Ahora los cuchillos están desenvainados. Así termina un largo artículo sobre las consecuencias del referendo británico, que el profesor de la Universidad de Cambridge, Robert Tombs, tituló «El largo camino hacia el Brexit». Esta campaña infligió heridas en el cuerpo político británico que difícilmente traerán de vuelta la calma y la reconciliación, estimó Tombs, al […]
Ahora los cuchillos están desenvainados. Así termina un largo artículo sobre las consecuencias del referendo británico, que el profesor de la Universidad de Cambridge, Robert Tombs, tituló «El largo camino hacia el Brexit».
Esta campaña infligió heridas en el cuerpo político británico que difícilmente traerán de vuelta la calma y la reconciliación, estimó Tombs, al contrario de lo que ocurrió después del referendo de 1975, cuando decidieron incorporarse a la UE con cerca de dos tercios del electorado a favor.
«Detrás de la fachada tradicional de su vida política, los británicos mantienen viejas divisiones de clase, cultura, historia y lealtades». Y ahora, como resultado de la consulta de la semana pasada, que ganó el Brexit por un margen estrecho (51,9% a 48,1%), all the knives are out.
Puede ser
Nigel Farage, líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), fue el primero en desenvainar. Recuperamos nuestro país, es una victoria de la gente real, de la gente común, de la gente decente, afirmó entrada la noche, cuando aun no se terminaban de contar los votos.
Farage es el representante de esa derecha xenófoba que ha hecho de la lucha contra la inmigración su bandera. Una derecha que tiene representantes de todos los países europeos y que crece. Según el corresponsal del diario El País en Londres, Farage » encarna la caricatura del liberal anglosajón. Cuanto menos Estado, mejor».
UKIP fue la fuerza más votada en el Reino Unido en las últimas elecciones europeas, el 2014. Aunque a él, en Inglaterra, no le ha ido bien, pues pese a reiterados intentos nunca pudo lograr un escaño en el parlamento. Pero eso no le impidió tener concejales repartidos por el este y norte de Inglaterra, un territorio conocido como Ukiplandia. Ahí el Brexit ganó ampliamente.
Era ya de madrugada y desde los estudios de la BBC en Londres se iba informando del conteo de votos. A las 4h30 de la mañana el presentador interrumpió el diálogo y anunció que los resultados eran ya irreversibles: ganaba el Leave, los británicos habían decidido retirarse de la UE: ¡Estamos fuera!.
En el estudio desfilaban los parlamentarios. Los favorables al Leave resumían su estado de ánimo afirmando que era un momento muy serio, pero muy excitante, «una gran oportunidad para Gran Bretaña».
Para otros, fue «una decisión catastrófica para el país y para el resto de Europa también», como dijo Keith Vaz, parlamentaria laborista.
– Un resultado devastador, en opinión de Coroline Lucas parlamentaria del Partido verde.
– Es un día terrible para Europa, esa decisión tendrá inmensas consecuencias, decía otro laborista. Nosotros somos clave para el éxito de la UE. Esa decisión hará más complicado manejar la migración en Calais, donde llegan los inmigrantes que tratan cruzar desde Francia hacia Gran Bretaña, por el Eurotunel.
Lo más dolorosa posible
Al día siguiente, Natacha Bouchart, alcaldesa de Calais, donde hace años acampan miles de inmigrantes subsaharianos intentando cruzar el canal desde Francia hacia Gran Bretaña, amenazaba con mandarlos al otro lado: «Los británicos deben vivir con las consecuencias de su decisión», afirmó. All the knives are out.
Las cámaras de la BBC mostraban los edificios de la Unión Europea en Bruselas. Amanecía en la capital belga.
Jan Techau, máximo responsable de Carnegie Europe, un prestigioso centro de estudios europeos, señalaba que la UE mantendrá una «posición rigurosa» respecto a las negociaciones con el Reino Unido. Los 27 harán que la renuncia a formar parte del grupo «sea lo más dolorosa posible». En su criterio, «Los líderes de los 27 miembros restantes tienen que asegurarse que la situación no cree un precedente, de modo que el Reino Unido no se convierta en un modelo atractivo para otros». All the knives are out.
El presidente del Parlamento Europeo (PE), Martin Schulz, un socialista alemán, exigió un inicio inmediato de las negociaciones para la salida de Reino Unido de la UE. Una exigencia que difícilmente será cumplida, pues el primer ministro inglés, David Cameron anunció su renuncia para el próximo otoño, probablemente en octubre, y que dejaba a cargo de su sucesor comunicar a las autoridades europeas la decisión de abandonar la UE.
Eso es clave, pues es decisión del Primer Ministro hacer esa comunicación y no tiene plazo para hacerlo. Solo cuando se comunique oficialmente la decisión comenzará a regir el plazo de dos años que los tratados estipulan para negociar la salida de un país.
Es algo que ocurre por primera vez y que, quizás, los autores del tratado pensaron que nunca ocurriría.
Consultar al pueblo
En medio del desconcierto, los periodistas le preguntaron a Schulz si, en su opinión, el Brexit sería realmente aplicado. «No se puede consultar al pueblo y después decir que el resultado no me interesa», respondió.
Quedó flotando en el aire el recuerdo de cuando, hace menos de un año, el referendo griego rechazó las políticas de austeridad que las instituciones europeas le impusieron.
«¿Debe ser aceptado el proyecto de acuerdo presentado a Grecia por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional en el Eurogrupo del 25 de Junio de 2015?», fue la pregunta que el gobierno le hizo a los griegos el 6 de julio del año pasado. Un 61,3% de los electores dijo «no».
Es conmovedora la descripción del lo que ocurrió en las plazas griegas, al conocerse el resultado: «Atenas exploto anoche en una gigantesca fiesta, en una especie de trance colectivo. Las bocinas de los coches, los vítores, los pitidos, los cánticos y los gritos de ‘¡¡¡Hemos ganado, hemos ganado!!!’ inundaban la ciudad. La gente festejaba en las calles la aplastante diferencia de casi 20 puntos obtenida por el ‘no’, y que ha hecho realidad la pesadilla de la canciller alemana Angela Merkel» .
Sabemos lo que ocurrió después. La troika, los organismos financieros y los representantes de la zona del euro aplastaron a los griegos, pese a su votación, con la complicidad del gobierno de ese país.
Lo hicieron con escarnio. Había que evitar toda tentación de repetir la rebelión. Les dijeron que su voto no valía frente a las políticas de austeridad europeas.
¿Alguien le creerá a Schulz cuando dice ahora que «No se puede consultar al pueblo y después decir que el resultado no me interesa». ¿No tendrá nada que ver la decisión británica con el resultado del referendo griego? All the knives are out.
¿Otra batalla de Inglaterra?
Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas alemán, uno de los más duros contra los griegos en esas negociaciones, también amenazó a Gran Bretaña. Trató de intimidar a los partidarios del Brexit.
En abril, durante una reunión del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washington, le advirtió al canciller británico que Alemania no le haría fácil la negociación en caso de un triunfo del Brexit. Prefiero que se queden pero, si se van, el proceso no será fácil, le dijo.
Conocido el resultado, Schäuble afirmó: – El procedimiento para una salida de la Unión Europea está regulado de manera clara y será aplicado. En su opinión, «eso crea confianza».
La amenaza de Schäuble funcionó bien en Grecia, un país miembro del euro cuyas arcas estaban vacías. Él lo sabía: sin nuevos préstamos los bancos griegos no abrirían el día siguiente.
Pero Inglaterra es otro cosa. En primer lugar, no es miembro del Eurogrupo, tiene su propia moneda. Aun antes de las reacciones en Bruselas, Mark Carney, gobernador del Banco de Inglaterra, hizo una corta y discreta aparición en televisión. Dijo lo siguiente: el Banco de Inglaterra ha realizado pruebas de stress a los bancos más severos que los desafíos enfrentados normalmente por el país. Como resultado de esas pruebas, los bancos aumentaron su capital en 130 mil millones de libras y tienen más de 600 mil millones en activos líquidos de alta calidad. «Este importante capital y alta liquidez les da a los bancos la flexibilidad que necesitan para continuar a prestar a las empresas y las familias, aun durante estos tiempos desafiantes». Y agregó: además, el Banco de Inglaterra está listo para proveer más de 250 mil millones de libras en fondos adicionales mediante sus procedimientos habituales.
¿Qué hará Schäuble?
Hace 76 años, en julio de 1940, Alemania desató su ofensiva aérea contra Gran Bretaña, conocida como la Batalla de Inglaterra. Como sabemos, fracasó en su intento de destruir la fuerza aérea británica e invadir la isla.
¿Va a lanzar Schäuble otra Batalla de Inglaterra? ¿Va a transformar a Farage en el líder de la resistencia británica. All the knives are out.
La división
Este desaire no es difícil de explicar, dijo Laurente Joffrien, director del periódico francés Libération, refiriéndose al resultado de la consulta británica. «Una Europa sin alma, sin proyecto común, sin reacción inteligente sobre la crisis migratoria, sin un plan eficaz para salir del marasmo, no atrae a nadie». ¿Un voto negativo, se preguntó. «No, majestad, una rebelión popular. Con resultado claro, contra las advertencias de las gran mayoría de las élites económicas, intelectuales, políticas y sindicales, el pueblo británico decidió romper con la Unión europea», se respondió.
El debate atravesó la división tradicional entre conservadores y laboristas. Había izquierdistas por el Brexit y por el Remain, cado uno por sus razones, del mismo modo que derechistas, dijo Robert Tombs.
También se dividió el voto generacional y el geográfico. Los partidarios del Remain tratan de destacar la afirmación de algunos jóvenes que se quejan de que ahora perderán la oportunidad de trabajar en 27 países.
La afirmación oculta el hecho de que esa posibilidad no existe, no por el resultado del referendo, sino de las políticas de austeridad.
Gran Bretaña no tiene un alto desempleo, solo un 5% en el 2015. El paro entre los menores de 25 años es algo mayor: 13,6%. En Francia, esas cifras eran de 9,9% y 23,5%. En España, de 21% y 49,6%. El desempleo juvenil en la zona euro era de 22,3%.
El presidente francés, François Hollande, emitió un comunicado señalando que l a decisión británica exige «asumir lúcidamente conciencia de las insuficiencias del funcionamiento de Europa y de la pérdida de confianza de los pueblos en su proyecto».
Hollande habló de extremismos y populismos, de los valores de Europa, de libertad, tolerancia y paz, como si Europa no estuviera ya hoy y desde hace mucho en mano de esos extremismos que gobiernan desde Alemania a España, de Polonia a Hungría, que la han llevado a la crisis actual.
¿Y qué propone el presidente francés para enfrentar esa situación? Que Europa «se concentre en lo esencial»: la seguridad y la defensa, las inversiones para garantizar el crecimiento y el empleo y la armonización fiscal. De la unidad de Alemania y Francia depende la cohesión del conjunto de la Unión Europea, afirma.
Se perdió, dijo David Held, profesor de Política y Relaciones Internacionales en la Durham University, por los años de políticas de austeridad promovidas por Cameron y Osborne (su ministro de Hacienda) que dejó el nivel de vida de la gente disminuido y muchos marginalizados».
«La UE ha sido un proyecto de élite, en el que las decisiones clave se toman detrás de una puerta cerrada, entre las potencias líderes, a menudo sin considerar a los pueblos de Europa, que se han sentido agraviados, alienados y desconectados».
Políticas que siguen devastando países como Ucrania, hoy prácticamente en quiebra desde que la UE promovió la destitución de un presidente corrupto, pero cercano a Rusia, por otro, aun más corrupto, pero cercano a Bruselas.
Desafíos internos
El Brexit afectó a todos los partidos británicos. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha pedido, en tono duro, que se apresure la negociación de salida del Reino Unido. Pero Londres no tiene apuros. Cameron retrasó su renuncia hasta el otoño y los dos principales aspirantes al cargo, conservadores euroescépticos, el exalcalde de Londres Boris Johnson y el ministro de Justicia, Michael Gove, han pedido al Gobierno que se tome su tiempo para iniciar el proceso.
En el laborismo, los adversarios de su líder, Jeremy Corbyn, presentarán esta semana una moción de confianza, con la esperanza de derrotarlo y destituirlo del cargo. En minoría entre sus correligionarios en el parlamento, la elección de Corbyn como jefe del laborismo, el año pasado, fue una sorpresa. Los sectores más conservadores del partido, sus adversarios, han visto en el triunfo del Brexit la ocasión para poner en duda su liderazgo. Nueve miembros del llamado «gabinete en la sombra», un mecanismo mediante el cual el partido opositor se organiza para coordinar sus políticas en los diferentes sectores, renunciaron como una forma de presión contra Corbyn. Pero él reiteró su decisión de permanecer en el cargo y combatir las políticas de austeridad del gobierno conservador.
La otra división es la territorial, con Escocia e Irlanda del Norte -donde triunfó el Remain- amenazando con abandonar el Reino Unido.
En Escocia, la jefe de gobierno, Nicola Sturgeon, anunció su decisión de convocar un nuevo referendo sobre la independencia del país, conla intención de separarse de Inglaterra y permanecer en la UE.
En Irlanda del Norte, el presidente honorífico del partido republicano Sinn Feinn, Declan Kearney, pidió también un referendo sobre la unidad con la República de Irlanda.
Como dijo Held, el orden institucional de posguerra cruje bajo el peso, entre otras cosas, de la creciente desigualdad de ingresos y de la riqueza en Europa y en el mundo. El referendo británico está en el centro de esa crisis, que amenaza, en su criterio, con transformarse en un abismo en ese orden creado después de la II Guerra Mundial. Todos los cuchillos siguen desenvainados.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.