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Perú

Alborotando el cotarro

Fuentes: Rebelión

Pocas veces se ha hecho tanto escándalo en el país como en el caso de Martín Belaúnde Lossio, publicista hoy refugiado en Bolivia a quien se puede definir como un aventurero con suerte, metido en negocios más bien turbios. Todos los medios, incluidos radio, televisión y prensa escrita, han sumado fuerzas no para explicar la […]

Pocas veces se ha hecho tanto escándalo en el país como en el caso de Martín Belaúnde Lossio, publicista hoy refugiado en Bolivia a quien se puede definir como un aventurero con suerte, metido en negocios más bien turbios.

Todos los medios, incluidos radio, televisión y prensa escrita, han sumado fuerzas no para explicar la naturaleza del caso, sino para desplegar una batería de acusaciones que ha rebasado largamente la imaginación popular, y hasta la vida y obra del acusado. Más allá de lo que haya sido capaz de hacer -o no hacer- MBL, lo que la «prensa grande» busca, a través de esta inmensa ofensiva mediática, es confundir a la gente.

Incapaz de probar actos delictivos hipotéticamente consumados por el acusado, piensan que lo fundamental es que la gente se confunda, que nadie sepa, a ciencia cierta, de qué se trata, ni en qué consisten los cargos que se formulan. De ese modo -creen- por cansancio, tedio o aburrimiento- la gente, terminará por repetir lo que dice «la prensa grande».

¿Y qué dice? A través de Radio Programas de Perú, Mariela Balbi, Patricia del Río y Raúl Vargas repiten hasta el cansancio que MBL es el «ex asesor presidencial», y que está incurso «en graves delitos». El eco, es infinito.

Lo primero, es una mentira monda y lironda. Nunca lo fue. Lo más que podría sostener quien quiera abordar el tema, es que colaboró con el candidato Humala en la campaña electoral del 2006, y luego más esporádicamente, el 2011. Pero nunca fue asesor, ni funcionario del gobierno actual, en ninguna de sus instancias, ni modalidades.

Lo segundo, está en veremos. Tendrá que deslindarse ante un Tribunal peruano. Y mientras más pronto, mejor.

¿Y por qué entonces se empeñan en asegurar obsesivamente algo a sabiendas que es falso? Porque el único que realmente ostenta esa condición -no de Humala, sino de Fujimori- es el ex asesor presidencial en materia de Inteligencia, VMT, hoy reo en cárcel.

En otras palabras, lo que se quiere, es mimetizar a uno con el otro; para luego mimetizar también al mandatario actual con el mafioso de ayer y decir: si a uno lo derrocaron por «su asesor» ¿por qué no se le derroca a éste, que también lo tiene? Bruce lo ha dicho. Y Becerril, también- Sin ambages. Aunque el razonamiento luce burdo en extremo, ha sido expuesto. Y asoma así porque el nivel intelectual de sus promotores es insuficiente. No da para más.

No busca la «idea» alcanzar sólo al Presidente. Se afana, sin escrúpulo, por llegar a la esposa del mandatario, a la que quieren demoler a como dé lugar porque no se les quita el miedo que, en una determinada circunstancia, pueda ella asomar como candidata presidencial del nacionalismo para los comicios del 2016. Eso, les escarapela el cuerpo.

Y es que, objetivamente, y al margen de adhesiones o rechazos, ella es la única que -a tenor de las encuestas- está en condiciones de alcanzar el 25% de los votos en primera vuelta, es decir derrotar a García en abril y enfrentar -y vencer- a Keiko en un junio. Podría emerger otro, pero eso, aún no ocurre.

Machacar en dos conceptos: MBL es «un delincuente» y fue «asesor presidencial», constituyen herramientas claves en el edificio de mentiras que -como en novela brasileña- busca construir a como dé lugar. Y eso es lo que sustentan para afirmar impúdicamente después: Ollanta y Nadine, son «los cabecillas» de la «red de Martín Belaúnde» ¡Nada menos!

El tufillo golpista, es evidente. Y quienes lo promueven no aportan prueba alguna. Ni siquiera precisan un derrotero serio de investigación en torno a presuntas acciones ilegales por parte de MBL. Pero machacan las cosas de tal modo que llevan hasta tres ministros al Congreso para «responder» -bajo amenaza de censura- a los requerimientos de la Oposición. «Rodarán cabezas», gritan exultantes en lo que hoy ha dejado de ser realmente un respetable recinto, y se ha convertido -al decir de un fogueado parlamentario- en apenas «una cantina fascista».

En medio de exabruptos que derivan de la campaña mediática emprendida con este propósito, olvida que MBL no es funcionario público. No lo fue tampoco. Ni dispuso de un Sol de los fondos del Estado, ni tuvo en sus manos partidas ni presupuesto. En el peor de los casos -para él- es un delincuente ordinario.

No fue, ni es, Facundo Chinguel, ni Aurelio Pastor ni el médico del SIS aprista que delinquió con donaciones enviadas para las víctimas del terremoto de Pisco. Tampoco es Jorge del Castillo, que se reunió con Canaan, con fines inconfesable. Ni siquiera Agustín Mantilla, que administró unos 6 millones de dólares en una cuentas de García en La Florida.

Tampoco es por cierto ni el general Malca, ni el embajador Aritomi. Ni Hurtado Miller, ni Kenyi Fujimori, involucrado en Narcotráfico. Menos, aún, el responsable del avión presidencial que -en los años del chinito de la yuca- trasladaba toneladas de cocaína para su venta en el exterior.

Nada de eso. Es apenas, un ciudadano que habrá de rendir cuentas ante la justicia, y que responderá por acciones ilegales vinculadas a lobbys.

Ahora se ha alzado contra él, un verdadero clamor: hay que «traerlo de vuelta», «extraditarlo», hacer que «lo expulsen» de Bolivia, su captura «se impone de inmediato», dicen a una sola voz todos los panegiristas de la Mafia, desde Mario Saldaña hasta Mónica Delta; al tiempo que urden intrigas de papel:

Habría habido «una cita secreta» entre Humala y Evo para «tratar el caso»; Urresti «sabía» que Belaúnde estaba en La Paz desde el 15 de diciembre; El gobierno boliviano lo protegerá para «salvar a Humala«. Así, repiten, sugieren, deducen, proclaman, aseguran, comentan.

Y machacan lo mismo, mil veces haciendo votos fervorosos para que la mentira, se convierta en verdad. Hasta se han ido a Bolivia con sonoras fanfarrias, en procura de hacer «sentir su voz», que no es otra que la encallecida y corrupta del cogollo alanista. ¿Cuándo hemos visto cosa igual en el pasado?

Contrasta esa irresponsable verborrea, con la seriedad de las autoridades bolivianas, que se atañen a principios y procedimientos establecidos, y que no dan «carne» a los chismosos de acá, ni admiten ingerencia en sus asuntos.

Para promover la extradición de MBL lo comparan con Rodolfo Orellana, soslayando que el detenido en Colombia, tenía juicio abierto y orden penal de detención, lo que no existe en este caso. Ningún juez abrió proceso al acusado, ni éste tiene orden de captura judicial, ni condena.

Pero es curioso. Ellos mismos se enredan en su argumentación. Por un lado, dicen que lo quieren traer como «ex asesor» de Humala, y personaje estrechamente vinculado «a la pareja presidencial». Por otro, dicen que no le corresponde el «refugio» que ha pedido en el altiplano, porque «no es un caso político» Una acusación de clarísimo contenido político, sin duda.

¿Qué explica, además, que se haya integrado una Comisión Parlamentaria que lo investigue? Si el caso fuera simplemente delictivo, qué tendría que hacer el Congreso. Correspondería eso al Poder Judicial, o a la policía, El congreso no investiga a «Los chacales de Surquillo», ni «los malditos de Castilla», Ellos no han sido citados por el Congreso, No sería esa la función del Poder Legislativo. Al nombrar una Comisión Parlamentaria que investigue a MBL, son conscientes que motivaciones políticas alimentan su decisión.

Alborotar el cotarro les habrá de servir de poco, si la gente percibe la naturaleza de la campaña en marcha. Hay que darle tiempo al tiempo.

Gustavo Espinoza M. Del Colectivo de Dirección de Nuestra Bandera. 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.