SAN JUAN, Puerto Rico, 3 de noviembre de 2014 (NCM) – Si Puerto Rico no supera la tendencia a la baja en el empleo, en dos años estará al nivel de la década de los ochenta del siglo pasado y en un par de años más su capacidad para proveer fuentes de trabajo a la […]
SAN JUAN, Puerto Rico, 3 de noviembre de 2014 (NCM) – Si Puerto Rico no supera la tendencia a la baja en el empleo, en dos años estará al nivel de la década de los ochenta del siglo pasado y en un par de años más su capacidad para proveer fuentes de trabajo a la gente se habrá retrotraído a las primeras décadas del régimen autonómico, con lo cual habrá quedado destruido el esfuerzo colectivo de más de medio siglo.
Eso deja apenas unos cuantos años para que Estados Unidos ponga en orden la economía de esta colonia caribeña o resuelva su condición política antes de que sea irremediable su descalabro total, en tiempos en que ese tipo de arreglos autonómicos con pueblos sometidos se encuentra bajo fuerte presión en diversas partes del mundo.
Pero aunque ya han surgido voces en EEUU que advierten la necesidad de actuar radical y urgentemente, el tema no parece ser prioridad para Washington, en tanto América Latina insiste en una solución.
Tampoco se hace cargo de la gravedad de la situación -al menos públicamente- el gobierno autonomista, que este verano cerró miles de puestos de trabajo irregulares en la plantilla del propio Estado, aunque ha sido exitoso en prevenir que los informes sobre el tema se difundan mucho.
Pero las estadísticas del propio Gobierno tienen cifras tan contundentes que poco les falta para gritar.
Según la base de datos crudos del Departamento del Trabajo, en septiembre pasado el empleo total bajó a 967.000, que es 79.000 por debajo de diciembre de 2012, al terminar el anterior gobierno anexionista, así como 334.000 desde que estalló la crisis en 2006. La cifra también permitió ver que durante este año 2014 se ha acelerado la pérdida mensual de puestos de trabajo, lo que corresponde a las estadísticas económicas en general.
Para hacer un cálculo de a dónde puede conducir la tendencia, NCM Noticias tomó como base las tasas de baja, de la más benigna que es el promedio mensual total durante la crisis, la intermedia que es el ritmo de pérdida de empleos desde enero de 2013 y la más acentuada, que viene a ser el promedio de reducción en 2014. El resultado fue que se puede prever que el primer escenario es de poco más de 877.700 puestos de trabajo al final de 2016, de cerca de 865.400 en el segundo escenario y 805.000 en el pronóstico más grave.
Como la tarea periodística fue prever lo que podría pasar si las cosas siguen iguales, no se tomó en cuenta la posibilidad de eventos extraordinarios que mejoren dramáticamente la economía, ni que las bajas en el empleo puedan seguir acelerándose.
Cualquiera de los escenarios coloca las perspectivas de empleo total de Puerto Rico al final del año 2016 de vuelta a los años 1986-87, en momentos en que Puerto Rico comenzaba a recuperarse de la recesión de principios de los ochenta y en el inicio del largo período de crecimiento económico sostenido, que se hizo añicos en 2006. De hecho, los tres modelos indican que la pérdida neta de puestos de trabajo a lo largo de la crisis habrá acumulado bajas desde más de 423.000 hasta casi medio millón al finalizar el año 2016.
De extenderse las tendencias actuales un poco más, el cálculo correspondiente al cierre de 2018 vendría a ser que en Puerto Rico quedarían apenas 661.000 puestos de trabajo para sostener la población, lo que fue el nivel en el que, en términos generales, estuvo el empleo total desde finales de la década de los cuarenta hasta los primeros años de la década del sesenta del siglo pasado.
Por supuesto, que las posibilidades de que pase algo que saque a Puerto Rico del atolladero económico en que se encuentra deberían aumentar con el paso del tiempo. Eso hace que el pronóstico sea menos preciso cuando se proyecta a más años de distancia.
Las acciones del Gobierno ante esas perspectivas están matizadas por tal nivel de negación que, desde que se planteó la más reciente reforma para atender la crisis fiscal del Estado se proclamó que los ahorros que se planificaban se harían sin despedir empleados irregulares, a pesar de que se estipuló explícitamente eso en el estatuto. Durante meses el Gobierno se ha negado a atender requerimientos de información sobre los despidos, hechos por el periódico El Vocero y NCM Noticias, pero las cuentas oficiales ya reflejan que en el período de abril a agosto de este año se eliminaron en el gobierno central más de 6.300 empleos de tipo irregular.
Pero la política de control informativo -con un repertorio que va desde la ocultación hasta la mentira- ha ido perdiendo su efectividad ante la avalancha de medidas impositivas para proteger las asediadas arcas del Estado, así como las presiones crecientes para la entrega de bienes públicos a empresarios aventureros o especuladores. Tampoco ayuda mucho la tendencia mundial, consignada en estudios de la Organización Internacional del Trabajo, de recuperación económica sin aumentos en el empleo o mejoramiento de las condiciones sociales de los sectores empobrecidos.
Eso va dejando, entre los principales estabilizadores para evitar el tumulto social, factores tales como que continúe aumentando la gente que abandona el país, con la consecuente pérdida del potencial en el capital social o incrementos todavía mayores en las transferencias de dinero desde EEUU, blanco de ataques cada vez más por parte los sectores que opinan que los pobres ya reciben demasiado. Otros estabilizadores para la situación social, aunque son de los más volátiles, vienen a ser el contrabando y la corrupción.
El principal de los estabilizadores, el dominio mismo de parte de EEUU -con la creencia general de que garantiza acceso a la riqueza y protección de la democracia- ha sufrido laceraciones en los últimos años. Han contribuido a eso el repudio a usos militares del país, descrédito de las jefaturas políticas y las elites económicas, así como el retiro del consentimiento a la condición colonial.