo tanto, es previsible que la actual depresión de los precios pudiera durar al menos 10 años, el académico hizo algunos planteamientos.
El primero está relacionado con el comercio y el precio de los commodities. Por un lado, con circuitos de complementariedad, por ejemplo en la producción agrícola, se podría evitar la salida de divisas de la región en un monto de entre 4 y 5 mil millones de dólares. Asimismo, con la cartelización de las exportaciones latinoamericanas, no solo se podría defender conjuntamente los precios en los mercados internacionales, sino también enfrentar los intercambios ecológicamente desiguales, debido a la mayor explotación de los commodities en los mercados internacionales, sostiene Falconí.
Un segundo elemento importante, se refiere a cómo buscar nuevos elementos de capitalización para la región. Señala que es una gran contradicción que a la región le falte liquidez, cuando tiene cerca de un millón de millones de dólares depositados en el exterior, por ejemplo en los bonos del tesoro norteamericano o la banca inglesa. Tales recursos perfectamente pueden ser utilizados para proyectos de desarrollo en la región. Justamente por ello, dice que es esencial que entre en funcionamiento el Banco del Sur, pues no solo permitiría canalizar esos recursos, sino también fortalecer la producción local, al dar predominancia a la compra regional.
Y en tercer lugar, cabe fortalecer la integración política. El académico considera que la CELAC podría jugar un rol mucho más proactivo, tanto para concertar medidas para paliar la crisis, como para propiciar nuevas reglas internacionales, nuevos convenios, como en materia de tratamiento de inversiones. Para ello, destaca que «son las sociedades, los pueblos que deben impulsar, porque no se trata solamente de mecanismos técnicos y financieros sino fundamentalmente de una visión política integracionista que parta de intereses regionales».
Por otra parte, Andrés Arauz, Ministro Coordinador de Conocimiento y Talento Humano de Ecuador, resaltó los indicios claros de cambios estructurales en la economía mundial. Comparando la situación actual a la de 1981, destaca los indicios de una inminente alza de las tasas de interés en EE.UU., que conllevaría a la inviabilidad de muchas empresas pequeñas, mayores fusiones y un proceso de mayor monopolización.
Ante este contexto, el Ministro apunta la urgencia de acciones de carácter regional para protegerse de los shocks externos, indicando que otros bloques de países ya están haciendo lo suyo y con mucha mayor rapidez. Por ejemplo, solo en 2015, hubo tres hechos muy significativos: primero, la moneda china (renminbi) es incluida en la canasta de Derechos Especiales de Giro (DEGs) del Fondo Monetario Internacional (siendo que el último cambio fue en 1971, cuando Richard Nixon puso fin a la paridad dólar-oro). Segundo, se acuerda y concreta la creación del Banco del BRICS, con un capital de 100 mil millones de dólares y el acuerdo de hacer los préstamos en las monedas propias de los países BRICS; hecho que favorece que los préstamos se usen para comprar en el país de la moneda respectiva. Y tercero, se crea el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, con la participación de decenas de países, no solo de Asia sino también de Europa. Con este banco, China propone desarrollar las dos rutas de la seda -marítima y terrestre-, vinculando incluso zonas aisladas de Asia y con acceso hasta Europa, que significará un enorme cambio hacia el desarrollo endógeno para toda Asia.
América del Sur, en cambio, viene desde hace nueve años discutiendo la propuesta del Banco del Sur, y hasta ahora no entra en funcionamiento, a pesar de tener resuelta toda la propuesta técnica, lamentó Arauz. La región tiene muy buenas condiciones: es una zona de paz, con recursos y capacidades. Con la implementación de grandes proyectos conjuntos de infraestructura (red de fibra óptica, acueductos, reserva de alimentos para enfrentar periodos de escasez, etc.), tendría la posibilidad de superar dos siglos de desarrollo extravertido. Es más, este desarrollo podría financiarse con recursos propios de la región.
Una de las condiciones para ello es, justamente, poner en funcionamiento desde ahora el Banco del Sur, enfatizó el Ministro, quien es también el representante de Ecuador ante el directorio de esta entidad. Significaría a la vez un importante apoyo para el sector productivo regional, ya que, según el convenio del Banco, a diferencia de la mayoría de bancos de desarrollo que exigen que los préstamos se desembolsen en el país prestador, el BS estipula que las compras públicas se deben realizar, como primera prioridad, en el país que recibe el préstamo; si ello no es posible, en la región; y si no hay la capacidad en la región, en el exterior pero en asociación con una empresa de la región y con transferencia de tecnología. Un criterio similar se aplica para la compra de insumos.
Lo que falta para que el Banco del Sur pueda entrar en funcionamiento es que estén nombrados al menos cuatro de los siete miembros del directorio, según informó Verónica Artola, subgerente de Programación y Regulación del Banco Central del Ecuador. Bolivia, Ecuador y Venezuela ya han nombrado sus representantes; en Uruguay está pendiente la ratificación del nombramiento por el nuevo gobierno. Brasil, Argentina y Paraguay aún no han dado el paso. El monto inicial de inversión (de cinco de los siete países que lo han confirmado) suma alrededor de 9 millones de dólares, que es un monto insignificante en sí. Pero lo relevante es que, una vez dado este paso, ya sería factible captar otros depósitos. Allí debe entrar en funcionamiento el Fondo de Sur, que permitiría, por ejemplo, traer fondos de reserva del exterior. Con solo el 5% de las reservas de la región colocadas en el exterior, se contaría con un fondo inicial de unos 5 mil millones.
Se conoció que el tema del Banco de Sur ya está incluido en la agenda de los presidentes de la CELAC que se reúnen este miércoles 27. Hay expectativa en la región respecto a las decisiones que puedan resultar para fortalecer a la región frente a la crisis.
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